¿Es en serio?

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Ahora que empiezan a moverse las figuras públicas que pretenden una candidatura a la presidencia de la república, los adversarios, contrincantes o enemigos, como quieran, se empeñan en divulgar lo que llaman sus negativos con el afán de desprestigiarlos. Antes de anunciar sus aspiraciones los aspirantes operaban en distintos cargos públicos, pero ahora resulta que cuando son eventualmente un factor de triunfo salen a relucir no las virtudes sino les exhiben sus “negativos”.

Y los señalamientos van desde “huele a echeverriato”, “tiene el apellido de su papá”, “es priista”, “presenta nexos con los cárteles”, “ganó contratos millonarios con el gobierno”, “es comunista”, “estudió en el extranjero” … y así la fila de argumentos que incluso llegan a la difamación, a la acusación sin bases, o en el extremo, a las denuncias penales. “Es neoliberal”, “es responsable del endeudamiento”, “forma parte de la mafia del poder”, “es fascista” …etiquetas que se sueltan sin mayor pudor y que dibujan, primero a quien las expresa, pero que dejan una marca de confusiones y dudas.

El hecho de que Enrique sea hijo de un expresidente de inmediato lo condena. Que Beatriz Paredes inició y se fortaleció en las filas del PRI, por ello es desconfiable. Qué Xóchitl es corrupta y estafadora empresarial, hay que anularla. Que José Ángel Gurria no fue sensato en el manejo de la economía nacional. Que Lilly Téllez es periodista y por tanto “fantoche”. Que Santiago Creel es investigado por el SAT y presenta relación con factureras del CJNG. Que Rosario Robles es defraudadora, pero se le liberó por falta de pruebas. El descrédito es el ejercicio más cómodo desde Palacio Nacional.

Llegan al grado de poner en duda el origen indígena de algunos, pero enfatizan la fina cuna de los otros. Toda esta campaña malintencionada erosiona la confianza social y alienta el abstencionismo.

Todos son malos, tramposos, farsantes, timadores. Ni en su vida personal ni en la profesional queda siquiera un ánimo de honradez. Todos han tenido su precio. Lo peor es que quien acusa es tan temerario que es capaz de arrojar la primera piedra y esconder la mano. Al presidente se le han presentado Investigaciones y pruebas de anomalías, irregularidades y sospecha de abuso en cargos públicos de sus “corcholatas” y ahí si dice desconocer el tema, pero asegura los “defiende” por el momento.

Con esto la tarea es más indigna cuando se usa todo el poder del Estado para inhabilitar o desaforar al contendiente. Se esconden archivos incómodos de unos y se abren carpetas de investigación contra otros. La ley la usan y acomodan de acuerdo a sus intereses políticos, de poder o de grupo.

Todo es culpa de las anteriores administraciones aun cuando la mayor parte de los integrantes del cuerpo gobernante actual son y han sido protagonistas de los eventos más escandalosos del pasado, pero hoy brillan por el mágico manto de la impunidad.  Y pregunto: ¿es en serio? ¿Así vamos a entender y aceptar a la política y a los políticos?

No quieren observar que los Estados del país están golpeados por una dinámica de violencia nunca antes vista, escándalos millonarios de corrupción en el gobierno y una política exterior olvidada que en el pasado siempre fue estandarte y categoría de México.

En este momento no hay aliados hay enfrentamientos abiertos. Ahí tiene los esos espectaculares de Movimiento Ciudadano que dictan “con el PRI ni a la esquina” como si eso aportara madurez política y fortalecimiento institucional en la nación. Sus conflictos de grupo los intentan convertir en una mercadotecnia maniquea y engañosa.

El proceso electoral prometía seriedad y transparencia, pero al final está manchado, entorpecido por una oposición desorganizada y un gobierno vengativo.

Entre uno y el otro aprovechan la debilidad ajena para tomar ventaja. Por lo pronto y hasta hoy nadie presenta ventaja, están aún en la línea de los perdedores.

Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2, izzi 135 y mexiquense radio.

@cramospadilla