Diego Martín Velázquez Caballero
Aunque Colosio es una tragedia en la historia política de México, el magnicidio y las consecuencias en el círculo familiar del malogrado candidato del PRI sin duda fueron mayores. Colosio es un triste recuerdo que evoca lo absoluto de la violencia y la traición en nuestro país. Lucha sanguinaria por el poder que se vincula a los proyectos sociopolíticos de las clases dominantes.
Una de las teorías respecto al atentado contra el candidato presidencial del PRI en 1994, se relaciona con el propio presidente Carlos Salinas de Gortari. Para algunos la Familia Salinas es la edición mexicana de la Familia Corleone y, por lo tanto, el Clan resulta responsable de la ausencia colosista por la interferencia con sus planes. ¿Será que esos analistas no conocen la trayectoria de la Familia Atlacomulco?
Aunque es innegable que Luis Donaldo representaba la transexenalidad de la modernización salinista, también es cierto que con él murió uno de los proyectos más innovadores del país. El dios-presidente de México, tiene prohibida cualquier posibilidad de trascendencia más allá de su sexenio so pena de la venganza de los guerreros.
Colosio fue sacrificado por muchas razones, entre ellas porque representaba una cultura del esfuerzo que la oligarquía y el corporativismo caciquil desprecian profundamente. Luis Donaldo Colosio Riojas tiene el mérito de sobrevivir la ausencia de sus padres y la impunidad de un país como México. Eso también es cultura del esfuerzo.
Frente al desplome del PRIANRD y Samuel García, el joven Colosio no merece ser mártir de una causa perdida y constituirse como aval de una clase política y social que siempre le ha quedado a deber a México. Colosio Riojas no debe ser empleado en forma artificiosa para ser el candidato presidencial de una oligarquía que también disparó en Lomas Taurinas aquel fatídico 23 de marzo. El tiempo de Luis Donaldo Colosio Riojas no ha llegado porque quienes se animan a proponerlo como aspirante a la presidencia de la república, son impresentables, son innombrables, son inmorales.
Con todo y su poder invisible, la oposición no enciende ni se conecta con las clases sociales a quienes Colosio Murrieta proponía un liderazgo de vanguardia y concentrado en el futuro, aquel seis de marzo de 1994. Luis Donaldo, el joven, no puede ser el peón de los autores intelectuales que animaron la desaparición de su padre y hundieron al país en el neoliberalismo primitivo caciquil. ¿Serán capaces, otra vez, de usar un Colosio para desarrollarlo, eliminarlo y hacer de su desaparición una victoria? Por supuesto. Lo van a hacer mil veces más.
La polarización de la retórica por la sucesión presidencial exige coherencia. El PRIANRD y/o MC, debe hacer un esfuerzo para construir una plataforma electoral en base al postliberalismo neoextractivista que dicen defender, propongan a Meade Kuribreña de nuevo, y si buscan el neoliberalismo corruptor, propongan a Alfredo del Mazo.