Si la cúpula priista le hubiese hecho caso a Ulises Ruiz Ortiz, ahora el PRI estaría fortalecido no solo rumbo a la sucesión presidencial, sino a las gubernaturas 2022 y 2023. Es más, el partido habría librado la paliza electoral de 2021.
Desde antes de la debacle del PRI de 2018, Ulises proponía reactivar el priismo mediante la elección directa por la base militante de dirigentes y de candidaturas a cargos de elección popular en todos los órdenes de gobierno; incluyendo, las posiciones plurinominales.
Pero la cúpula prefirió continuar con “el dedazo”, con la línea ciega, con las imposiciones, y con las mismas caras, sin impulsar liderazgos regionales. Bueno, sí, hubo caras nuevas pero de juniors; fue lo que internamente llamaron un “relevo generacional” (de herederos).
Luego, la cúpula priista bloqueó a Ulises Ruiz para llegar a la dirigencia nacional del PRI con infinidad de candados en la convocatoria para la selección interna; la dócil estructura del tricolor hizo ganar a la fórmula: Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”) y Carolina Viggiano Austria, como presidente y secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
Y por si fuera poco, la cúpula priista emprendió una persecución política en contra de él y de quienes comulgaban con sus ideas, no solo a nivel nacional, sino también en su entidad natal: Oaxaca, sobre todo con personas afines a él. Hubo quienes que no se dieron por vencidos; otros, sucumbieron al grupo del poder local.
Grupo de poder local priista ligado estrechamente al nacional, donde figura, por cierto, el enemigo número uno de Ulises Ruiz: José Murat.
En fin, ¿qué hubiera pasado si “Alito” hubiese dialogado con Ulises Ruiz para llegar a un acuerdo? Algo así como una “operación cicatriz” interna considerando que el PRI se había reducido casi a la nada política tanto a nivel federal como local.
El Revolucionario Institucional hoy solo gobierna 4 entidades: Oaxaca, Hidalgo, Coahuila y Estado de México; las dos primeras renuevan gubernatura este año, y las otras dos en 2023. Hasta el momento en Oaxaca Morena lleva ventaja con salomón Jara Cruz; en Hidalgo Carolina Viggiano va pisándole los talones a la candidatura morenista.
El hubiera no existe. Pero la experimentada trayectoria de Ulises hubiera sido útil al PRI, y a “Alito” en su aspiración a la candidatura priista a la Presidencia de la República. Aunque Ruiz Ortiz también tiene su corazoncito, pero para eso está la posibilidad de acuerdos.
Sin embargo, “Alito”, quien sabe si per se o por voluntad de los enemigos de Ulises Ruiz, emprendió la persecución política de éste, no solo promoviendo su expulsión del PRI, sino acusándolo de delitos relacionados con un plantón de priistas.
Ah, las vueltas que da la vida. Hoy “Alito” necesita de aliados internos, además de Carolina Viggiano y su esposo, Rubén Moreira Valdés. Y Ruiz Ortiz habría sido el ideal por su experiencia política y porque representaría un dique a la dinastía Murat.
Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, también aspira a la candidatura priista presidencial 2024. Si no es que antes el Presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador (Morena), le ofrece una embajada o le concede el anhelo de presidir la Secretaría de Educación Pública (SEP), en cuyo caso se expone a que “Alito” lo expulse.
Eso si todavía, Moreno Cárdenas sigue en libertad. Ya ven que la Fiscalía de Campeche abrió una carpeta de investigación en su contra por “enriquecimiento inexplicable”, lo cual se dio a conocer tras la postura de “Alito” contra la designación de Carlos Miguel Aysa González como embajador de República Dominicana; ¡el sucesor sustituto de “Alito” en la gubernatura!
Investigación que Moreno Cárdenas considera “persecución política”. Es algo así como ¿incondicionales vemos, traiciones no sabemos? ¿O en verdad “Alito” cometió algún delito? ¿O son ambas cosas?
Como sea, mientras Alejandro Moreno se mostró dócil no había ningún problema con él, ni con el Gobierno Federal, ni con Morena, ni al interior del PRI. Pero pareciera que se está volviendo una persona “incómoda”.
NO ES EL PRI
En sus documentos básicos (estatutos, declaración de principios y programa de acción), el Revolucionario Institucional es el partido político perfecto.
Sin embargo, del documento al hecho hay mucho trecho. Porque en la práctica, sus propios cuadros lo llevaron casi al pie de la tumba: Presidentes de la República, gobernadores, legisladores y munícipes; con sus honrosas excepciones.
Así como dinastías como la de Atlacomulco.
Una dinastía que, incluso, creó la generación de los llamados Golden Boy’s, de donde salió el ahora expresidente Enrique Peña Nieto, y éste, junto con sus padrinazgos, impulsaron una generación de gobernadores que dañaron su respectiva entidad y al país; algunos, rindieron cuentas a la justicia como, por ejemplo, Javier Duarte de Ochoa, de Veracruz.
La cúpula no entendió el mensaje de la ciudadanía en la derrota del 2000. Y cuando en 2012 recuperó la Presidencia de México, volvió a las andadas. Incluso, en las entidades donde aún hay mandatarios priistas, las cúpulas locales hicieron muy poco por fortalecer al PRI.
El Revolucionario Institucional como partido político es buen partido, pero han sido las cúpulas las causantes de la debacle, siempre usando a la base militante.
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