Prepárense para ver escenas de personas con revolver en manos disparándose entre sí; unas con el propósito de atracar y las otras en defensa de su vida y de sus bienes. Como en esas escenas de películas al estilo del llamado “Viejo Oeste” americano (que algunos dicen fue más la imaginación cinematográfica que la realidad).
Pero así imaginamos la vida cotidiana a lo largo y ancho de México a partir de la idea del diputado federal y presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”), de que el gobierno, al no poder garantizar la seguridad, permita “a las familias portar armas para defenderse”
Así, imagínense, ciudadanos atrincherados en sus casas, en postes de luz, en equinas de las calles, y en todo cuanto encuentren, abriendo fuego en contra de los delincuentes. Y éstos, obviamente, dejando caer toda la carga de balas sobre quienes disparan en defensa propia.
Nada más que ya no estamos en la época de los revólver, rifles y escopetas, sino en una era de armas sofisticadas, de alto poder, que con una ráfaga matan a decenas de personas haciéndolas pichancha. Y estas armas solo las usan los miembros de las Fuerzas Armadas y aquellos de la delincuencia organizada; los primeros de manera legal y los segundos, quien sabe cómo.
Imagínense las matazones y los ríos de sangre corriendo por las calles.
Seguramente “Alito” imagina otra cosa –quizá desvaría— porque ha dicho lo siguiente:
Que ante la ausencia de un Estado que cuide a los mexicanos, “que sepan los delincuentes que la gente se va a defender de las agresiones”. Y para ello el PRI propondrá modificar la Ley de Armas de Fuego, para que la gente pueda tener acceso a las armas, con la finalidad de defender sus vidas y casas.
También anunció que impulsará una ley para que “los integrantes de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y la Marina puedan llevar sus armas de cargo a sus casas, para defenderse y hacer frente a la delincuencia organizada.”
¿Y si los niños y los jóvenes encuentran las armas en su respectiva casa? Puede que las usen como juguetes y ocurran muertes accidentales. O muertes colectivas cuando algún joven encuentre el arma de sus padres y la tome con el ánimo de matar a sus compañeros de clases o a cuanta persona se le atraviese. Como ha sucedido en Estados Unidos.
O simplemente una persona que le dispare al vecino porque le cae gordo, pero dirá que fue en legítima defensa.
Es muchísimo el riesgo de armar a la ciudadanía.
“Alito” tendría que promover a la par reformas para reforzar la figura de la “legítima defensa” como causa de exclusión de la imputabilidad; caso contrario, pronto serán insuficientes las cárceles llenándose de gente que disparó y mat para defenderse.
En su momento de cordura, “Alito” tiene cierta razón cuando dice que:
“El gobierno de Morena no tiene ningún plan de seguridad, ni le interesa hacerlo, por lo que la violencia que se vive en el país es la principal preocupación de los mexicanos”.
Que el número de muertos “ha roto récords”, puesto que actualmente hay “muchos más muertos que en todos los sexenios pasados”.
“Ahí está el ejemplo del asesinato de los sacerdotes jesuitas y ninguna autoridad hace nada. En Michoacán están cobrando derecho de piso, en Guerrero ya hasta cobran por la venta de pollo y en el Estado de México por la distribución de gas”.
Que los Estados Unidos acaba de emitir alertas de viaje a prácticamente todo el territorio mexicano, por lo que “seguiremos insistiendo al gobierno federal que cambie la estrategia”.
Sí, pero la delicada situación por la cual atraviesa la República Mexicana no se soluciona armando a la ciudadanía. Sería como hacer justicia por propia mano. Y esto solo ocurre cuando hay ausencia de Estado de Derecho, de gobierno.
Y ojo, el gobierno se integra por los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Entonces, la responsabilidad es compartida. Máxime en relación al Legislativo que debe funcionar como contra-peso al Ejecutivo, pero como la oposición tiene ‘cola’ (sobre todo la que ha detentado el poder presidencial) sus legisladores dejan hacer y pasar simulando que se oponen.
Y aunque se opongan, poco pueden hacer para dar virajes constitucionales. ¿Y de esto quien tiene la culpa? Los propios partidos políticos porque ante sus malos ejercicios de gobierno decepcionan a la ciudadanía que cada vez vota menos por éstos, y ni siquiera son capaces de postular liderazgos regionales, sino siguen recurriendo al amigismo, compadrazgo, cuates y cuotas.
En fin.
OCURRENCIAS
“Alito” se encuentra tan desesperado, más por rescatar su imagen, que por levantar al PRI, que está sumiéndose en sus propias ocurrencias.
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