Impartía un curso obligatorio de Ciencia Política en la Universidad de San Diego, una universidad católica privada; un estudiante muy malo recibió una F, o sea Fail (reprobó), no era el único, tal vez porque a los estudiantes desmotivados para aprender les da pereza un curso diseñado para reforzar su identidad nacionalista y patriótica, el caso es que la jefa del departamento me mandó llamar para decirme que el estudiante quería estudiar medicina y la F lo descalificaba y que su papá era un donador, o sea, que el papá del haragán había comprado la aprobación de su hijito. Le dije a la jefa que yo no corregiría la calificación que si quería lo hiciera ella, no sé qué pasó con el estudiante, pero yo no volví a ser contratado.
Impartía yo la materia American government en español en la Universidad de Texas en El Paso, curso obligatorio, igual que el de San Diego. Un estudiante alto, esbelto, se aparecía en clase, abría el periódico de forma displicente y agresiva, nunca se notó que prestara atención a lo que yo decía o que mostrara haber leído el material recomendado que no era mucho, el caso es que también recibió una F, pero ahí el que empezó un acoso fue el entrenador del equipo de básquetbol, el llamaba a la oficina a la que yo no iba, hasta que un día llamó a mi casa, acto que me pareció inadecuado y abusivo, le dije que el no era mi alumno y que nunca llamara a mi casa.
El estudiante-jugador de básquetbol me fue a ver para decirme que tenía que aprobarlo porque el hacía algo muy importante para la universidad: jugar básquetbol. Yo mentí y le dije que ni siquiera me gusta el juego, en realidad si me gusta. Me negué a corregir la calificación, la universidad perdió una beca para el jugador y fue mal evaluada por las instancias correspondientes, estoy seguro que fue un factor de peso cuando la presidenta de la universidad me negó la definitividad (tenure).
El deporte en las universidades estadounidenses se convirtió en una puerta de ingreso para estudiantes sin nivel académico. En 2019 estalló un escándalo porque familias compraban a entrenadores para que admitieran a sus hijos. En la Universidad del Sur de California, el coach de waterpolo recibió 250,000 dólares para abrir la puerta, el de futbol fue sentenciado a cárcel, y el coach asociado de basquetbol fue despedido. Lori Loughlin pagó medio millón de dólares para que le admitieran a dos hijas y fue a la cárcel dos meses. En total 60 padres y madres, entrenadores y otros fueron acusados por participar en el esquema corrupto, entre ellos Felicity Huffman que pagó 15,000 dólares para ayudar a alterar el examen estandarizado de acceso de su hija, por esto recibió un castigo ejemplar de menos de dos semanas de prisión.
No sabemos cuánto tiempo y en cuántos casos la corrupción ha facilitado la admisión a universidades de prestigio.
Frente a la cancelación de los programas de acción afirmativa por la Suprema Corte, que han facilitado la movilidad social de muchos miembros de minorías, ahora está en discusión la política de admisión universitaria gracias a donativos, especialmente los llamados de legados (legacy), en los que el apellido es garantía de prolongación del privilegio. Esto desnuda la verdadera intención de la legendaria filantropía estadounidense.
En el paraíso del capitalismo de amiguetes si tienes dinero, si eres famoso, si eres una “celebridad”, puedes hacer trampa, sobornar, violar la ley, si te pescan seguro pagarás una multa y te darán un leve manazo de pocas semanas en prisión para que no lo vuelvas a hacer, eso sí, deberás mostrar un acto de contrición, pedir perdón y santo remedio. Loughlin le pidió perdón a la hija por la cual compró la alteración de un examen y a la que le mostró que si tienes con qué se justifica pagar.
Un abogado me decía que el sistema de justicia estadounidense es democrático porque todos son iguales ante la ley, le respondí que, en efecto, la ley era pareja siempre y cuando se tuviera para pagar servicios como el de él que no era barato.
En Estados Unidos el dinero distorsiona todo lo posible, inclusive lo que ayuda a emparejar las grandes inequidades sociales.
Wright Mills demostró la creación de conexiones de las elites en las universidades de prestigio conocidas como Ivy League, ahí se construyen relaciones que determinan el futuro de la gente, a muchas de ellas ingresan los hijos de la burguesía mexicana y a muchas de ellas se puede ingresar por medios extra académicos, siempre y cuándo se tenga con qué. Si la educación es un medio que facilita el ascenso económico y social de los que están en desventaja, lo que sin duda es la esencia de la democracia, está sucediendo exactamente lo contrario en la realidad estadounidense.
@shmil50