Que triste y reducido espectáculo generó Trump, el derrotado y soberbio. Su desesperación lo llevó a un circo mediático que lo hundió en el más absurdo de los ridículos. Inédito pero movió a su turba para dar un golpe agresivo al Capitolio. Sus enviados ingresaron al inmueble de manera hostil para interrumpir la calificación electoral que confirma el triunfo de Joe Biden.
Trump es el populista bravucón de barrio que si no gana arrebata. Está acostumbrado a arrollar al que sea hasta a su propio país. Presume ser el funcionario más informado del planeta pero es incapaz, con todos sus servicios de inteligencia, de mostrar un solo voto fraudulento. Grosero como es levantó a su pueblo contra su pueblo. Ha radicalizado y ahí están las consecuencias.
Los gorilatos que tanto denunciaron en centro y Sudamérica este enero se impulsó desde la Casa Blanca. Este es el amigo populista que dice AMLO respetamos porque nos respeta. Al tiempo vimos lo sumiso de nuestro presidente en la Casa Blanca y del tremendo error de Ebrard de sacrificar a nuestra embajadora Marta Bárcena, único eslabón real con los demócratas y Biden.
Los disturbios provocaron que Facebook y Twitter bloquearon las cuentas en redes sociales de Trump. Estamos a 13 días del cambio de poder presidencial en Estados Unidos y Washington en toque de queda y ningún funcionario federal se va de vacaciones en plena crisis porque “su trabajo es absorbente”.
Antes de este grotesco evento en el Senado de Estados Unidos se pronosticaba que Trump no acudiría el próximo día 20 a la ceremonia de investidura de Biden. Hoy se habla de enfrentar al republicano a juicios penales por sedición, insurrección y traición. Esta enfermedad de perpetuarse en el poder a razón de manipulación, engaños, mentiras, trampas y estafas deja como caricatura a su promotor.
Discursos falsos de revocación de mandatos, encuestas amañadas, juicios públicos, es la feria de los populistas engreídos. La que se autocalifica como la democracia más grande del planeta fue enterrada por un improvisado empresario llevado a la Casa Blanca. El Senado de Estados Uníos no se dejará intimidar ni nos plegaremos a la anarquía han manifestado los congresistas atacados. La mayor amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos no fue a través de los terroristas de Medio Oriente, ni los radicales neonazis, ni los migrantes ilegales, fue Trump, su propio presidente quien atentó contra su Constitución en una conducta criminal.
Mitch McDonell, líder congresista expresó que en dos siglos nunca se había registrado un acto tan infame. El saqueo fue no de objetos sino de principios. Las escenas son una mancha para Estados Unidos en su legado histórico. “Terroristas nacionales, matones, deben ser castigados”. Allá no van a perdonar a sus anarcos. No van a permitir que ni por orden presidencial estos insurrectos pongan en riesgo al resto de los contribuyentes.
Chuck Schumer líder demócrata en el Senado señaló a Trump como “demagogo” cabecilla de hampones. Veamos qué dice y reflexiona, si sabe hacerlo, Ebrard al releer el pronunciamiento de AMLO en la Casa Blanca alabando a Trump, su amigoooo. Lo ocurrido en el Capitolio me recordó cómo Antonio Tejero irrumpió con disparos al legislativo español en 1981, un teniente Coronel que se sintió por encime de todo un país.
Esta vez Trump, sembrando duda e incertidumbre, se sintió por arriba de todas las naciones tratando de imponerse. Trump es un desecho en la política, es un mal ejemplo en la presidencia, es un ser despreciable y quedó constatado por él mismo. “Fraude” fue su grito para levantar a su pueblo, una consigna tan falsa como su escaparate de supuesto líder. Ahora Biden llegará más sólido, más fuerte que hace unas semanas y Trump acabará como muchos populistas en la descalificación histórica.
Conductor del programa Va En Serio mexiquensetv canal 34.2