Las relaciones también cuentan

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El régimen del presidente López Obrador se centra en la narrativa que su administración es la que detenta la cuarta transformación de México.

En esta cuarta etapa de la vida del país prometió disminuir drásticamente la corrupción, que la prosperidad se vea reflejado en las mesas de las familias mexicanas y, que la seguridad regresaría a los pueblos y ciudades de México.

Pero para estar en condiciones de que verdaderamente sea una transformación, se debe modificar los sistemas y subsistemas político, económico y social. La transformación de un país no solo es de palabra o de buenas intenciones.

Por eso es por lo que la transformación de la seguridad junto con sus sistemas y subsistemas también transita por las relaciones exteriores y el fomento que haga de ellas.

De una eficiente política exterior de Estado podría depender el intercambio de información que conlleve al perfeccionamiento de las políticas de seguridad.

Los frentes con otras naciones, con medios de comunicación u organismos internacionales poco favorece al diálogo y sólo aísla a nuestro país.

Los conflictos también se han extendido a legisladores norteamericanos y con el gobierno de ese país.

La relación entre la seguridad y las relaciones exteriores consiste en que son dos campos del poder. El primero mide su capacidad para otorgar las mejores condiciones de desarrollo social, político y económico, mientras que el segundo consiste en aprovechar las mejores oportunidades del exterior para traerlas a territorio nacional, principalmente.

La insistencia de esta administración en que España pidiera perdón por los abusos de los conquistadores españoles fue un desacierto que redujo la intensidad de las relaciones con la península ibérica.

Se trató de un despropósito que había sido superado, como asunto de Estado, desde hace por lo menos cien años. El ejemplo lo constituiría que en las fiestas del centenario de la independencia en 1910 el Marqués de Polavieja, en nombre del gobierno de España, devolvió a México el uniforme con el que había sido capturado Morelos en 1815.

Por eso la designación de embajadores mexicanos en el exterior debería tomarse con más seriedad y cuidando los perfiles a proponer. Por eso el nombramiento de Pedro Salmerón no prosperó y Panamá rechazó otorgar su beneplácito y el gobierno mexicano mostró una actitud pasiva en procurar justicia al evitar mencionar los señalamientos que se le hacían.

Una transformación, como la independencia, la reforma o la revolución trajo consigo, un cambio cultural y de conductas en sus individuos. Es un cisma político, económico y social que, por el momento, no parece que todavía se vislumbre y, por tanto, la cuarta transformación solo administra el gobierno, pero no transforma a el Estado.

El autor es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México

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