México ya está en ruta hacia el proceso electoral 2023-2024 para disputar sobre todo la Presidencia de la República. Y Morena, actual partido en el poder, soltó sus “corcholatas” como una estrategia para posicionarlos y formalizar la selección interna mediante encuesta.
Morena avanza en su proceso interno de manera adelantada, prácticamente de modo fáctico porque en realidad los tiempos legales de dicho proceso electoral empezarán en septiembre de 2023, salvo que una reforma electoral los modifique.
Y Morena avanza porque efectivamente tiene ‘corcholatas’ de donde escoger:
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo: el canciller Marcelo Ebrard Casaubón; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López; la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, y el senador Ricardo Monreal Ávila, entre otros.
Aunque éste último no sea tan del gusto del jefe político de los morenistas. Sin embargo, figura en las encuestas.
Esas son las “corcholatas’ morenistas hasta el momento, más las que se acumulen de aquí al inicio del proceso electoral. El presidente Andrés Manuel López Obrador las ha ido destapando cuando lo considera prudente o quizá cuando se le ocurre.
AMLO es tan impredecible que hasta puede guardar un as bajo la manga, pero difícilmente porque las circunstancias políticas exigen del posicionamiento en el ánimo de la ciudadanía; por lo menos del conocimiento sobre quiénes son las personas aspirantes para suceder al tabasqueño en la Presidencia de la República.
¿Y la oposición? Dormida en sus laureles, buscando culpables de la derrota en las elecciones del cinco de junio pasado en cuatro de las seis entidades federativas con renovación de gubernatura, y además sin “corcholatas” para la sucesión presidencial.
Sí, es una estrategia la alianza “Va por México”, pero ninguno de los tres aliados (PAN, PRI y PRD) tienen cuadros competitivos, de esos que con tan solo pararse frente al público despida el aroma de candidatura natural, fuerte y arrolladora.
Los presidentes nacionales del PRI y del PAN, Alejando Moreno Cárdenas (“Alito”) y Marko Cortés Mendoza, respectivamente, enfrentan el mismo problema: La derrota de las recientes elecciones, y ninguno de los dos derrocha carisma; por el contrario, y sobre todo el priista.
Ya no se diga del perredista Jesús Zambrano Grijalva, no pinta ni como mini “corcholata”.
El priista y el panista aspiran a convertirse no solo en el candidato de su respectivo partido político para la sucesión presidencial, sino de la alianza “Va por México”. Pero primero deberán organizar internamente a su partido y ganarse la confianza de la militancia.
En el caso concreto de “Alito”, antes deberá limpiar su imagen en torno a los escándalos derivados de los audios filtrados por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores.
A no ser de algún panistas que alce la mano, los cuadros priistas se encuentran desgastados, máxime si provienen de los clanes enquistados en las filas del otrora glorioso Revolucionario Institucional (PRI), esos de apellidos de abolengo y cuasi de sangre azul.
ÁRBOL QUE NACE TORCIDO
En la reciente sesión extraordinaria del Consejo Político Nacional del PRI, “Alito” dijo: “Atrás quedaron las épocas en las que el Presidente (de la República) quitaba y ponía dirigentes nacionales, las épocas de los arreglos cupulares.”
Pues sí, porque el mandatario no es del PRI. En otras palabras, porque los priistas no tienen jefe político nacional. Por eso ha quedado atrás esa época.
Pero los “arreglos cupulares” se siguen haciendo. Así se cocinó su “elección” como presidente del Comité Directivo Nacional del Revolucionario Institucional, y así se han cocinado las candidaturas a las gubernaturas, diputaciones federales y senadurías.
Por eso es suena a falso cuando dice que: “Hoy, en el Partido, la militancia tiene voz y esta dirigencia es producto de su expresión y de su voluntad…”
Y no obstante su mal desempeño frente al PRI nacional, los priistas reunidos en dicha sesión lo alabaron: “Alito, amigo, el PRI está contigo”.
Vaya, como reza la vox populi: ‘Árbol que nace torcido, jamás su rama endereza’.
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