Sí, al INE ‘le salió el tiro por la culata’

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Pues sí, como dice el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, al INE ‘le salió el tiro por la culata’ al mandar a realizar una encuesta, cuyo resultado (para desfortuna de la autoridad electoral) fue a favor en mayor medida de la reforma electoral propuesta por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Y para rematar no la publicitó ampliamente, al menos en su portal “Central Electoral” y en redes sociales. Sí, como afirma el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, la encuesta puede estar en el portal de transparencia de este órgano; incluso, sus principios rectores, le obligan a la máxima publicidad.

Pero el hecho de no cantarla con bombo y platillo de forma íntegra, dio armas a quienes defienden la reforma presidencial para decir que el INE ocultó el estudio demoscópico, el cual se conoció de manera algo más amplia con la información difundida por el diario “El País”, donde se destaca que dicha encuesta, realizada en septiembre pasado, arroja que:

El 93% de ciudadanos apoya la propuesta de destinar menos recursos públicos a los partidos políticos; el 87%, la disminución del número de diputaciones y senadurías; el 78%, que los consejeros y los magistrados electorales sean electos por voto popular directo; el 74%, el reducir los recursos que se le otorgan al INE; el 52% que éste sea sustituido por un nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC) centralizado; y un 53%, apoya que desaparezcan los organismos públicos locales y los tribunales estatales.

Y aunque estos dos últimos temas registraron los porcentajes más bajos de respaldo ciudadano, las personas encuestadas apoyan en su mayoría las propuestas contenidas en la reforma presidencial.

Y quizá las sigan respaldando porque la ciudadanía casi siempre dirá sí a planteamientos que representen reducción del gasto público para partidos y para el aparato burocrático, así como éste mismo en cuanto a disminuir el número de legisladores y consejeros electorales (del INE). Que sean electos popularmente o no, tal vez se respondió inercialmente.

Porque la ciudadanía ni está pensando en la forma de elegir consejeros y magistrados, ni conoce a ciencia cierta los procedimientos vigentes y los planteados en la reforma de AMLO y en las iniciativas del PRI, del PAN, del PRD, de Movimiento Ciudadano y demás partidos.

En sí mismos son procedimientos complejos, máxime cuando la iniciativa presidencial plantea un cambio sustancial en el sistema electoral mexicano y en el modelo para integrar los órganos electorales. Para comprenderlos cabalmente se requiere de explicaciones con ‘bolitas y palitos’.

Es cierto, la ciudadanía tiene confianza en el INE, porque se ha convertido en un árbitro electoral creíble y, por lo mismo, en una institución que ha contribuido determinante en la paz y estabilidad social del país al organizar elecciones que alejaron el fantasma de los ‘fraudes electorales’, lo cual ha sido gracias al andamiaje jurídico construido por todos los actores políticos a lo largo de la historia electoral mexicana, y con el antecedente del IFE.

En ese tenor, a consejeros y consejeras electorales del Consejo General del INE no les queda meter al Instituto ‘entre las patas de los caballos’ mandando a elaborar una encuesta, que, independientemente del resultado, representa lo que tanto se está criticando por parte de Morena: Un gasto.

Sienten un deber el defender al INE, pero la credibilidad de éste lo defiende por se. Además, diversas voces especializadas y prestigiadas se han pronunciado a favor de que el Instituto sea intocado en la reforma electoral morenista. No había necesidad de una encuesta ordenada por el propio INE, cuando, además, ya la venían haciendo diarios y casas encuestadoras por su propia cuenta, y salía bien.

Ahora que si en el INE ordenaron la encuesta para consumo interno para saber el terreno que pisaban, tampoco es pecado. En todo caso, el pecado sería que se salió de control, lo cual afectó el principio de máxima publicidad al cual está obligado el Instituto.

Vaya, como el INE tiene credibilidad, entonces también la encuesta ordenada por éste. Es como un ‘cara a cara’ con la reforma presidencial, la cual sale ganando, aun cuando la ciudadanía desconozca las profundas implicaciones de cada uno de los planteamientos. Por cierto, todos representan riesgos, pero no todos son malos.

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