Qué Lorenzo no sea la excepción

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En una reunión con el Grupo Plural del Senado de la República, preguntaron a Lorenzo Córdova Vianello de la posibilidad de su renuncia como consejero presidente del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) para estar en aptitud de buscar contender por la Presidencia de México en la próxima elección de 2024.

Y él sostuvo que no renunciará, que seguirá al frente del árbitro electoral, cargo para el que fue electo, por la Cámara de Diputados, el 3 de abril de 2014 para un periodo de 9 años.

En realidad, tampoco hay urgencia de renunciar para ser elegible, pues para ser Presidente de la República la Constitución Política solamente exige cumplir con los siguientes requisitos:

Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos, hijo de padre o madre mexicanos y haber residido en el país al menos durante 20 años; tener 35 años cumplidos al tiempo de la elección; haber residido en el país durante todo el año anterior al día de la elección; no pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de algún culto; no estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, 6 meses antes del día de la elección; no ser Secretario o subsecretario de Estado, Fiscal General de la República, ni titular del poder ejecutivo de alguna entidad, a menos de que se separe de su puesto 6 meses antes del día de la elección; y no estar comprendido en alguna de las causas de incapacidad establecidas en el artículo 83. 

El consejero presidente del Consejo General del INE no se ubica en hipótesis constitucional de impedimento. Respecto de la ley secundaria tampoco; ésta solo alude a la separación de tres años antes del inicio del proceso electoral para ser senador o diputado federal.

Entonces, ¿cuál es la prisa de renunciar?

A menos de que el requisito expreso se encuentre en algún lineamiento del propio Instituto.

Independientemente de si Lorenzo Córdova tiene o no la obligación constitucional o legal de renunciar para contender por algún cargo de elección popular, no debe buscar competir ni en el 2024, ni nunca.

Y más que un deber nacido de la norma jurídica, es un deber ético, moral, de pulcritud. Máxime cuando enfrenta los embates del actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y demás miembros de la “Cuarta Transformación”.

No lo han bajado de estar al servicio de los “neoliberales”, y de ser proclive a los intereses político-electorales del PRI y del PAN.

Lo de menos es que destrocen la buena fama pública de Lorenzo Córdova. Lo de más es que la consecuencia sería destrozar la imagen del INE como el órgano autónomo e independiente encargado de organizar las elecciones en nuestro país.

Hasta ahora, ninguno de los expresidentes del otrora Instituto Federal Electoral (IFE) se han lanzado a las contiendas electorales buscando la Presidencia de la República o para ingresar a las cámaras del Congreso de la Unión como diputados o senadores.

Y ello abonó a la credibilidad del IFE y del INE.

Aun cuando algunos consejeros (de la era de los consejeros ciudadanos) del consejo general del IFE Santiago Creel Miranda, José Agustín Ortiz Pinchetti, Juan Molinar Horcasitas, Alonso Lujambio, Emilio Zebadúa González, entre otros, terminaron siendo candidatos a algún cargo de elección popular, algunos lo lograron, otros ingresaron al servicio público.

En fin, quien sabe si exista ser humano sin ideología, creencia, o simpatía hacia algo o hacia alguien. Los seres humanos podrán ser apartidistas, pero no apolíticos. De hecho, por definición por concepto aristotélico el hombre es un Zoon Politikón, se relaciona y organiza.

Y bueno, a varios consejeros en sus distintas modalidades a lo largo de la historia del Instituto, les brotó la afinidad por algún partido político.

Pero hasta el momento, todos los expresidentes del Consejo General del Instituto (José Woldenberg Karakowsky, Luis Carlos Ugalde, Andrés Albo Márquez y Leonardo Valdés Zurita) han prescindido de lanzarse a las aventuras electorales como candidatos o de buscar puestos en los gobiernos federales.

Se han mantenido al margen, dedicados a la academia, investigación, o al emprendimiento.

Que Lorenzo Córdova no sea la excepción. Echaría por la borda su prestigio y el del INE.

OPLE-OAXACA 

Dicen que en el Organismo Público Local (OPL) de Oaxaca tiene bastante influencia el diputado federal Benjamín Robles Montoya, quien, a decir verdad, es hábil como él solo.

Ello a partir del cambio de estafeta en la presidencia del Consejo General de dicho OPL, que trajo aparejada la renuncia en cascada de las personas titulares de la Secretaría y Direcciones Ejecutivas, sin siquiera concederles el derecho de escucharlas.

En el Consejo General se marcó más que una diferencia, una división de consejerías: Cuatro de las seis actúan en bloque, las otras dos por igual; éstas últimas casi siempre acompañan en las votaciones a la consejera presidenta, Elizabeth Sánchez González.

Y por si fuera poco, algunas personas titulares de consejerías pactaron posiciones para personas allegadas a ellas (igual como se hizo en la primera integración del OPL) como si se tratara del reparto de rebanadas de un pastel. Las posiciones, aunque chiquitas, son posiciones.

¿Qué no todo el control debe tenerlo la consejera presidenta?

¡Y aguas! Porque el INE, en otros OPL ha procedido a las destituciones por el tráfico de influencias en nombramientos o designaciones.

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