La Acrópolis: el templo del rumor zacatecano

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La nevería Acrópolis, ubicada originalmente a un lado del Banco Mercantil de Zacatecas de la familia Sescosse, de la casa de la familia Arellano Zajur, casi esquina con el negocio de don Roque Acevedo que tenía productos europeos, como los enlatados de angulas, sardinas del Puerto de Vigo, así como vino tinto en pequeñas barricas que importaban de España, además de toda clase de manjares europeos, sobre todo portugueses. En esa tienda se vendían todas las delicias que disfrutaba la burguesía criolla zacatecana. La original nevería Acrópolis era también vecina de los vinateros Acevedo, que emborracharon durante muchos años a los ricos zacatecanos.

La Acrópolis nació prácticamente con don Said Samán Zajur, quien al parecer provenía del Líbano. El lugar era un galerón: largo y con dos pisos, al que los clasemedieros acudían de manera consuetudinaria. Se trataba de un negocio familiar: don Said, atento en la caja, era testigo de los consumidores, algunos abogados, parejas de novios, jóvenes que por un café podían permanecer horas en este importante establecimiento de la avenida Hidalgo.

Don Said fue ejemplo al fundar un negocio familiar: dedicaba la vida a la administración y a la atención de clientes, en tanto enseñaba a los hijos a operar el lugar. Era un hombre amable y dulce de mirada profunda y ojos entre verdes y azules. Fue nuestro maestro de francés en la secundaria de la UAZ, donde siempre se le vio puntual amable, didáctico, vestido de traje. Tomé dos años francés con él, al terminar mi licenciatura. Abandoné Zacatecas recordando que había sido su alumno y que en México me fue útil para entrar al Liceo Francés continuando el estudio del lenguaje, hasta llegar a ingresar años después, a la HEC, de Altos Estudios Comerciales en Francia, en el área de negocios.  Entonces me pidió que le escribiera lo más frecuentemente posible, pensando que el lenguaje de negocios sería diferente del que él enseñaba. Así lo hice y siempre me agradeció este gesto cuando regresé a Zacatecas.

Tenía un hijo con problemas de movilidad. Con mucha frecuencia era posible verlo en la Acrópolis y posteriormente en el nuevo establecimiento, a donde se mudaron: en el mercado mayor, próximo a la catedral.

Su hijo Said, a quien hoy hago referencia, fue mi compañero hasta la preparatoria, e hicimos el servicio militar juntos. Don Said padre, tal vez procuró que sus hijos o hijas fueran casados con zacatecanos y que vivieran con el estilo de un Zacatecas en transición

Hoy, Said se ha despedido de las tierras zacatecanas que lo vieron nacer. Contador de profesión que durante muchos años llevó la contabilidad de la UAZ, donde los rectores sátrapas buscaban saquear a nuestra universidad madre. Said defendió la honestidad de su gestión. Este es el hombre que recordaos hoy: un zacatecano ejemplar. Su negocio, la Acrópolis, es un albergue para muchos trabajadores de la entidad. Hoy hago un homenaje para esta familia, para mi maestro, para mi compañero de aulas. Una familia que arribó a Zacatecas en los tiempos difíciles de su patria original, y que ha cumplido con pundonor, creando un recinto cultural, lleno de pinturas de zacatecanos, europeos y mexicanos que dan lustre al bello café de los zacatecanos.

Para la familia de Said vaya un abrazo cariñoso y mi recuerdo siempre para mi amigo, al que extrañaré cada vez que visite La Catedral del Rumor, con alguna nueva que compartir con la prensa y con mis contertulios de café.