Después del domingo 5 de junio…

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Seis entidades federativas vivirán una revolución pacífica el próximo domingo cinco de junio con la jornada electoral para renovar gubernatura: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.

Y aunque en algunas la ciudadanía vote mayoritariamente por el mismo partido gobernante ahí, de todos modos representa un cambio en la titularidad del Poder Ejecutivo estatal. Muchas veces la persona hace la diferencia en el mismo partido.

En Aguascalientes, Durango y Tamaulipas actualmente gobierna el PAN vía Martín Orozco Sandoval, José Rosas Aispuro y Francisco Cabeza de Vaca, respectivamente. También en Quintana Roo, pero junto con el PRD con Carlos Joaquín González. Mientas que el PRI gobierna Hidalgo y Oaxaca a través de Omar Fayad Meneses y Alejandro Murat Hinojosa.

La misma noche del cinco de junio, la ciudadanía de las seis entidades federativas sabrá si para el próximo sexenio estatal gobernará el mismo partido o cambiará.

Aunque ya se intuye con los resultados de las encuestas, que si bien no tienen la verdad absoluta, marcan pauta cuando casi todas coinciden en un mismo sentido en la intención del voto a pesar de que no sean homogéneas en cifras.

Y desde el inicio de las campañas, la intención del voto no se ha movido significativamente sobre todo en tres entidades federativas: Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas donde desde el principio el ánimo mayoritario ha favorecido a Morena.

En Hidalgo llegó un momento en que la alianza PAN-PRI-PRD se acercó muchísimo a la coalición Morena-PT-PVEM-Panal, pero en el curso de la campaña ésta le sacó más ventaja y en la víspera de la jornada electoral parece irreversible.

En Durango ambas coaliciones (sin contar partidos locales) han ido parejitas en todo el curso de la campaña; a veces rebasando una, a veces rebasando la otra. Pinta como para un empate técnico. Y Aguascalientes es la única entidad donde desde el principio de la campaña ha ido arriba la alianza PAN-PRI-PRD.

Sin embargo, a ver qué dice el electorado en las seis entidades federativas el próximo domingo, porque una cosa es que la ciudadanía diga por quién se inclina y otra, que haga efectiva esa inclinación emitiendo su voto.

Y, claro, a ver cómo operan los partidos políticos y coaliciones. Porque una cosa es que afirmen o confíen en que van a ganar, y otra, es que funcione su operación electoral. Además, las traiciones están a la orden del día.

En fin.

¿Y DESPUÉS DEL DOMINGO? 

Ah, pues después del domingo habrá candidatos y candidatas ganadoras, que tendrán la calidad de electos hasta cuando reciban su constancia de mayoría por parte de las autoridades electorales competentes.

Después del domingo, evidentemente, vienen los cómputos y la judicialización de los resultados electorales. Muy probablemente los perdedores impugnarán a los ganadores en las seis entidades federativas, pero el riesgo estará sobre todo en aquellos estados donde sea muy cerrada la diferencia entre el primero y segundo lugar.

Máxime si caen en alguna de las causas de nulidad constitucionales: Excederse en el gasto de campaña en un cinco por ciento del monto total autorizado; comprar o adquirir cobertura informativa o tiempos en radio y televisión, fuera de los supuestos previstos en la ley; y recibir o utilizar recursos de procedencia ilícita o recursos públicos en las campañas.

Por eso, mejor aceiten su estructura electoral para ganar mínimamente por más de cinco puntos; pues si ganan por menos y cometen algunas de las referidas violaciones, les pueden anular la victoria electoral.

Ah, y después del domingo también viene una etapa de praxis política: La búsqueda de culpables de las derrotas electorales para que rueden cabezas.

Ese es un uso y costumbre partidista.

Costumbre que trae como consecuencia que el grupo político interno con más poder se quede con los despojos del partido de que se trate, no para intentar relanzarlo y hacerlo crecer nuevamente, sino para aprovechar el poco financiamiento público estatal y para decidir las candidaturas venideras.

Ahí aplica ese dicho de que “el que parte y reparte se queda con la mayor parte”.

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