Es de clase

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“La más clara evidencia de que alguien no sabe diferenciar entre lo que es una institución y una persona en lo individual y su desempeño en una institución es la actitud de Fox con López Portillo y AMLO con Echeverría, negarles sepelio institucional, que el pueblo decida eso explica todo”. Estas líneas las escribió el abogado Eduardo Sadot y coincido plenamente.

Si hay dos personajes que han roto con todos los protocolos y normas institucionales han sido Fox (por frívolo) y AMLO (por ignorante y vengativo). Queda en la memoria como el día de su toma de protesta como presidente Fox llevó símbolos religiosos al Auditoria Nacional y luego en el zócalo, en el balcón central de Palacio Nacional, se quitó la Banda Presidencial para gritar “ahí te voy Mijares”.

También queda memorable cuando empresarios de una televisora deciden tomar con violencia las instalaciones del Cerro de Chiquihuite y a pregunta expresa la respuesta fue “y yo por qué”. Reconozco que faltó agudeza mental y respuesta rápida de los reporteros para señalarle al Presidente que las telecomunicaciones y el espacio radioeléctrico es un asunto federal.

Ya del “comes y te vas”, ni hablar. Fox en un acto de reto a la institución, a la historia y al decoro presidencial negó la ceremonia fúnebre correspondiente al expresidente José López Portillo, que, como Echeverría, cumplieron con su mandato y fueron los comandantes supremos de las Fuerzas Armadas y la máxima representación política de nuestra nación.

Ni Fox ni AMLO, que también demerito la muerte de Echeverría, deben autoconsiderarse jueces por encima de la nación y mesías para calificar a los demás. López Portillo y Echeverría ejercieron el poder a su estilo y en claro/oscuros marcaron el destino del país.

A los dos se les deben acciones muy positivas, pero también incidentes que los acercaron a la guillotina política y más con sus adversarios que se encargaron, como carroñeros, de levantar ira y odio. Fox y AMLO no están muy lejanos de ser sacrificados por la historia, sus frivolidades y ocurrencias (el beso de Martha que le dio la vuelta al mundo, el pensar que una pandemia se frena con estampitas, etc.) sus pifias y torpezas serán recordadas.

No son perfectos ni pulcros, por el contrario, defender al peso como perro cuando la economía se estaba hundiendo u obligar a la población a rendirse ante la pobreza franciscana y solo conservar un par de zapatos, quedan bajo la misma línea de reprobación. Como una nación de instituciones (aunque AMLO las mande al diablo) México y su gente merecen elevar su autoestima y valor patrio. Muestra de estatura y clase mundial debería ser el decoro y respeto a sus símbolos y valores, es asunto incluso hasta de clase.

No es necesario que la amargura de Fox o AMLO les niegue el deber a un acto presencial ante los féretros de los expresidentes, que se guarden con su rencor en sus habitaciones, pero la nacional hasta por civismo debe actuar diferente. Llegar a la presidencia no es proponer una elección aleatoria o una subasta de nombres para escoger quiénes han sido héroes o villanos.

Y ahí como ejemplo está el mismo Porfirio Diaz que dejó una enorme riqueza e infraestructura en el país que hoy todavía gozamos y utilizamos, aunque los modernos gobernantes las destruyan como a los ferrocarriles nacionales y por tóxico manejo de la política lo condenen y los destruyan como figura. Ninguno de ellos, los presentes o los ausentes son la patria. Han sido y serán gobernantes en turno que se propusieron respetar y ejercer leyes en beneficio del país. Todos juramentaron.

Ni son Dios ni tampoco calificadores impolutos. Honor a quien honor merece y como decía con frecuencia Don Jorge Zúñiga Campos “con grandeza vive quien hecho a grandeza está”.

Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio

@cramospadilla