En nuestro país, las ciudadanas y los ciudadanos gozan del derecho de libre afiliación política, la cual, además, es individual.
Lo anterior se traduce en que nadie puede obligar a persona alguna a permanecer afiliada a determinado partido político, ni a promover la afiliación corporativa.
Así que los priistas, o militantes de cualquier partido político, pueden mudarse a Morena cuando quieran sin ningún problema.
Peroooo, deben cumplir con el procedimiento estatutario del partido al cual ya no quieren pertenecer. Por ejemplo, presentando la renuncia correspondiente.
Máxime tratándose de gobernadores, exgobernadores o cuadros prominentes, para quienes los estatutos del partido señale un procedimiento específico.
Y así no se expongan al ridículo social y político. Vaya, resulta inconcebible estar con un pie en el PRI y con el otro en Morena. Eso es políticamente inmoral.
Bueno, según dicen “en política la moral es un árbol que produce moras.”
En fin, el contexto viene a colación por el caso del “priista” Quirino Ordaz Coppel, quien aceptó el ofrecimiento del Presidente de la República: Ser embajador de México ante España, y aceptó cuando aún corría su periodo como gobernador de Sinaloa
Claro, solicitó una licencia provisional en su calidad de gobernador y Consejero Político Nacional del PRI, así como una dispensa para poder ocupar la embajada del Gobierno Federal de un partido distinto al suyo: Morena. Y le fueron denegadas por el Consejo Político Nacional priista.
Caray, ¡cómo pretender pertenecer al Revolucionario Institucional y al mismo tiempo representar los intereses de un gobierno de Morena! ¿Puede ejercerse un cargo sin influencias ideológicas? Quizá dependa del carácter y convicciones de la persona.
Pero el caso de Quirino Ordaz Coppel es distinto. Además, este desacató las negativas del órgano deliberativo del PRI. Independientemente de ello, ¿cómo servirle al gobierno del partido que casi consigue desaparecer al de él? Solo que sea por razones inconfesables.
En fin, la Comisión Nacional de Justicia PRI expulsó a Quirino Ordaz “por realizar acciones contrarias a los documentos básicos del partido y proceder con indisciplina grave, al aceptar un cargo en el Servicio Exterior Mexicano.”
Determinación que confirmó el Pleno de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), por mayoría de votos.
Cosa que seguramente ya ni le ha de importar al exgobernador de Sinaloa.
Y quien sabe si siente precedente político para que lo piensen mejor aquellos gobernadores que andan en pleno conqueteo con el presidente López Obrador ya sea para incorporarlos como titulares de una Secretaría de Estado o mínimamente como embajadores.
O para que les ‘eche una manita’ con el actual presidente del PRI nacional, Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”), quien seguramente querrá expulsar a todo cuadro priista que corresponda a los guiños de Morena o de AMLO.
Con eso de que Morena trae ganas de poner quieto a “Alito” mediante un proceso penal; ¿o solo la gobernadora de Campeche Layda Sansores? Su gobierno ha abierto carpetas de investigación contra el priista por enriquecimiento inexplicable.
Situación que tal vez no le importe mucho a varios de los actuales gobernadores priistas, pues algunos sí tienen aspiraciones a ocupar el cargo de “Alito” en el Comité Nacional del PRI y a la candidatura de este partido a la Presidencia de la República.
Así que “Alito” en vez de representar una fortaleza, les puede representar un estorbo.
Por cierto, al PRI solamente le quedan cuatro gobernadores: Omar Fayad Meneses de Hidalgo, Alejandro Murat Hinojosa de Oaxaca, Miguel Riquelme Solís de Coahuila, y Alfredo del Mazo Maza del Estado de México. Los dos primeros salen este año, y los otros salen en 2023.
Además el PRI sin gubernaturas, sin capital político más que los pocos espacios en el Congreso de la Unión y en Congresos Locales, ¿qué peso puede tener?
Pues sí tiene, sus votos parlamentarios, aunque escasos, pueden hacer la diferencia entre la aprobación o el rechazo de reformas constitucionales.
Y dirigir el Revolucionario Institucional (aunque sea cascarón) y la candidatura a la Presidencia de República (aunque sin posibilidad de triunfo per se para 2024 salvo ocurra un milagro), sirve para negociar posiciones partidarias y postulaciones a gubernaturas, senadurías, diputaciones federales y locales, y concejalías a los ayuntamientos.
Así que quien sabe si a Omar Fayad y a Alejandro Murat les asusten las recientes declaraciones de “Alito”, quien en el contexto del caso Quirino, dijo: “Espero que no se vayan de embajadores”.
Entonces, ¿son buenas o malas las expulsiones de gobernadores o exgobernadores del PRI? Pues depende de la persona y del “cristal con que se mire”.
Quizá le siente bien a la base priista, esa conformada por quienes nunca han tenido una sola oportunidad del mínimo cargo porque todos los acaparan las cúpulas.
En fin, lo que sí el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, anda movidito; acaba de participar en el Quinto Encuentro de Gobernadores del Sur–Sureste que contó con la presencia del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar.
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Rosy RAMALES