Obrador es un presidente polémico y uno de los personajes políticos más odiados.
Como decía el clásico, “lo que se ve no se juzga”.
Obrador dice que su gobierno es el segundo mejor evaluado de todo el mundo. Se apoya en una encuesta de una empresa extranjera. Pero una mayoría de mexicanos lo detesta y hasta lo maldicen. Sus seguidores, a su vez, lo idolatran.
Todos los hombres que llegan a la cumbre del poder, sin excepción, recurren a la maquinaria de la propaganda política. Muestran un rostro diferente de su verdadera personalidad.
Todos los políticos son “asesorados” para proyectar una imagen cercana a la gente. Algunos llegan al extremo de gastar cantidades exorbitantes para generar una imagen de credibilidad y confianza.
Obrador construyó una imagen contradictoria. La esencia de su discurso fue hablar a nombre de los grupos vulnerables y promotor de los principios de la democracia.
Se asumió como el “defensor” de las libertades y el “protector” de los débiles. Todo lo que hace y todo lo que dice es en nombre del “pueblo”.
Su concepto de “pueblo” es tan abstracto que sus palabras caen en el vacío.
En nuestro país hablar en “nombre” del “pueblo” es lo más lucrativo para los políticos.
En el caso de Obrador, los recursos para las políticas públicas del bienestar social se han utilizado con propósitos electorales. El clientelismo está enfocado a las masas vulnerables.
Los candidatos de Morena a los cargos de elección del 2021 han dispuesto de recursos como jamás había ocurrido antes. Sin embargo, el manejo de presupuestos multimillonarios no es ninguna garantía de triunfo.
La ambición por el poder ha desatado una guerra interna en el partido obradorista. La imagen de Morena y la del presidente Obrador están muy deterioradas.
De hecho, a partir de diciembre comenzó a correr su tercer año de gobierno y los resultados de su gobierno son nulos. Simplemente el año que termina ha sido el peor de la historia. Ni siquiera en los periodos de guerra la economía del país había experimentado una caída de tales magnitudes. Todo ello se traduce en mayor pobreza y desempleo. Ya no digamos el nivel de los indicadores de salud.
Qué puede ofrecer un gobierno que ha fracasado social, económica y políticamente a quienes llegaron a confiar en sus promesas de bienestar.
Los resultados del gobierno obradorista son palpables.
Por fortuna las redes sociales han venido a contribuir al debate político. Cuando le favorecieron, Obrador las calificó de “benditas”, ahora que se han volcado en su contra, las considera como “malditas” y hasta ha llegado a amenazar con demandar a las compañías de Facebook y Twitter.
Ante la falta de una verdadera oposición que enriquezca nuestro sistema político, los medios son el contrapeso a los excesos de un presidente y gobierno populista con rasgos autoritarios.
Pesa más la palabra de la prensa que la de los políticos. Por eso Obrador todos los días se encarga de denostar a los medios. Incluso, el presupuesto publicitario está dirigido a las empresas mediáticas que lo respaldan. Él mismo se encarga de señalar cuál es la “buena” y la “mala” prensa.
En el contexto político actual, la comunicación ha adquirido un carácter político. Los medios se han convertido en el verdadero termómetro social de los actos del gobierno.
El mismo Obrador ha contribuido a que los medios se conviertan en actores políticos. Reforma y El Universal son un ejemplo de ello por su influencia sobre la opinión pública.
Los medios han pasado de ser meros espectadores de la política y ahora juegan un papel central sin caer en los extremos de los partidos que fijan una posición ideológica.
En las últimas décadas se ha ido construyendo una prensa más crítica, en tanto los partidos se han devaluado ante la sociedad.
En Estados Unidos, la prensa jugó un papel determinante para frenar al presidente Trump. Allá los medios están más definidos ideológicamente que en México, aunque comparten con la prensa mexicana los mismos intereses económicos.
Durante años nuestra prensa fue codependiente del sistema político. La comunicación dejó de ser un simple aditivo de la política.
Ahora junto con las redes sociales será vital en las próximas elecciones.
El presidente Obrador lo sabe perfectamente.
Como la prensa sabe que Obrador es el peor presidente que encabeza el peor de los gobiernos en nuestra historia.
El político más odiado y el más polémico. Eso se comprobará en las urnas en las próximas elecciones.