Biden: lecciones a considerar sin extrapolarlo

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Hay la malsana costumbre de extrapolar los temas mexicanos a los temas y escenarios  estadounidenses y viceversa. Porque nos suena de oídas, porque creemos saberlo, porque parece que embonan…y no. Y de aquel lado tampoco se muestran siempre tan conocedores. Al menos sus grandes medios. Ya hemos visto las pifias del The New York Times.  No por serlo no está exento de publicarlas.

Ociosa tarea de pírrico aporte pero que pulula, que más que buscar lecciones, demuestra el desconocimiento de ambas dinámicas. Mutuamente. La consecuencia es un extravío brutal: así, puede leerse que Trump es como López Obrador o al revés; y que López apuntaló a Trump en su visita de julio de 2020 cuando ni campaña presidencial había allá –y sin explicar detalladamente ni cómo podía ser eso ni cómo sucedió con una derrota sabida de por medio – y sin podernos decir cómo sucedió quienes aseveran el apuntalamiento sin pestañear –que lo afirman solo porque no les cuadra López– o cómo se conectan todas sus aseveraciones; ¡ja! ni que los mexicanos fueran del gusto de Trump y de sus electores. Pero lo afirman sin más. Es que es eso: hablar por hablar desde México o desde allá de lo que no se sabe y todo por…por creer que con ello se golpetea al de allá o a López Obrador, cuando en realidad solo se demuestra su inmenso desconocimiento de la realidad binacional. A renglón seguido te aseguran que allá sí se respeta el voto o que allá ni fraudes o que son bien civilizados o ya metidos en el desvarío, lo juran, así sea viendo el asalto al Capitolio, dicho y visto cuando no se quiere ver algo, que no se ve y punto.

Entusiastas aseguran que Biden es el pivote para que Calderón regrese a la presidencia de México…pues,  porque son amigos…. Sea por Dios.

Ante tanta alucinación es pertinente ser cuidadosos con las reflexiones comparando temas disímbolos y binacionales o solo demostraremos que dos siglos de vecindad nos evidencian ignorantes de los vecinos y sus formas que no son mi mejores ni peores, sino que solo son otras y punto. Es que para mirarlo detenida y certeramente, es importante no encandilarse con aquellos.

En esa tesitura, varias lecciones sí que nos pueden dejar los acontecimientos en la nación yanqui:

a)Que ganar por un pelo las elecciones en todas partes puede crear crispación y desconocimiento de los resultados. Solo que de momento es allá donde se intentó romper el orden institucional y no en México. Aun siendo López el supuesto agraviado en 2006 y 2012.

b)Que nos convendría estudiar mejor y al detalle a sus protagonistas y tipos para no errar en nuestros veredictos creyendo ver similitudes inexistentes.

c)Que es muy importante identificar que la relación bilateral es compleja. Antes que otra cosa. Y que conocer Disneylandia no es conocer Estados Unidos a fondo ni los entresijos del poder de aquella nación. Si eso se consigue entender estaremos del otro lado en toda empresa analítica que iniciemos. Acerca de ellos.

d)Ser plenamente conscientes de que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses y que ambos países viven una interdependencia profunda, que debería de permitir verlos sin tanto encandilamiento ni temor. Ambos países han estado por décadas reflexionando sus diferencias y sus desconfianzas mutuas; y no acaban de convencerse de que no tienen más remedio que colaborar en una amplísima agenda compartida y que la desconfianza mutua persiste. Qué sentido tendrá negarlo. La frontera seguirá allí.  Mas que perder el tiempo en intentar negarlo, deberíamos ponernos a trabajar.

A partir de estas consideraciones, quede claro que Biden es presidente de Estados Unidos y lo católico no lo hace cercano a nosotros. Dicho por aquellos despistados que por alguna extraña razón en ello ven posibilidades de entendimiento. Es tan burdo suponerlo basándose en tal e insinuarlo, como la creencia idiota del priista Videgaray apostando a que ser amigo del yerno de Trump le inducía a basar en tal cosa la relación bilateral más importante de México y abonó a la desastrosa relación creada por Peña Nieto. Tanto Peña como López apostaron a que mejor se fuera Trump, como el que se hace el muerto ante un oso agresivo. Pues ya está.

Mismo extravío como cuando nos envían embajadores de origen mexicano y no falta el aturdido que por esa razón se pierda pensando que son nuestros amigos y verán por nosotros. En un caso u otro, ellos verán por sus intereses. Como corresponde. Así como toca a López Obrador y a nosotros en conjunto, ver por los nuestros. Si esto se entiende, es perfectamente comprensible lo demás. Ahora, si prefiere el comentario chispa, lo ponemos: paradoja resulta que el presidente católico sea el yanqui y acaso el protestante, el mexicano. Va, aunque no hacemos nada con esos datos para un análisis profundo. Ahora bien, si el tema complicará las relaciones bilaterales, entonces dígase: es verdad que frenar las concesiones energéticas al ritmo peñista lejos está de ser por proteccionismo de México, tal y como lo afirman los desaprensivos. Acaso sea eso un efecto, no la finalidad.  Es negar la realidad o falsearla. Las reglas establecidas por Peña Nieto – en esa pagada con maletines reforma entreguista de 2013– era permitir competencia vía negocio y lucrar en energías, pero en condiciones no favorables a México. Las transnacionales lo saben y deberían hacer mejores ofertas a México y su potente mercado y a los mexicanos no venirlos a centavear como lo hicieron las empresas petroleras y gasolineras con el beneplácito del PRI que lo permitió descaradamente. Acuerdos en beneficio de todas las partes y no en contra de México, es lo que se puede exigir en materia energética. Pero hacerlo está muy lejos de dar la espalda a energías modernas. Son dos cosas distintas. Que lo entiendan en Washington y donde haga falta y de paso, ciertos mexicanos, que no está de más que lo hagan. porque ni lo han entendido ni les da la gana hacerlo.  Y es tan fácil.

¿Qué a Biden y a López no se les ve cercanos? Todo se andará. Dicen en Los Angeles Times que López no esta preparado para Biden. Pues mira…en una de esas Biden no lo está para López. Tablas y a otra cosa. No fueron presidentes para amarse forever.