La inseguridad en México y el futuro de Obrador

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López Obrador, durante decenas de años y hasta que finalmente logró hacerse del poder, en 2018, prometió erradicar la inseguridad durante su mandato, afirmaba que en seis meses lo lograría, pero la realidad ha demostrado que las delirantes ocurrencias del presidente han sido todas y cada una de ellas un verdadero fracaso y que la situación lejos de mejorar está empeorando.

Desde que AMLO asumió el poder, México se ha convertido en un Narcoestado. Los cárteles de la droga han aumentado su poder y control en todos los niveles de gobierno y la sociedad en todo el país, como nunca se había visto. La inseguridad ha crecido en forma alarmante, y la corrupción se ha extendido a todos los sectores de la vida pública. 

Basta ver a la familia presidencial para comprobar, con evidencias irrefutables, la complicidad, los altos niveles de corrupción existentes y que son tolerados, justificados y alentados por el mismo presidente. Las asociaciones delictuosas, abusos de poder, nepotismo, enriquecimientos injustificables que imperan en el círculo más cercano al gobierno son aplaudidos o minimizados en cínicas mañaneras

Obrador ha servido como intermediario, a favor de uno de los narcotraficantes más peligrosos y conocidos en el mundo, “El Chapo”, ha reconocido públicamente qué por órdenes de la familia del delincuente, solicitó clemencia para Guzmán Loera para que le permitan las visitas familiares. Ha saludado frente a todo el país y el mundo entero a la madre del Chapo mostrando una sumisión nunca vista en ningún presidente, todos los mexicanos contemplamos atónitos la evidente subordinación del Ejecutivo diciéndole a la madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán mientras se acercaba a la camioneta que la transportaba “no te bajes, no te bajes” tuteándola con mucha familiaridad y después de saludarla, con más que evidente afecto, le reporta; “ya leí tu carta, ya la leí”, para después recibir frente a toda la comitiva y la prensa nacional e internacional instrucciones de parte del abogado del narcotraficante y finalmente después aceptar comer y convivir con familiares de Guzmán Loera. 

Todas estas acciones y muchas otras del pasado, desnudan a López mostrando que siempre ha estado dispuesto a tratar con los cárteles de la droga y ahora como presidente los considera como interlocutores legítimos, en lugar de combatirlos como enemigos de la sociedad. Muestran a un presidente que no le importa de dónde y cómo llegan los recursos que han enriquecido a todos sus allegados y su propia familia.

 Esta sumisión de López Obrador con los capos de la droga ha dado lugar, en México, a una escalada de la violencia en todo el país, en donde el número de muertos y desaparecidos ha aumentado drásticamente. Además, explica la ridícula estrategia de seguridad del mesías tropical en donde dice que su gobierno ataca las razones de la criminalidad “acusando” a los narcos “con sus mamás y abuelitas”, “abrazos y no balazos”.

Explica por qué el presidente dejó libre a Ovidio Guzmán cuando lo atraparon por primera vez y por qué en México no existe orden de aprensión contra este narcotraficante, conocido en todo el planeta como uno de los herederos del imperio de su padre. Explica también como es que el sexenio de López se caracteriza por ser el más violento de la historia, muy por encima de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto juntos. Diario se suman decenas de personas ejecutadas en todo el país y en el 99.9% de los casos sin que haya detenidos

 La creación de la Guardia Nacional, ha sido criticada por su falta de eficacia, falta de coordinación entre las fuerzas policiales locales y federales, su militarización, los constantes abusos de sus efectivos contra la sociedad civil y constantes denuncias en donde los Guardias Nacionales protegen a los narcos. 

En días pasados, la violencia volvió a saltar a la primera plana de los periódicos, ahora con el secuestro de cuatro ciudadanos americanos, de los cuales dos fueron rescatados con vida y los otros dos fueron encontrados muertos. Y si usted, estimado lector, piensa que fueron localizados por las labores de inteligencia del gobierno, pues está equivocado, los encontraron gracias a que los jefes del cártel secuestrador le aviso a las autoridades donde se encontraban los secuestrados y además entregaron a los autores de dicho secuestro ¿qué tal?

La impunidad, la complicidad y la falta de acción por parte de las autoridades están provocando una reacción en cadena en el país. La violencia está alcanzando niveles nunca antes vistos y el número de homicidios se dispara cada año. 

El Gobierno, además, ha generado un problema adicional que impide combatir la inseguridad. El presupuesto destinado a la seguridad ha disminuido constantemente desde que López Obrador tomó el poder, cada ejercicio fiscal se presupuesta menos para combatir la inseguridad y estos recursos “ahorrados” se han dirigido a cumplir los caprichos del presidente, sus elefantes blancos, lo que ha impactado en forma negativa en la capacidad de las autoridades locales y estatales para enfrentar el problema. Lo que ha permitido que los cárteles de la droga sigan expandiéndose y operando sin la presión de las autoridades.

 Los cárteles mexicanos, como el Cártel de Sinaloa, se han establecido en varias regiones del país, convirtiéndose en una amenaza cada vez mayor para la seguridad. Esto se ha visto acentuado de manera alarmante con el arresto de Ovidio Guzmán en octubre pasado. 

La incapacidad de las autoridades para abordar el tema de la seguridad se ha visto complicada recientemente con la decisión del presidente López Obrador de congelar la extradición a Estados Unidos de Ovidio Guzmán. El argumento del presidente es que la extradición no es una respuesta efectiva al problema de la inseguridad y que ha fallado en el pasado. Esto ha provocado un fuerte debate en el país y muchos cuestionan la salud mental y la decisión de López Obrador. Por su parte, Estados Unidos ha amenazado con embargos comerciales si México no colabora para capturar y extraditar a los delincuentes. 

Lo cierto es que muchos analistas temen una escalada de violencia si no se toman medidas inmediatas. El arresto de Ovidio Guzmán ha puesto contra la espada y la pared al presidente de México, si cede a la extradición entonces perdería la confianza de los grupos delincuenciales que lo apoyan, lo que convertiría al país en un polvorín, si se niega, entonces el futuro próximo del presidente estará en una celda contigua a la del Chapo Guzmán.