“El 20 por ciento de las personas muere a causa del tabaco.
Por lo tanto, el 80 por ciento restante, muere por no fumar.
Queda así demostrado que no fumar es peor que fumar”. Paco.
Lo primero es saber, que una encuesta preelectoral NO es un “pronóstico” ni un instrumento para hacer conjeturas futuristas, ni con sus resultados se adivina el desarrollo de la jornada electoral. Por eso, conviene interpretarlas desde varios frentes:
LA CAMPAÑA ELECTORAL : Al conocer y estudiar los resultados de una encuesta, es necesario tener presente que tanto los candidatos como los partidos políticos harán todo lo que esté a su alcance para modificar esta tendencia, bien sea para revertir la ventaja, mermarla o incrementarla. Para ello, cambiarán sus discursos, intensificarán sus anuncios, modificarán la estructura de sus equipos de trabajo, pero, en todo caso, nunca se quedan estáticos con los resultados que arrojan la encuesta preelectoral.
EL ESTADO DE ÁNIMO Y EL CONOCIMIENTO: La encuesta preelectoral es un “corte de caja” que refleja el estado de ánimo de los encuestados y el conocimiento que tienen -en un momento dado- de los candidatos y las campañas. Este estado de ánimo se mueve conforme se acerca la elección y se intensifica en el último tramo de la contienda, con lo cual se modifican las preferencias electorales e incluso las ganas de salir a votar el día de la elección. En consecuencia, los escenarios de competencia se mueven y una encuesta preelectoral no puede prever todos estos cambios.
LA CERCANÍA CON LA ELECCIÓN: Una consecuencia de lo anterior, tiene que ver con el periodo cuando se levanta la encuesta. No es lo mismo levantarla una semana antes de la jornada electoral o el mismo día de la elección, que hacerlo un mes antes o cuando la campaña inicia. De ahí que las preguntas de intención de voto o preferencia política son sólo un indicador de la situación presente en el momento de la encuesta, pero conforme la jornada avanza, son muchos los factores que la afectan.
LA PARTICIPACIÓN: Una encuesta se aplica a todos los ciudadanos con derecho a voto y las firmas encuestadoras tratan de identificar de entre ellos, a los ciudadanos con mayor probabilidad de presentarse a las urnas a sufragar, lo cual no siempre es fácil de lograr. Por lo tanto, tratar de saber la tasa de participación de este grupo pequeño con respecto a una población mucho más grande, es una nueva fuente de error.
LOS ERRORES ESTADÍSTICOS: Las encuestas forman parte de los métodos estadísticos que por definición llevan implícito errores aleatorios. Así, cuando se dice que un dato tiene el 3 por ciento de error con 95 por ciento de confianza, se está afirmando que este método puede tener más de tres puntos de desviación respecto al valor real, en 95 de cada 100 veces que se aplique (el problema es que no se aplica 100 veces, sino sólo una vez). Es decir, se tiene la confianza estadística de que los resultados de ese estudio, sean producto de una de esas 95 correctas, pero -también- se tiene la posibilidad de que sea de las 5 restantes “equivocadas”, y en su caso no sabe si el posible error sea de sólo 3 puntos hacía arriba o hacia abajo, o pueda ser mayor.
LOS ERRORES NO ESTADÍSTICO Las encuestas de opinión tienen la posibilidad de llevar errores no estadísticos, a veces incluso mayores que los estadísticos muestrales. Estos son ocasionados por el orden de las preguntas en el cuestionario; por la mala capacitación a los encuestadores o mala supervisión de los mismos en el trabajo de campo; por el fraseo de la pregunta; por la selección del informante; por el horario o días en que se levanta la encuesta y por muchas otras razones que son difíciles de medir pero se deben considerar.
Por eso, es un error considerar a las encuestas como pronósticos o bolas de cristal que adivinan el futuro. Son estimaciones estadística de la situación de competencia electoral y en el preciso momento cuando se realizan. Obviamente, esta estimación será mejor o peor dependiendo de la experiencia y recursos de la empresa que las haga. En todo caso, no existe una forma científica de hacer pronósticos con base en encuestas de opinión y los que lo hacen utilizan el conocimiento del comportamiento electoral pasado, de las estructuras de los partidos y otras variables que van más allá de la simple encuesta.
Estas recomendaciones ayudan a interpretar bien las encuestas preelectorales, para que no suceda como el caso de la candidata que acostumbraba pedir “un Café Clinton”, para que el mesero interpretara que lo que quería era “un Americano Caliente”…