Si Morena pierde Coahuila, ¿cundirá el ejemplo a cargos federales y locales 2024?

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Si en el concepto de Morena la encuesta es la expresión del ‘pueblo’ en la definición de candidaturas, entonces el ‘pueblo’ morenista también se equivoca; caso contrario su candidato Armando Guadiana Tijerina llevaría una holgada delantera en la preferencia electoral por la gubernatura de Coahuila. Pero va a la zaga.

Y es que francamente quien sabe quienes constituyen el ‘pueblo’ encuestado: ¿Solamente militancia? ¿Nada más electorado ‘cautivo’? ¿Ambos y además ciudadanía en general? Siempre queda la duda sobre el reflejo de las encuestas internas, con excepción de aquellas candidaturas naturales, de militantes con años de trabajo político y social a ras de tierra.

La encuesta interna en ocasiones parece una mera formalidad para disfrazar imposiciones. Incluso, el ‘pueblo encuestado’ puede ser manipulado por mismas estructuras partidistas u oficialistas vía ‘cargadas’, y entonces el resultado de los estudios demoscópicos no revelará la preferencia electoral verdadera, dejando descontento interno y hasta confrontación.

Distinto sería la selección de candidaturas de forma más democrática: Por voto directo de la militancia; incluso, abiertas a la participación de la ciudadanía en general. Claro, tiene sus riesgos, pero si se cuida y se sabe llevar, el ejercicio es exitoso. Aunque la militancia morenista (proveniente de otros partidos y de organizaciones ‘sociales’) trae en las venas la cultura del arrebato, de la trampa, del pleito, que terminarían acusandose internamente de fraude electoral.

En fin, el resultado de las encuestas de Morena en Coahuila dejó descontento interno; circunstancia a la cual se sumaron otros factores que en conjunto ahora tienen al partido guinda al borde de la derrota con Guadiana, cuyo aspecto físico, de entrada, no proyecta seriedad, confianza. No es discriminación, pero hasta eso deben cuidar las personas aspiantes a cargos de elección popular, además de evitar la imagen del ‘delfinato’.

¿Qué factores? Por ejemplo: Que Ricardo Mejía Berdeja (ex subsecretario de Seguridad Federal), rechazando el resultado de las encuestas se fue como candidato del PT; que Morena quizá no intentó una operación cicatriz o si la intentó, fracasó; que el dirigente nacional morenista, Mario Delgado Carrillo, minimizó tal dimisión con su ‘hagánle como quieran’; y para variar el PVEM tampoco fue en coalición con Morena, sino postuló aparte.

Ah, el PT, cuando le conviene va junto con Morena o le juega las contras. No es la primera ocasión que ‘cacha’ y divide. Incluso, en algunas entidades federativas se ha prestado a dividir a la izquierda con candidaturas propias, por ejemplo en la elección de gubernatura 2016 en Oaxaca, donde gracias a tal división, el PRI recuperó la gubernatura con Alejandro Murat, nativo del Estado de México y sin residencia efectiva en la entidad oaxaqueña.

Morena compitió solo llevando a Salomón Jara como candidato; pero 374 mil 826  votos fueron insuficientes (aunque buenos para el partido al ser su primera competencia de dicho cargo en la entidad) frente a los 525 mil 858 votos obtenidos por Alejandro Murat, abanderado de la coalición PRI-PVEM-Panal, quien también ganó simpatías debido a la poco grata experiencia del gobierno de Gabino Cué (PRD-PAN-PT-Convergencia).

Claro, la alianza con el PT y el PVEM tampoco es una condición sine qua non para el triunfo de Morena en elecciones a cargos populares. Sin embargo, debe medir los alcances de participar solo cuando existe división de la izquierda, pero sobre todo cuando se produce la dimisión de aspirantes inconformes con los resultados de las encuestas internas para abanderar a otro partido político.

Porque el dimitente puede no ganar la elección, pero sí hacerle un hoyo a Morena como en el caso de Coahuila, donde Mejía Berdeja rebasó a Guadiana, quien según encuestas de plano se desplomó en la preferencia electoral; el ganón de la herida morenista ha sido Manolo Jiménez Salinas, candidato de la Alianza PRI-PAN-PRD en esa entidad que ha representado el reino de los Moreira Valdés.

Y todo parece indicar que ganará Manolo Jiménez, tal vez un poco por mérito propio, quizá otro tanto por el trabajo de los partidos políticos que lo postulan, y otro tanto más gracias a la división interna en Morena por la selección de la candidatura y el gran pleito entre Guadiana y Mejía Berdeja, quienes en los debates se sacaron sus trapitos al sol y se insultaron hasta la saciedad.

Imagínense que el escenario de Morena en Coahuila se presentará en la elección presidencial; no la gana, o la ganaría apretadamente.

CASO COAHUILA ¿SE REPETIRÁ EN ELECCIONES AL CONGRESO Y LOCALES?

Ya saben, en 2024 no solo se renovará la Presidencia de la República, sino también las diputaciones federales y las senadurías, además de cargos populares en una treintena de entidades federativas: Diputaciones locales y/o ayuntamientos, alcaldías, ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Pregunta: El caso Coahuila respecto de Morena, ¿podría repetirse en la renovación de las cámaras del Congreso de la Unión o en cargos locales? ¿Qué cunda el ejemplo de la dimisión de aspirantes inconformes con el resultado de las encuestas internas para ser postulados por otros partidos políticos?

Ah, sería muy riesgoso para la pretensión de Morena de ganar sobre todo la mayoría del Congreso de la Unión.