Durante las fiestas navideñas se hace aún más visible la situación de pobreza en la que vive una gran parte de la sociedad.
Sentir tristeza en Navidad es cada vez más habitual en tiempos de pandemia, y más con los tiempos de crisis que nos toca vivir en la actualidad. Al leer estas líneas, quisiera preguntarte si sientes tristeza en Navidad, o es al contrario. ¿Vives esas fiestas con gran alegría o crees que has perdido el espíritu navideño?
Este 2020 consagrado a lo improbable llegará a su fin con las fiestas navideñas más insólitas que se recuerdan. ni reencuentros numerosos, ni cenas de empresa, ni desfiles. eso sí, la recomendación general es que mejor celebrarla que dejarla pasar.
En el futuro, cuando recordemos el cruel 2020 y contemos cómo fue su Navidad, lo haremos con un sabor agridulce. Habremos puesto fin al año más terrible del que guardamos memoria y las copas brindarán por dejar atrás lo vivido y que llegue pronto la anunciada vacuna a cada hogar en México.
Religiosos y no creyentes, fanáticos del espíritu navideño e incrédulos de este culto, todos nos veremos contagiados, inevitablemente, por el clima emocional y alegre que flotará esos días en el ambiente, que siempre acaba suavizando al más reacio. Sin embargo, las insólitas condiciones en que las celebraremos, unidas por el sufrimiento que arrastramos desde marzo, harán que recordemos unas Navidades extrañas, las más raras de nuestras vidas.
A menos de escasos cuatro días para la Nochebuena, el esperado encuentro, la anhelada cena este año no serán como cada año y se deberá tomar las precauciones para cuidar a los seres queridos a quienes se extrañó todo este tiempo de restricciones y confinamiento y con los que se decidió pasar estas fiestas.
Nadie se atreve a pronosticar al detalle cómo van a ser las Pascuas del 2020. Imposible saber a estas horas si los viajeros podrán volver a sus localidades de origen para reunirse con sus familiares, cuántos podrán sentarse alrededor de una misma mesa o hasta qué hora estarán abiertas las tiendas para comprar regalos (Ciudad de México y el Edomex), cerraron sus establecimientos. Por no saber, nadie se atreve a descartar que el final del año coincida con un pico de contagios de covid-19 y tengamos que pasarlo confinados como la última Semana Santa.
En el mejor de los escenarios posibles, pocas tradiciones navideñas quedarán inmunes a la pandemia. No habrá fiestas de Nochevieja, ni comidas de empresa, ni fiestas multitudinarias. Los aficionados a cantar villancicos en coros tendrán que dejarlo para otra ocasión y en la mayoría de ciudades han quedado descartadas los desfiles de Reyes Magos.
Desde hace días, muchas de sus calles ven salir el sol cada mañana cubiertas de luces navideñas, pero a escasas jornadas del encendido oficial solo parecen ser el triste presagio de la Pascua que nos espera: la más desangelada de nuestras vidas.
Por difícil que nos resulte, tenemos que aceptar que la dichosa COVID-19 no va a desaparecer de nuestra vida de la noche a la mañana. Es momento de ser responsables y seguir las recomendaciones de la OMS y las Autoridades Sanitarias (mascarilla, higiene de manos y distancia social) para doblegar la curva e intentar recuperar la antigua normalidad cuanto antes.
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