Un primer semestre nada mal

0
181

El mundo llega con mejores perspectivas al cierre del primer semestre del año en parte impulsado por una creciente masa de turistas internacionales; la inflación empieza a menguar en varios países gracias a la política monetaria restrictiva con continúas alzas de interés, pero el comercio mundial sigue sin recuperar su dinámica previa a la pandemia y permanece afectado por la guerra en Ucrania y los roces arancelarios entre China y Estados Unidos. La situación de los commodities es un constante quebradero de cabeza.

Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) manifestó cierta ilusión tras reajustar sus estimaciones de PIB mundial para este año: con base al desempeño de los últimos meses, el crecimiento global podría cerrar este año con un PIB del 3%, una mejora de 0.2 puntos porcentuales, respecto de sus estimaciones de abril.

En la opinión de Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI, el camino se ve menos brumoso, pero eso no significa estar totalmente fuera de peligro.

Primordialmente hay un grupo de países que lo están haciendo mejor que otros mostrando una resistencia considerable en medio de la inestabilidad y la incertidumbre. El FMI destaca sobre todo el desempeño de las economías de mercados emergentes.

“Muchas lograrán crecimientos del 4% o superiores a esta cifra para el período de 2023 y podrían situarse mucho mejor para 2024; todo dependerá también de cómo vaya fluyendo el crédito y de los niveles de la deuda”, explicó Gourinchas.

En el caso de Estados Unidos, el organismo internacional elevó su perspectiva y pronostica  un crecimiento del 1.8% en 2023 frente al 1.6% en abril, ya que el mercado laboral se mantuvo fuerte.

La economía norteamericana evidencia una resiliencia de cara al tercer trimestre del año, apuntalada por un creciente gasto de los consumidores; un mercado laboral fuerte y un repunte en el gasto público.

¿Se ha disipado la nube de la recesión en Estados Unidos? No del todo.  El FMI avizora un aterrizaje suave, tanto para este año, como para 2024, con un PIB de 0.8% para el próximo año.

Todo dependerá de la conjugación de una serie de factores: la persistencia de la inflación; el impacto de las tasas de interés en la industria de la construcción y el sector inmobiliario; y el agotamiento del exceso de ahorro en las familias amasado durante la pandemia.

 

A COLACIÓN

En el caso de China, la perspectiva del FMI sigue siendo la misma, con una proyección de crecimiento de 5.2% en 2023 y de 4.5% en 2024; aunque no excluye una debilidad más acuciosa en el sector inmobiliario y una desaceleración, tanto en la demanda interna, como externa, de cara a diciembre.

Es llamativo que el índice oficial manufacturero de China se ha mantenido por debajo del umbral de 50 puntos desde abril, lo que indica una contracción en las actividades fabriles, a medida que la demanda de exportaciones chinas va menguando.

Entre abril y junio, la economía china aumentó 6.3% muy por debajo de las expectativas que ha llevado al gobierno de Xi Jinping ha recalibrar su meta de PIB en 2023, sobre del 5 por ciento.

Recientemente, su economía cayó en deflación por primera vez en más de dos años luego de reportar que los precios del consumidor se situaron en 4.4% en el mes de julio.

Ha sido un descenso del 0.3% interanual porque los consumidores chinos no gastan tanto como se esperaba. Otro mal dato es la caída en las exportaciones de julio con un desplome del 14.5% respecto del mismo mes del año pasado.  A la economía china se le está complicando el escenario.