La renuncia de Alejandro Murat Hinojosa al Partido Revolucionario Institucional (PRI) podría marcar el final del cacicazgo muratista en Oaxaca, estado que durante más de 20 años padeció el poder, la ambición y la perversidad del papá, José Murat Casab.
Padre e hijo gobernaron la entidad oaxaqueña. José del 1 de diciembre de 1998 al 30 de noviembre de 2004. Alejandro del 1 de diciembre de 2016 al 30 de noviembre de 2022. Solamente dos sexenios separaron el gobierno de Pepe Murat de la administración de su “cachorro” (así le llaman en círculos políticos).
Esos sexenios, entre uno y otro de los Murat, correspondieron a los gobiernos del entonces priista Ulises Ruiz Ortiz y de Gabino Cué Monteagudo, quien fue el primer gobernador de Oaxaca emanado de la oposición, pues lo postuló una coalición conformada por el PRD, el PAN, el PT y Convergencia, denominada “Unidos por la paz y el progreso”.
Y en esos sexenios el exgobernador José Murat metió hasta los codos. Bueno, en el sexenio de Ulises llegó el momento en que se topó con pared cuando éste cortó el cordón umbilical de su antecesor que lo había impulsado para sucederlo en la gubernatura en acuerdo con Roberto Madrazo. Y, ¡zaz!, vino la ruptura, provocada además por la negativa de Ruiz Ortiz de seguir financiando al exgobernador con cantidades nada módicas, lo cual ha sido un secreto a voces en la entidad oaxaqueña.
Esa ruptura afectó a Oaxaca, porque resintió todo el golpeteo hacia el gobierno de Ulises Ruiz. Y como dicen que en política no hay casualidades, sino causalidades, una de éstas fue el movimiento del 2006, que empezó el magisterio oaxaqueño con legítimas demandas, pero se montaron intereses diversos, incluido el de derrocar al gobierno de Ulises, a quien esa masa amorfa (magisterial-político-social) hasta lo enjuició socialmente.
El movimiento del 2006 tuvo efectos en la sucesión gubernamental del 2010: El candidato Ulises Ruiz, el del PRI formal de aquél momento, Eviel Pérez Magaña, perdió la elección; la ganó el candidato de la coalición PAN-PRD-PT-Convergencia, Gabino Cué, en cuyo gobierno figuraron muratistas de hueso colorado como Irma Piñeyro Arias en la secretaría general de gobierno y Germán Espinosa Santibáñez al frente la dirección general del Colegio de Bachilleres de Oaxaca.
Tan pronto Alejandro Murat apareció en el escenario local, Germán Espinosa se reincorporó al PRI para formar parte de su equipo. Irma ya no figuró, pero sus hijos sí; Mariana y Alejandro Nassar Piñeyro, fueron de los más cercanos en el gabinete del “cachorro”. Ella, en tanto, siguió trabajando con José Murat, presidente de la Fundación Colosio.
La participación de muratistas en el gobierno de Cué generó la sospecha de la existencia un pacto entre éste y José Murat para la derrota del PRI en el 2010 para nulificar al entonces gobernador Ulises Ruiz con el fracaso electoral de su candidato, Eviel Pérez Magaña, quien, por cierto, aún así sacó la más alta votación que el Revolucionario Institucional ha tenido en Oaxaca (más de 600 mil votos).
Para la sucesión gubernamental del 2016, Morena en su primera competencia en la entidad tenía todo para ganar en coalición, pero decidió competir solo llevando como candidato a Salomón Jara Cruz. Ganó Alejandro Murat, abanderado de la coalición PRI-PVEM-Panal. Dicen que aplicaron el “divide y vencerás”. La izquierda perredista y el PAN respaldaron a José Antonio Estefan Garfias. Mientras el PT llevó como candidato a Benjamín Robles Montoya, cuyo 10.90% de votación hubiese hecho el triunfo de Jara o de Estefan.
El control de José Murat sobre el PRI local provocó la renuncia a las filas priistas del ex gobernador Diódoro Carrasco Altamirano. Incluso, colaboradores cercanos a éste fueron obligados a pedir la expulsión de su otrora jefe, quien optó por dejar el partido.
Ulises Ruiz hace no mucho también renunció al PRI perseguido por la dirigencia nacional encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas (Alito), y donde en la Fundación Colosio despacha José Murat. A Ruiz Ortiz se le acusó de violentar las normas priistas por pedir democracia interna; hoy es aspirante a la candidatura a la Presidencia de la República por la vía independiente.
Durante el sexenio de Alejandro Murat, entonces jefe político del PRI en Oaxaca, José Murat prácticamente tenía el control del partido. Priistas comentaban haber ido a reunión con “el viejo” cuando se tomaban decisiones políticas o partidistas, o cuando se decidían candidaturas a cargos de elección popular.
Al concluir el sexenio de Alejandro Murat, priistas se seguían refiriendo a Don Pepe, quien formalmente continúa en el PRI.
Es incierto que con la dimisión del “cachorro” al PRI, se acabe el cacicazgo muratista en la entidad oaxaqueña. Al final de cuentas son dos personas distintas. Pero Alejandro no ha podido brillar con luz propia; más bien, ha sido el instrumento de su ascendiente.
A ver qué dice lo poco que queda del priismo oaxaqueño, que le ha sido leal a Don José.
¿Y EL PLAN DE PRESIDIR EL PRI?
Por cierto, cuando la elección de Alito como presidente del Comité Nacional del PRI en círculos oaxaqueños mucho se habló del respaldo de José Murat a éste con el acuerdo de que Alejandro Murat lo sucediera en el mando del partido al concluir su sexenio como gobernador de Oaxaca. ¿Moreno Cárdenas no cumplió o nunca hubo acuerdo?
Como haya sido, Alejandro Murat no pintó ni para dirigir al PRI, ni para abanderarlo a la Presidencia de México. Y don José Murat ya no pudo maniobrar para imponerlo. ¿O son tantos los pecados del “cachorro” que no le importó traicionar a su partido político a cambio de impunidad? ¿O todo forma parte de un pacto con Morena a través del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la misma Claudia Sheinbaum?
***