Los dos monstruos piden de comer todos los días: La amenaza del destierro

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Antonio López de la Iglesia

Ni el tiempo le hace caso a los barómetros ni los precandidatos obedecen al calor extremo que aconseja quedarse en casa. Una vez más, las previsiones se cumplen mucho antes de lo previsto y en mayo ya se ha superado el cálculo que el Gobierno había hecho para todo este derrochador año de pre campaña, y de desprecio a las reglas “viejunas” de cómo manejar una transición Presidencial. Por si alguien no se ha dado cuenta la carrera para lograr la candidatura de MORENA a la Presidencia se ha desatado entre los previsibles Claudia y Marcelo mientras que al inesperado secretario Adán, se les sube al ring sin que el apenas se despeine y sin mostrar un mínimo síntoma de ansia, lo que no pueden decir los otros contendientes que sudan y sufren. Y como dicen por aquí, por Tabasco, como la humedad Adán Augusto López se va metiendo por todos los resquicios y no hay lugar en donde se plante que no le griten con ese “oscuro objeto de deseo” ¡¡¡Presidente, Presidente!!! Y Claudia y Marcelo se ven rebasados por la sorpresa. Y la primera, muy nerviosa, responde con ingenuos métodos agresivos, por más que desde todos los lugares se le llame a la calma. Y manda periodistas, que han vendido muy caro y recientemente su prestigio, a levantar curriculums tendenciosos y a seguidores a sueldo a descalificar al buen Marcelo. Y claro, sus cifras bajan y bajan. Y ya algunos militantes de la CDMX se preguntan a dónde van a parar con estos administradores, pero hacen mal en preguntárselo: no van a parar. Y dice que pide el día libre para ayudar a hacer campaña a sus compañeros que realmente si lo están, aunque la realidad es que ella es la que necesita urgentemente visibilidad positiva. De esta falta de atención viene la baja actividad de la economía de la capital política de México y agrava el desequilibrio de las cuentas, que son las cuentas de nunca acabar, y le echan la culpa al enfriamiento económico, que ha derivado en neumonía.

Tiene que darle de comer a dos monstruos: la candidatura y la ciudad.

Mientras que todo esto ocurre Claudia necesita seguir con su huida hacia adelante y la verdad es que se entiende, pero está metida en una encerrona. Porque parece evidente que la candidatura se le escapa y la ciudad la reclama y tiene que darle de comer a esos dos monstruos con la amenaza latente del destierro si le sale mal la jugada. No lo tiene nada fácil, no. La verdad es que el gasto público es el malo de la película. Supera el déficit ese tipo de cifras tan difíciles de escribir sin aburrirse. En la CDMX se gastan lo que no tienen. ¿Cómo administran tan mal unos señores y señoras que son tan buenos administradores de lo suyo que en algunos casos ahorran al año más de lo que ganan anualmente? La repuesta está en el derroche y habría que declararlos pródigos. Tienen un agujero en la mano, y con tanta campaña parece claro que por ahí chorrea el sencillito. Hace mucho tiempo que los contribuyentes nos dimos cuenta de que el Gobierno, así en general, no repara en nuestros gastos. No hay forma de establecer un plan de convergencia y donde vamos a converger todos es en la antesala de los prestamistas. Los precios siempre han sido unos insumisos, pero parece que en vez de disciplinarlos se les estimula a la rebelión, gastando y gastando a troche y moche, como si México fuera inagotablemente rico. Un día se van a ahogar, de tanto nadar en la abundancia.

 

La amenaza del destierro

También a mí me desterraron del mar, lo que pasa es que volví, unas veces navegando y otras a nado, desde el mar Mediterráneo, hasta el rebalaje nativo tabasqueño. Y aquí estoy: a flote. En el sur y en el SUR. Unos quince mil artículos, en números redondos -no todos redondos, por supuesto-, no han bastado para perderle el miedo al folio en blanco y muchas veces he lamentado que en las papelerías no los vendan ya escritos. Quiero decir que mientras más viejo más complejo. Y más responsable ante los desconocidos amigos que tengan la santa paciencia de dedicarme todos los días tres minutos, que es lo que dura un asalto y un artículo de treinta y tres renglones de sesenta espacios. No ignoro que nada hay más antiguo que el periódico de ayer y que todo lo que se escribe en las volanderas páginas de un periódico tiene una irrefrenable vocación de olvido. No importa. Yo intento, nada menos, que ser un salvador de instantes y un cantor de lo cotidiano, que es mucho intentar, sobre todo para quien tiene tan pobres armas. Me he ido dejando la vida en ese empeño, pero en alguna parte tenía que dejármelo, ya que no es fácil llevársela de aquí. Siempre he escrito a mi propio dictado y lo único que me da pavor es decepcionar a los amigos. A los correligionarios no puedo decepcionarlos porque ni los tengo ni los he tenido nunca. Detesto las polémicas. No porque no me guste dar mi brazo a torcer, que también para eso están los brazos, sino porque creo que de la discusión no sale la luz. Si acaso, salen chispas. Escribir una columna con nombre y apellidos es una forma de esclavitud de la que aún no se ha ocupado Amnistía Internacional, pero esa esclavitud me ha permitido ser mi propio amo y ya es tarde para cambiar. Además no sé hacer otra cosa. Perdonen mis muchas faltas venideras y ya saben que si el tiempo no lo impide, me refiero al tiempo de vida, aquí estará mi artículo dos veces por semana que en la actualidad solo da para eso mi decepción. Que sea por muchos años y ustedes que lo lean.