¿Qué quieren los partidos políticos?

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¿Qué quiere Morena?

Retener la Presidencia de la República, obtener la mayoría en las cámaras del Congreso de la Unión; ganar todas las gubernaturas y los principales municipios del país, y predominar en la mayoría de los congresos locales; además de los espacios de la Ciudad de México.

O sea, pretende convertirse en el partido hegemónico de aquí al 2024. Y ya le falta bien poquito. Y es legítimo. Allá la tonta oposición.

¿Qué quiere el PAN?

Siendo, digamos, la segunda fuerza electoral en el país, seguramente quiere arrebatarle a Morena la Presidencia de México, menguar la representación política morenista en los congresos de la Unión y locales, restarle presidencias municipales y posiciones capitalinas. Y si se pudiera, ganarle algunas gubernaturas.

Es decir, Acción Nacional pretendería desplazar a Morena, de entrada y de inmediato en el Poder Ejecutivo Federal; paulatinamente lo demás. Pero en 2024 todo lo que se pueda de jalón.

¿Qué quiere el PRI?

A pesar de ubicarse en la tercera fuerza electoral (tomando como referencia las elecciones de 2018), el Revolucionario Institucional quiere lo mismo que el PAN.

Y una meta más, y quizá la principal: Mantener el registro como partido político nacional en las próximas elecciones federales. Vaya, en el ámbito de las últimas elecciones federales la votación del PRI casi no creció mucho (tampoco en los últimos comicios locales).

Por ejemplo, en 2018 el PRI obtuvo 13.5150%, 15.7863% y 16.3817% en las elecciones de Presidente de la República, senadurías y diputaciones, respectivamente, en la votación nacional. Y en 2021, que nada más hubo comicios de diputados federales, alcanzó 17.7624%; creció cosa de un punto porcentual.

Y en la búsqueda de sus metas, el PRI anda sumido en una crisis interna derivada de las derrotas electorales, incrementadas con la dirigencia encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”), aunque no la debacle no es culpa de un solo militante, sino de toda la membresía priista por consentir los métodos, las malas estrategias y la disciplina ciega.

Bueno, hay excepciones; militantes que se han opuesto en su momento como, por ejemplo, Ulises Ruiz Ortiz y los miembros de su organización Democracia Interna, que se expusieron a la expulsión por alzar la voz.

Hoy alzan la voz también exdirigentes nacionales del PRI al ver cómo el partido de hunde.

Casi mismo problema enfrenta el PAN, donde también hay voces pidiendo la salida de Marko Cortés Mendoza de la dirigencia nacional.

¿Qué quiere Movimiento Ciudadano?

Seguir creciendo solo como hasta ahora, sin alianzas que en vez de sumarle le resten. El partido naranja evidentemente quiere ganar de un salto la Presidencia de México en 2024 con un perfil como el de Luis Donaldo Colosio Riojas, por ejemplo.

Rebasar al PAN y al PRI, no es imposible; como tampoco destronar a Morena, aunque este partido viene trabajando para permanecer en el poder presidencial en 2024 y más allá.

¿Qué quieren los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y el del Trabajo (PT)?

Seguramente crecer tanto en votación como en espacios federales y locales. Pero ¿solos? ¿O continuando como aliados de electorales de Morena?

Es una incógnita interesante.

En fin, las metas de los partidos políticos a corto, a mediano y a largo plazo son electorales, eminentemente.

En otras palabras, a los políticos de todos los colores solo importa el poder. Son totalmente elecciones; nada más que los guindas con cierta estrategia y el resto, a bandazos.

Con sus honrosas excepciones, qué les va a importar la ciudadanía. Les importa el siguiente cargo de elección popular, los puestos en gabinetes, las posiciones partidistas; el control.

La justicia social, el bien común, primero los pobres y demás ‘principios ideológicos’ parecen meros slogans de campaña de partidos políticos y su membresía.

Por cierto, la campaña electoral se ha convertido en un estado ‘normal’ y permanente de Morena; estado que han descuidado sus adversarios.

Y así, todos los partidos y casi todas las personas dedicadas a la política se han metido en la espiral donde solo importa el poder por el poder.

¿Es legítimo? Sí. No obstante, cabe preguntar: ¿Pero y dónde queda la ciudadanía, el pueblo, el país, la nación?

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