Xóchitl: ¿quiere la presidencia o ingresar al martirologio?

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¡Albricias!! En el circo montado por la oposición a Morena, la Gálvez pasó a la siguiente etapa simuladora. A la gran mayoría le importa un pepino. Natural. Sabemos bien que los 4 aspirantes responden a genuflexos partidos sometidos por Claudio X. González. No se lo podrán sacudir ya y eso representan y a él se deben. Pasemos a cosas más trascendentes. Ella recuerda a Anaya tocando la flauta. Parecía más desear estar en la filarmónica que en la presidencia. Ella se queja tanto que parece aspirante al martirologio. Los opositores son raros.

Hay un vicio muy recurrente en materia política y obedece a la maña o a la pereza por estudiar: confundir los señalamientos puntuales a las mujeres políticas con violencia política contra la mujer, violencia proscrita por la importante Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, que combate la violencia política en su artículo 20 bis, que es el ámbito que nos compete, el ámbito de la política. Se entiende el amaño de confundir, porque parece incontestable enarbolar violencia contra la mujer, pero es impreciso y amañado hacerlo, cabe la desvergüenza de hacerlo y merece señalarse y desenmascarar ese revolver conceptos: violencia a la mujer con señalamientos políticos.

En ese contexto, con gran ignorancia y torpeza evidentes, los opositores a López explotan la posición faceta de Gálvez en sobrado y muy burdo papel de víctima que le queda muy grande. La perjudica en vez de ayudarla. No, no es víctima de violencia política en razón de género o simple y el intento de descarrilarla está en su cabecita. Y la estrategia y el juego político no prohíben exhibirla por sus acciones políticas. Exhibirla no es violencia política, es simple estrategia política y difícilmente la descarrilarán por señalarla, porque ese poder no lo tiene un presidente en los tiempos que corren. Decir que sí, es mentirle a la gente. Y se equivocan por igual quienes han dicho que la mujer “aguante vara en política” por la rudeza del juego político, como a su vez afirmen, quienes airadamente responden que no, que no se tolere la violencia política, pensando solo en ataques políticos a mujeres políticas, revolviendo ideas. La verdadera violencia política está bien definida. Lo demás es postureo y punto y están revolviendo conceptos, amañadamente. Santiago Creel sí usa un lenguaje de odio llamando dictador a López, y sabe que no lo es. Ese es el PAN intolerante y fascistoide que cuenta mentiras a repetir para apuntalarse a falta de mejor opción.

Justamente, lo que se requiere es distinguir entre el justo señalamiento a una persona por sus acciones políticas, que no de su género; donde uno vea a la persona, no a su sexo.  Sus acciones, no su sexo. Sus actos políticos en función de sus resultados, no su sexo. Ni su género. López Obrador ha aludido a la persona política, no a la mujer y hasta la titular del INE miente al aducir que sí lo ha hecho, mientras manipula pruebas presentadas al TEPJF. Una vergüenza ese par de autoridades. Dígase: Xóchitl Gálvez importa en el ámbito político, que es el que nos concierne a todo ciudadano, por su condición de actor político. Todos los señalamientos a su persona han de ser y son por sus acciones políticas, que son las que afectan para bien o para mal, a la sociedad. Y así ha sido aludida: como actor político.

La ley referida dispone en su artículo 20 bis, y es muy clara: “La violencia política contra las mujeres en razón de género: es toda acción u omisión, incluida la tolerancia, basada en elementos de género y ejercida dentro de la esfera pública o privada, que tenga por objeto o resultado limitar, anular o menoscabar el ejercicio efectivo de los derechos políticos y electorales de una o varias mujeres, el acceso al pleno ejercicio de las atribuciones inherentes a su cargo, labor o actividad, el libre desarrollo de la función pública, la toma de decisiones, la libertad de organización, así como el acceso y ejercicio a las prerrogativas, tratándose de precandidaturas, candidaturas, funciones o cargos públicos del mismo tipo.”

Se destaca que sea por razón de género. Que lo del género sea el móvil. Qué burrada entonces, jugarle a otra cosa desde la oposición, para encubrir las cuestionables acciones de Gálvez, la agente política. Qué mala noticia para los opositores a López el texto legal enunciado. Puede haber intencionalidad política, válida, pero no asoma la alusión de género. Y eso les estropea su conspirativa actitud de mala fe para señalarlo y querer explotarlo.

Esta más que claro y defínase con puntualidad que las declaraciones de López son por y hacia la actividad política de la persona Xóchitl Gálvez, la política. ¿Qué es mujer? lo es. No debiera ni aludirla el presidente, pero no la señala por mujer. Al no hacerlo, le mata el gallo a cualquier opositor que insista, necee en declararlo machista. Mata el gallo a quien pretenda amañadamente politizar el asunto, si cabe más, mintiendo conque el presidente ataca a una mujer. No, si atacara a la mujer, si fuera verdad, entonces pasarían dos cosas: 1) en este país nadie, ni ustedes apreciados lectores, podrían opinar de la tarea política de las mujeres y, 2) por lo tanto, no podrían hacerlo de su tarea pública –desde cargos públicos pagados por los impuestos de todos– y más, si esa labor es escudriñable por pública y política. Ahí está el quid del asunto y nos remitimos al primer párrafo: no es lo mismo cuestionar, señalar y atacar, si se quiere, la tarea política de una funcionaria, servidora pública, que señalarle ser mujer. Su condición política atiende a sus acciones públicas que nos afectan a todos directa o indirectamente, y, que se sepa, López no ha cuestionado a una mujer por ser mujer. Ha cuestionado, sí, a la persona política aspirante presidencial, que no es lo mismo. Es mujer, sí, pero eso no es asunto, objetivo ni problema de López.

