Y las desapariciones

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Hay números ocultos, disfrazados o inconvenientes que no son regularmente expuestos a la opinión pública. Revisemos: la cifra de homicidios dolosos en este sexenio se aproxima a los 146 mil, lo que significa que está a sólo 10 mil de igualar a los ocurridos en todo el sexenio anterior, cuando se acumularon 156 mil 437. Y las cosas no indican que el crecimiento vaya a disminuir.

Estos datos no corresponden al compromiso verbal de AMLO que prometió generar un país más estable y equitativo. En eso ha fallado y hoy vivimos una realidad criminal muy perturbadora y fuera de control.

En el primer semestre del año pasado el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o No Localizadas alcanzó la cifra de 100 mil. Desde esa fecha el registro de personas desaparecidas o no localizadas aumentó en 10 mil 751. Por ello cobra importancia, entre otros casos, lo ocurrido en Ayotzinapa.

Hay una geografía muy clara de donde ocurre la mayor parte de las desapariciones: se denunciaron mil 397 en la Ciudad de México, 996 en el Estado de México, 760 en Morelos, 671 en Nuevo León, 625 en Jalisco y 516 en Zacatecas.

Esto representa un drama más que ha fracturado a la sociedad. Miles, miles de mexicanos han desaparecido y miles y miles han fallecidos o por la pandemia o por el crimen organizado.

Por eso duele que se den actos abiertos de impunidad como los observados en los dos culiacanazos a razón de las detenciones de Ovidio Guzmán. Fuimos testigos como un importante número de personas favorecen, protegen, promocionan o toleran las actividades de estos crimínales que son capaces de atenazar contra la vida de inocentes. La destrucción de bienes inmuebles, vehículos e incluso aeronaves es mera estampa de la gravedad del tema.

Mucho se sabe qué hay funerarias que están permanentemente vigiladas por bandas crimínales para que los cadáveres no sean reconocidos o en su caso rescatados. Luego la mayoría son arrojados a fosas clandestinas, cementerios improvisados que cada día se multiplican. Pero estas no son prioridades para las autoridades.

Es vergonzoso como madres, esposas, hermanas forman colectivos para buscar en tétenos baldíos o edificios abandonados algún indicio que pudiera llevar al paradero de sus seres cercanos. Y no estamos hablas donde la guerra sucia en aquel Guerrero en donde a los insurrectos los “desaparecían” arrojándolos al océano desde helicópteros. Hoy los modos son distintos, el ácido ayuda a “pozolear” los restos humanos y desaparecerlos sino es que los ofrecen de alimento a leones o bestias dentro de zoológicos particulares en fincas y ranchos.

Grave el espectáculo de tener que explicarnos como sociedad o ante el mundo como es que no podemos comprobar que 43 jóvenes desaparecidos fueron o no incinerados. Es lamentable comerciar políticamente con la vida o muerte de los demás. Vivir del sufrimiento de otros representa un ciclo de salvajismo sin precedentes.

Conductor del programa VaEnSerio mexiquensetv canal 34.2 izzi 135 y mexiquense radio.

@cramospadilla