Porfirio

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Siendo director del Centro de Estudios Interamericanos y Fronterizos de la Universidad de Texas en El Paso fui convocado a una audiencia en el comité encargado de acoso y discriminación. Me informaron que tenía una demanda por acoso sexual presentada por mi asistente Teresa.

La demanda decía que le indique a mi colaboradora que atendiera al senador Porfirio Muñoz Ledo, lo que era correcto, al terminar la visita ella lo fue a dejar al hotel, él la invitó a tomar una copa y en el bar le dijo que la virginidad produce cáncer y la invitaba a su habitación para vacunarla. Nunca le indique a Teresa ni a nadie que acepte invitaciones a copas, aunque era adulta y libre de hacer con su tiempo libre lo que se le antoje. Me exigieron que le reclamara al senador, pero cambiaron de opinión al indicarles que era presidente del PRD.

James y Edna Wilkie me invitaron a su casa en Los Ángeles a participar en las sesiones de historia oral que realizaban con Muñoz Ledo porque, dijeron, que yo conozco el siglo XX mejor que ellos que son destacados historiadores; cuando llegue al incidente de Nayarit donde Muñoz Ledo negoció intercambiar el triunfo electoral para gobernador del Partido Popular Socialista (PPS= Pocos Pero Serviles) a cambio de una senaduría para el líder del partido, Porfirio se molestó y se negó a abordar el tema. Ese evento, central en la historia política de Porfirio y del país fue omitido del libro publicado por los Wilkie (Porfirio Muñoz Ledo. Historia oral: 1933-1988. Debate 2017). Nayarit mostraba a un Porfirio profundamente anti-democrático.

Me adelanto a la crítica de los que piensan que de los muertos se deben decir cosas buenas aunque no lo hayan sido, pero si caso existe, la regla no debe aplicársele a un político.

Porfirio en los 1960s ya estaba en las alturas de la política nacional. Como secretario general del IMSS da un discurso alineándose con las políticas represivas de Díaz Ordaz, sacando la casta a favor de las peores posturas asesinas del régimen priista.

Tal vez por eso como embajador ante la ONU y pasado de copas le saca la pistola a un ciudadano, ¿qué hacía un embajador armado en las calles de Nueva York?

Nadie puede negar la cultura, conocimiento de lenguas y habilidades retóricas de Porfirio a quien mi amigo historiador Pedro Siller le decía Perfidio. Pero es una exageración sostener que Porfirio fue un factor central para la democratización del país, pienso que fue justamente lo contrario.

Porfirio fue un elemento notable en el camaleonismo político. Oportunistamente brincó entre partidos y sirvió a gobiernos aparentemente antitéticos con los principios ideológicos que dijo defender. Parecería refrendar la tesis que dice: éstos son principios pero si no te gustan tengo otros.

Sale del PRI con Cárdenas no por convicción ideológica sino cuando entienden que no pueden derrotar a los neoliberales y que sus carreras políticas se acercan al final, egoístamente se lanzan a defender sus magros espacios de poder, que nunca se anclan en las masas.

Brinca del PRI al PARM que era pariente cercano, y de ahí hace una maroma para brincar al PAN soportando a un gobierno corrupto.

Llega a Morena que le construye posiciones con dudosa contribución para el avance democrático del país. Porfirio no pelea en la lisa electoral así que lo hacen diputado plurinominal sin haber cumplido un papel central para los triunfos electorales del partido. Sospecho que muchos de esos pasos suceden con el afán de como vulgarmente se dice no perder la chuleta. Eso se sugiere cuando se negó a abandonar una comisión legislativa al haber fenecido la legislatura, o con su berrinche cuando MORENA se niega a reelegirlo (plurinominal) en la cámara de diputados, o a que AMLO lo nombre embajador; de ser el gran apoyador de López Obrador brinca de nuevo para alinearse con la derecha con su discurso vitriólico en contra del presidente.

Reconocer el papel de Porfirio en el devenir político nacional va más allá de destacar sus méritos intelectuales, que hubiera sabido francés no compensa que inaugurara las concertacesiones de posiciones electorales, o que pusiera su intelecto al servicio del mejor postor.

Porfirio no fue un hombre de ideas aunque conocía a los autores de las grandes nociones ideológicas y fue un ejemplo pésimo de la forma como se puede degradar la política para satisfacer apetitos individuales.