En el siguiente artículo de la citada ley, casuístico como él solo, se advierte una y otra vez que lo cuestionable solo es si en el ataque media el señalamiento por razón de género. No hay de otra, se requiere como ingrediente medible o no será violencia política en razón de género, como mal arguyen los defensores de Gálvez. O sea, que un señalamiento a la persona política por sus acciones políticas no es violencia política de género o primaríamos la desigualdad de género frente al varón, quien es señalado a diario por los mismos motivos políticos y públicos que Gálvez. ¿A ellos sí se puede, a ellas no? eso no es admisible. Entonces, cabe otra interpretación de la ley, más sensata y más lógica que la opositora.

¿Está más claro? Hay previstas acciones de violencia política por razón de género, mas López Obrador ni lo hace ni impide que Gálvez siga siendo aspirante. El TEPJF  ha dicho que no se afectan derechos de la aspirante. El INE está obligado por jurisprudencia a impedirlo. Y qué bueno, y qué bien que tales derechos están intocados y explíquese con manzanitas. De la mujer política llamémosla X, no es lo mismo decir que ha mal gobernado, tiene cuentas turbias, sus acciones de funcionaria han sido opacas y puede ser que ilegales… a decir que esa persona X por mujer, que se calle y se vaya a su casa. Esto último sí sería violencia política contra la mujer en razón de género. Hay una gran diferencia. Lo primero y no lo segundo, es lo que ha hecho López y el Tribunal ha advertido que sus acciones “pueden ser”. O sea, que como pueden serlo, pueden no. Qué ridícula “contundencia” de la autoridad. Fatal. Estamos entonces, además, a reconocer que el Derecho ¿es un deporte de apreciación? Pues de interpretación y de valoración sí que lo es, por eso hay partes actora y demanda y jueces. Y aun así, no siempre basta sus posicionamientos. Y en estas estamos, que cabe también el sentido de la opinión pública y el más elemental sentido común, tan amado en esta su apreciada columna y no cejará en su pretensión de primarlo.

Dice el Tribunal con gran desatino, que las declaraciones de López dan a entender un sentimiento patriarcal y que unos hombres definen el futuro de una mujer. Qué tontería más grande.  ¿Lo primero, dicho por quién? ¿dan a entender? ¿pudieran perfilar? ¿el Tribunal se basa en corazonadas? están hechos. No pulula esa sensación entre la gente. ¿Patriarcal? ¿de cuál fumaron en el Tribunal? Lo segundo ¿es mentira decir que Claudio X. González es el factótum y PRI, PAN y PRD son genuflexos entreguistas a su idolatrada y mesiánica persona? Saben que es cierto y controla a todos los aspirantes. El Tribunal va muy errático en sus muy cuestionables apreciaciones. Quiere tapar el sol con un dedo. ¿Qué López la quiere descarrilar? Respondo: entonces los opositores a Morena ¿la quieren imponer a cómo de lugar? todo indica. Su conducta sí que es reprobable, entonces. Facetos y montoneros.

Para desgracia del Tribunal, la CNDH advirtió que no hay violencia política de género. ¿Qué está doblegada por López? ¿será que el Tribunal a Claudio X. González? porque los que sí lo están son los partidos PRI PAN y PRD. Cuando sus dirigentes han exigido que el presidente dejes tales “ataques”, ¿ellos y sus seguidores le han bajado dos rayitas a la retahíla de insultos a Sheinbaum o a Gutiérrez Müller? desde luego que no. Sin contar a Fox llamándo judía búlgara a la morenista. Y tan callados tales partidos, el INE y el TEPJF. Timoratos. Así, lo de López Obrador sería insolente y descortés. Incorreción política y ya. Y punto. La Gálvez ha sido referida solo cómo lo que es, un actor político y López se ajusta a las reglas del juego político. Gálvez lo sabe, pero la hace de emoción y raya en el ridículo.

Y vamos, pues, a lo importante: ¿a qué hora la señora Gálvez va a describir qué país quiere? Habla más de López que de sus aspiraciones. No aterriza nada. No falta quien diga errático que el INE no lo permite. Falso. No hay que pasarse de listos. El INE impide que todos los aspirantes se digan o asuman como candidatos o que quieren ser presidentes. Eso es muy distinto a podernos dibujar el país que quieren y se sobreentiende, el que prodigarían. Delinear un modelo de país no lo prohíben ni la ley ni el INE a estas alturas del calendario electoral. Mas los opositores se escudan en un supuesto sí, pues les reditúa, mal creen, golpear al presidente en vez de proponer. Erráticos ante la popularidad presidencial. Posponen las propuestas, las dejan para nunca. Contra la necedad opositora, poco qué hacer.