Tokio, la capital, Tokyo 2020 el evento marca. Como ya estará usted acostumbrado a esta columna, no se viene a leer lo mismo. Mientras vemos pasar las medallas colocadas en los cuellos de otros atletas de otras nacionalidades, verificamos que los Juegos Olímpicos son muchos más deportes que solo clavados con Rommel Pacheco y también leemos los mal redactados reportes del Comité Olímpico Mexicano (COM) –minimizando derrotas o edulcorando resultados dudosamente positivos– y nos repetimos que sí, que es importante competir y nos queda claro como afición más madura que estar ya situado en los JJ.OO. de Tokio es un gran éxito de cada atleta mexicano haciéndolos triunfadores, aún nos resta por saber a mitad de esta justa deportiva planetaria, a qué hora podremos ver mejores resultados, con preseas. Urge también una verdadera guía sensata para leer a nuestra delegación y aquí la tiene.
Las desafortunadas palabras de la judoca Vanessa Zambotti dando guías de cómo ver los Olímpicos, es de no creerse. Insultante llamar cretina a la gente y de cuerpos obesos. Enseñando va el Padre Nuestro al Papa. Para responderle con un ¿perdona? Si la gente no es recién llegada a esto. No se la trate de tonta. Dice que no están los atletas para deleitar los obesos cuerpos del que más. Tiene guasa que lo exprese ella. Pero además dice que no están obligados a ganar nada. Vaya, pues. Nadie lo exige, allá ellos y sus rankeos. Aunque paguen su sueño de ir a JJ.OO. con dinero público donde lo haya, porque de haberlo sí los obliga a rendir cuentas, aunque no les guste darlas. Si no pueden que no compartan y mucho menos, que comprometan. O lo que es lo mismo: su labor es pública y sujeta a escrutinio y si no pueden, que se retiren. Punto. Sus extraviadas palabras, tan ajenas a la lucidez que da el ser deportista, olvidan que sí cabe pedir cuentas por desempeños mediocres cuando pululen. Y la afición distingue criticar de su reconocimiento a los méritos. Por si criticar le preocupa a alguien. Lo uno no mata lo otro, dígase. Así, no cabe evadir dar cuentas ni mucho menos, clamar silencio. Ambas cosas, rechacémoslas. Ella nos recuerda el extravío de María José Alcalá en 92 ante las críticas, refunfuñando. A Zambotti recordarle que representa a México, no se manda sola, por si lo olvidó. Mismo caso de las impresentables del sóftbol. Y nadie se confunda: no es mediocridad ganar un diploma.
Así, también es preciso reflexionar algunos asuntos. Tenemos una delegación olímpica que une acertadamente veteranía con oportunidad, participando por primera vez en muchas más disciplinas. Reconozcamos que ahora se trata, en 2021, de un contingente numeroso (porque ha subido el nivel, calificaron más y en más deportes, diversificando opciones), es notoriamente joven, apostando por esos nuevos deportes en nuestro horizonte –que no todo sea solo clavados y taekwondo– y eso supone mejores desempeños y más apoyos que en el pasado, pudiéndose traducir en éxitos en París y hasta en Los Ángeles si se piensa a largo plazo, planificando. No hablamos de haber dado millonadas de apoyo, no. Sí, destacan federaciones que sí hacen su tarea y brillan así más las que insisten en sus torpezas, mafioso proceder y carencia de ética y visión. Porque hay muchos culpables a señalar de los errores vistos en Tokio.
Entonces, valoremos que muchos atletas de 2021 ya han tomado nota de la dinámica olímpica, solo posible hacerlo si se acude y lo hicieron. Es importante que los atletas que fueron sean valorados, obsérvense sus números, esos cuartos lugares olímpicos que les acreditan un diploma, que también cuenta todo eso. No caben mezquindades con ninguno, como no caben vanaglorias ni minimizar la realidad. Todo en su justo medio. ¡Ahhh! y repito: de nuevo constatamos a las federaciones opacas, una vez más. Los atletas que perdió México se fueron por las federaciones. No por Ana Gabriela Guevara, no inventen. Y no olvidar que el entrenamiento de todos en el mundo bajo pandemia no ha sido el idóneo y de los nuestros, más, al tiempo que se superaron y han calificado con mejores números y más, los más a más deportes. Admitámoslo. Para brillar deportivamente, es preciso crear condiciones y en eso se está. Dejo muy aparte el fútbol y béisbol que no tienen perdón de Dios por sus apoyos millonarios.
