A un año del cambio de gobierno en el Estado de México, tuvo lugar un acto como si hubiera sido en Versalles, que tuvo como protagonista al gobernador Alfredo del Mazo, vestido como el príncipe encantado de una kermesse en Metepec.
Como un retablo viviente, el acto contó con figuras vivas (algunas más “vivillas” que otras) que parecían fabricadas por artesanos: la mitad de los participantes con rasgos marcadamente nativos, con vestimenta colorida y llena de folklore, en tanto que la otra mitad hizo su aparición con sus mejores galas de los rumbos “fifís” de Huixquilucan. Cabría puntualizar que, aunque Ricardo Monreal posee propiedades en el municipio más rico del país, no puede considerársele “fifí”, se le vea desde donde se le quiera ver.
No era pre posada (sería demasiado adelantarse a los acontecimientos, pues septiembre no es diciembre, aunque algunos de los presentes pensaban que estábamos viviendo en plenas elecciones presidenciales del 2024): era el informe del cuarto consanguíneo en el gobierno mexiquense. Aquí los sucesores se eligen como lo hace la monarquía inglesa, le pese a quien le pese, incluida “La Delfina”, que aunque así se llame no es la siguiente por mandato mexiquense: si acaso lo será por mandato de Palacio Nacional, donde están tratando de construir a base de anuncios de televisión, bots y espectaculares, una nueva realeza a la que han dado en llamar “corcholatas”, locales y federales, pues la sangre azul no corre por sus venas.
El teatro estuvo absolutamente lleno con los personajes políticos de moda. El jefe de Gobernación paseando al gobernador y este al secretario. El Grupo Atlacomulco -o lo que queda de él- posando en primera fila, en tanto que Claudia Scheinbaum aparecía un poquito orillada, pero con su máxima sonrisa. El perverso de Ricardo Monreal se abrazaba a Higinio Martínez, otro mártir, pero este perdedor de la candidatura a la Primera Magistratura de la entidad, y perdedor también, de la presidencia de la Cámara de Senadores para este periodo. En los últimos momentos, aunque su grupo tuvo mayoría para presidir Morena, terminó por doblar las manos para que la suplente de Delfina Gómez (quien ha regresado momentáneamente al Senado, pues no sabe tejer para entretenerse en tanto empieza su campaña) se alzara con la presidencia de Morena en la entidad natal de Higinio, quien recibió tres golpes que todavía pareciera no haber entendido: así son los nocauts.
En el faraónico evento estuvo toda la clase política nacional. Desde luego los curas del estado, banqueros, comerciantes y un sin número de aspirantes a ser gobernadores del Estado de México y a la misma Presidencia de la República. Se convirtió en un acto de masas que4 tenían sed de ver y ser vistos.
El gobernador, nieto de Alfredo del Mazo Vélez, hijo de Alfredo del Mazo González y primo de Enrique Peña Nieto, es parte de la realeza mexiquense. Estuvo presto a responder a las preguntas de los reporteros: ¿buscaría la Presidencia de la República?: primero, mi estado y cumplir mi lugar como gobernador.
Seguramente el evento fue un caldo de cultivo para el enojo de Palacio Nacional: porque una cosa es la cortesía, y otra engordar el cochinito al PRI mexiquense, en el que es su último bastión, un reducto sumamente poderoso en recursos y votos, del que no querrán desprenderse jamás. Al tiempo.