En Morena, todos contra todos

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  • Peligra el futuro de ese movimiento
  • Ante una oposición esquizofrénica

La desunión y la competencia de odio, al interior del partido, llevará al Movimiento de Regeneración Nacional a perder muchos, millones, de simpatizantes, que harán sumamente difícil para ese partido las elecciones, en el Estado de México, el año próximo, y las presidenciales en el 2024, amén de las de la Ciudad de México en donde la gobernadora Claudia Sheinbaum no ha hecho nada porque Morena recupere la simpatía de las nueve alcandías que están en manos de la oposición.

Es obvio que, en la carrera electoral por la candidatura a la elección presidencial, haya competición, lucha, confrontación, para ganarse la simpatía de los electores morenistas que elegirán al candidato. Pero de ello a la guerra sucia no se entiende. No se vale.

Y no son justificables actos como los que  practica la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román en contra del líder de Morena en la Cámara de Senadores.

No es posible justificar el odio de la es priista, cuando lo que tendría que practicarse, en estos momentos, sobre todo, es la solidaridad, la empatía, independientemente de simpatías o antipatías. En procesos electorales, sobre todo, debe primar la unidad por sobre las diferencias.

Sin embargo, muchos miembros o simpatizantes de Morena, no se dan cuenta, o no quieren darse cuenta, de que el Movimiento de Regeneración Nacional corre un gran peligro para las próximas elecciones, tanto la del Estado de México, el año próximo, como las de julio de 2024, cuando los votantes elegirán al sucesor del ahora presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y hay guerra sucia. Todos contra todos. Como si el puesto de presidente de la república fuera una patente de corzo para seguir con las prácticas corruptas de los presidentes neoliberales.

Pero no.

Se quiere suponer que los aspirantes a la candidatura de Morena para contender por la presidencia de la república van porque están conscientes de que tienen que ser continuadores de la política del actual mandatario, de continuar con la llamada Revolución de las Conciencias o la Cuarta Transformación de la Vida pública de la nación.

Episodios como el protagonizado por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores abiertamente en contra de Ricardo Monreal Ávila para propiciar su renuncia a Morena porque muchos morenistas no lo pueden ver ni en pintura, no pueden repetirse.

El senador tiene todo el derecho de aspirar a la candidatura, como lo tiene cualquier morenista hombre o mujer, como lo tienen los aspirantes que salieron de la boca del presidente López Obrador.

El doctor Ricardo Monreal ha jugado un rol sumamente importante en la creación de leyes, reformas legales y constitucionales desde su posición de líder morenista, amigo del presidente de la república, compañero de lucha, desde hace poco más de un cuarto de siglo, con quien imaginó, y dio vida a Morena,

El zacatecano tiene derecho, como lo tienen Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de relaciones exteriores, o el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández. Bueno. Cualquier miembro de Morena tiene ese derecho.

Y la competencia tiene que ser leal, respetuosa, entre compañeros de viaje, entre morenistas. No se valen escaladas traicioneras, desleales, como la operada por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores Sanromán, quien no sabe diferencias a un correligionario suyo de un adversario que es rechazado inclusive al interior de su partido. Monreal no es Alito, senadora, le espetó recientemente el colega Héctor Moctezuma de León a la señora gobernadora.

Pero no se justifica la guerra sucia, abierta, de Layda Sansores en contra de Monreal Ávila. No. No se justifica, pero se entiende. La gobernadora es parte de la jauría que rodea al presidente. Esa jauría de la que supuestamente habló Tatiana Clouthier con el periodista Enrique Galván Ochoa.

Son tiempos de guerra de todos contra todos, al interior de los partidos y Morena no se salva. Es más, es el partido donde hay más guerra, y sucia, entre todos. Y es de esperarse que esta guerra no afecte las preferencias del electorado.

Por lo pronto, Monreal Ávila ha decidido no salir de Morena, el movimiento hecho partido que fundó con López Obrador. Pero tampoco se saldrá Layda, aunque ésta no tiene tanta importancia como quien le ordena atacar por cualquier medio al senador zacatecano. Y quién le ordena. Tengo cierta sospecha de la autoría intelectual de los movimientos de la campechana. Pero sólo son sospechas. Aunque a falta de información, el dicho sugiere que piense mal y acertaré…