Ahora, opinar de la delegación mexicana es un derecho ineludible e inalienable de todo mexicano. Que nadie lo dude. Hay varias razones: primero, porque nos corresponde y el sentido en que lo hagamos es libre e incuestionable. Empezando hacia sus propios protagonistas, los atletas. En segundo lugar porque en democracia nadie calla a nadie y desde luego, porque usted debe de saberlo: tercero: hay dinero público (gubernamental) metido en ella. Será mucho o poco pero está allí y con un peso que haya metido allí que sea dinero publico, o sea, de todos, nos da el pleno derecho a expresarnos. No lo dude nadie. Aunque a alguien no le parezca, que ese será su problema y no de los ciudadanos libres con pleno derecho a manifestarse sobre el desempeño de cada uno de los miembros de tal delegación. ¿Alguna duda? No tiene usted ni que ser atleta ni medir su masa corporal ni pedir permiso ni ser políticamente correcto. Su derecho a opinar es innegociable si está circunscrito a términos legales.
En ese sentido, la afición mexicana ha sido solidaria con esos atletas. Si comparamos los cometarios de Londres 2012 con los actuales, hay mucha más gente consciente de que estar en Tokio ya son fortuna y triunfo; un derecho ganado a base de derrotar a muchos para llegar a ese sitio, calificando. Enhorabuena por nuestros atletas, dicho con simpatía y cercanía, que ganen o pierdan son verdaderos ejemplos de superación.
Y en pocas palabras: si la delegación mexicana representa a México, pues que México opine. Ya no digamos si además, algo paga. O retirar la bandera de la Villa Olímpica si tanto molestan sus opiniones (las de México). Opinar sin complejos, sin ataduras. De manera respetuosa pero firme, puntual, sensata, informada. Se dice lo que se dice, que no faltará afecto y reconocimiento a los atletas, pero que prodigárselos no sea tapadillo de insuficiencias que pudieron evitarse, incluso. Aprendamos a distinguir claramente, que aprecio no quita ser juiciosos y profundamente críticos con lo que estemos viendo mal, sin callar desde cierto periodismo deportivo, por sus intereses.
México ya tuvo delegaciones mediocres, esforzadas, sacrificadas, grandes, pequeñas, especializadas, con más y con menos apoyo gubernamental. Ya probó de todas, menos la que responda a una política pública y privada transexenal. Esa aún falta. Algunas prometieron y fueron un fiasco (Barcelona’92). Tokio deja números y hasta ahora, advierte que el fogueo en JJ.OO. es importante. Ese de acudir con el palmarés a cuestas, calificando. Sería deseable mantener el apoyo. Lo hacen otros países. Perdimos la oportunidad que suponía México’68. No perdamos esta de fomentar nuevos rostros y ampliar los deportes con apoyo. El olimpismo después hasta 2004 renació con el PAN –enfrentándose con mafias, el COM y apoyando las sedes centroamericana y panamericana – que generaron la delegación de Londres 2012, excelente en números, que no en más medallas. No equivocarse. Esfuerzos que el PRI pudrió en retroceso como todo lo que tocó Peña Nieto. Hoy pagamos parte de eso. Río 2016 fue retroceso y muy sufrido lo alcanzado. En la actualidad se ha construido de cero a una delegación joven, renovada, que puede y debe ser apoyada hacia París 2024. Tokyo 2020 es un trampolín. Desconocemos si les brindarán más apoyos y habrá proyecto transexenal. Es competitiva como que llegó a Tokio venciendo a tantos rivales y ganó cuartos lugares olímpicos, loables. Eso no lo olvidemos, reconozcámoslo y aplaudámoslo.
Que también hay casos patéticos, injustificables como donde la bicicleta falla, no debiendo ser en JJ.OO.. Sí, que quien tenga que dar la cara, la de. Que es vergonzoso lo hecho por el extraño equipo de sóftbol. Que se diversifiquen los deportes acuáticos y no todo sea clavados. Merecemos no estar a expensas de cómo le va al contrario, para ver si calificamos. Elevar la calidad de juego. Más preseas y mejores desempeños. Fue deplorable el antideportivismo de Paola Espinosa. Loable aquellos atletas que calificaron en deportes novedosos para nosotros y ojalá que como lo manifiestan, regresen sus protagonistas a París 2024. Ya se llevan la codicia del triunfo por alcanzar, la experiencia de conocer la dinámica olímpica, la constatación de todos los factores extras que los pueden frenar. Van contra elementos, contra jueceos amañados, contra rivalidades y muchas veces son valorados injustamente. También lo sabemos. Toca conocer los intereses en juego, no rendirse, saber que parte de la delegación requiere y consiguió el fogueo, sí, porque estar en Olímpicos es foguearse en su dinámica tan particular. Lo que no puede ser más son esos bandazos deportivos que aún se dan, dejando a unos y sacando otros deportes sin un plan, sin continuidad, apenas presente. No perdamos la mentalidad ganadora que ya mueve al deporte mexicano. Dejémonos de comprar figurones y de creernos potencia en tal o cual deporte que solo brilló 3 ciclos olímpicos. Solo hay trabajo y constancia. Nada más.