¿Una coalición opositora ganaría mágicamente en 2024?

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En el foro Unidad y Gobierno de Coalición, aspirantes de oposición a la Presidencia de la República coincidieron en dos factores para ganar las elecciones de 2024: Una coalición de partidos políticos y una alianza de ésta con la sociedad civil.

Suena bien, pero con eco de utopía. Porque las ‘corcholatas’ quieren, pero los partidos de oposición ni siquiera terminan de organizarse internamente, ni entre sí. Para muestra un botón: El foro fue a iniciativa del colectivo Unidos, no de los partidos.

Es más, algunas de las personas aspirantes se encuentran confrontadas con las dirigencias de su respectivo partido político y viceversa. Es el caso, por ejemplo de la senadora Claudia Ruiz Massieu, quien con justa razón ha cuestionado duramente la acción de Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”) de prorrogarse el periodo al frente del Comité Nacional del PRI.

Incluso “Alito” también tiene su corazoncito puesto en la candidatura presidencial priista y en consecuencia de la eventual coalición “Alianza por México” que intentan conformar el PRI, el PAN y el PRD. En todo caso impulsaría la candidatura de alguien de su círculo cercano, ¿o no?

Y si al interior de los partidos de oposición no hay unidad, entonces cómo van a enfrentar exitosamente el proceso electoral federal 2023-2024 concurrente con procesos electorales locales en una treintena de entidades federativas.

Por otra parte cabe preguntar: ¿Una coalición opositora por ese solo hecho puede ganar la elección a la Presidencia de la República? ¿La ciudadanía mexicana en automático se volcaría en las urnas electorales por la coalición? ¿Mágicamente?

Parece que no es así. La participación ciudadana a favor de una opción política distinta a la gobernante la determinan diferentes factores, entre éstos la candidatura, máxime cuando se trata de la Presidencia de la República.

Entonces, la oposición no se encuentra en condiciones de postular a cualquier persona; necesita una candidatura con liderazgo, con base social o por lo menos sin ‘cola’ que le pisen para que ello le permita rebasar a la candidatura de Morena.

¿Quienes concurrieron a la pasarela convocada por el colectivo Unidos reúnen alguna de tales características? Claudia Ruiz Massieu, Lilly Téllez, Beatriz Paredes Rangel, Juan Carlos Romero Hicks, Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Miguel Ángel Mancera, Silvano Aureoles, entre otros.

Puede que algunos y algunas.

Pero en su mayoría carecen de base social, se han convertido en políticos de escritorio o en burócratas de la política. Bueno, las ‘corcholatas’ de Morena tampoco cantan mal las rancheras. La diferencia son los partidos; el guinda tiene toda una maquinaria electoral como la tuvo el PRI en sus buenos tiempos, mientras la oposición solo tiene buenas intenciones, porque ni estructura.

Y las elecciones no se ganan con buenas intenciones.

Apostarle solamente al hartazgo ciudadano hacia Morena, sería un error. Porque si bien puede existir ciudadanía harta de la “Cuarta Transformación”, de la forma de gobernar de AMLO, también es cierto que el partido guinda y su líder moral tienen un importante “voto cautivo” que haría posible el triunfo de la candidatura morenista, aunque tal vez no tan apabullantemente como en 2018.

Claro, es error de Morena apostarle solo a su ‘voto cautivo’, pero al parecer todavía le alcanza; puede que apretadamente, pero le alcanza. No en vano AMLO le ha puesto especial atención a los programas sociales; además él sigue llevando la batuta electoral y va por todo en 2024.

Por lo mismo no es errado el planteamiento de ‘cocholatas’ de oposición de hacer una alianza con la sociedad civil. La pregunta es ¿para qué? Solamente para que vote en forma masiva en las elecciones del próximo año a favor de la candidatura opositora, ¿o le van a ceder candidaturas a las cámaras del Congreso de la Unión, en congresos locales, en ayuntamientos?

Porque se escucha muy bonito eso de que la sociedad civil “es clave”, pero la oposición no comparte con ella sus espacios políticos. La ven como material electoral desechable. Si cuando detentaban el poder los partidos opositores no cedían candidaturas a la ciudadanía, menos ahora; son lo único que les queda.

Incluso, algunas de las ‘corcholatas’ de oposición se han pasado la vida saltando de un cargo a otro. ¿Cómo pretenden entonces que la sociedad civil les crea?

En fin, para ganar el 2024 se necesita más que conformar una coalición opositora.