Con la postulación de candidatos plurinominales, los partidos han decepcionado, pero quizá lo que muchos no ven es la dinámica interna que condujo a tomar este tipo de decisiones. El microcosmos partidista es complejo y para quienes impulsaron candidaturas ciudadanas es algo completamente ajeno.
Un partido por dentro
Un partido político no es, como muchos piensan, el vehículo para participar en política, sino una agrupación en la que conviven complicidades, intereses diversos y grupos que pelean por controlar los recursos, sean financieros o humanos.
Y las candidaturas son también un recurso que les permitirá seguir influyendo en las decisiones públicas y tener acceso a presupuestos y puestos de trabajo para los integrantes de los grupos.
Cualquier romanticismo que involucre el trabajo por México, ser escuela de ciudadanía, luchar por la democracia o poner a los pobres en primer lugar, son solo frases huecas que esconden un conjunto de intereses que la ciudadanía en general no alcanza a ver.
¿Cómo creer que luego de décadas de militar en un partido, de criticar y combatir a otro instituto político, al no obtener una candidatura se cambia de camiseta con el argumento de que busca contribuir al bien del país desde otra trinchera? ¿Qué no lo hacían en el partido en que estaban?
Los cambios de bando que hemos visto recientemente en Nuevo León y San Luis Potosí de panistas que se pasan a Morena, no es más que la muestra de que la clase política que tenemos no busca el interés nacional, sino el particular para seguir en la nómina, porque ya lo dijo el clásico: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Sólo basta con que a algún militante le nieguen una candidatura —porque todos se creen con los merecimientos suficientes para ganar— para que haya un cambio de camiseta, a pesar de que el día anterior todavía criticaban al partido que ahora es su nueva casa.
Y es que las candidaturas —tanto para presidente municipal, gobernador, pero, sobre todo, plurinominales— responden a este tipo de lógicas, que para el ciudadano son algo que no se aprecia fácilmente.
Las razones por las que vuelven a aparecer los mismos de siempre, responden a dinámicas internas que el elector no percibe a simple vista, pero que forman parte de la dinámica interna de los partidos.
Veamos algunas de ellas.
- Los caciques locales son los que controlan las estructuras, y sin ellas no hay posibilidad de ganar una elección, como se demostró el año pasado en Coahuila e Hidalgo.
Los partidos políticos, en mayor o menor medida, operan como confederaciones de cacicazgos locales, los cuales controlan estructuras, militancias y las decisiones acerca de quiénes serán dirigentes o candidatos.
Las deserciones recientes se deben a que algunos militantes han sido marginados por estos cacicazgos o los acuerdos no son respetados.
- Muchos de los militantes de los partidos son políticos profesionales, es decir, gente que vive de la política –sin importar que den o no resultados– y buscan continuar con su carrera a pesar de todos los obstáculos.
Muchos de ellos insisten ante las dirigencias para ser incluidos en las listas plurinominales, pues es un camino seguro para llegar a la Cámara de Diputados y no van a permitir dejar su lugar a un externo, por mucho prestigio o capacidad que tenga en prospecto.
Ha sido difícil para los dirigentes partidistas esquivar tanta insistencia, incluso chantaje, para no hacer caso a los ruegos de este tipo de políticos.
Que no aportan mucho, es cierto, pero no dejan de presumir su trayectoria, sus bases sociales y hasta el financiamiento que pueden obtener si se les da, una vez más, un lugar en las listas.
Esto explica porque vemos a los mismos de siempre aparecer en las listas plurinominales, pues se trata de un camino relativamente sencillo para volver a ocupar una posición en el poder legislativo.
- Asimismo, de acuerdo a las complicidades establecidas, muchas candidaturas responden a acuerdos hechos, en los que se establece quién irá en que lista y a cambio de que, sea apoyo o la oportunidad de una postulación más adelante o lugares en el equipo de trabajo si el candidato resulta ganador.
Es algo que un externo no puede prometer u otorgar, porque no comparte este tipo de prácticas o intereses.
Aquí entran los familiares, colaboradores cercanos o el pago de cuotas a otros liderazgos que apoyaron en su momento al ahora candidato cuando buscaba la nominación.
- Las negociaciones, que siempre son discretas —y que sólo se revelan por alguna indiscreción o traición— ponen sobre la mesa las posibilidades de ganar y lo que se dará a cambio de un apoyo para alcanzar esta meta, incluso los más avezados en este rubro consiguen que lo que antes era condena se convierta en apoyo incondicional y lo que antes se criticaba pase a ser un listado de virtudes y capacidades del nuevo aliado.
Para muchos ciudadanos, lo que sucede en la nominación de candidatos y en las contiendas internas puede ser desconcertante, pero si revisamos dichos procesos a la luz de lo aquí expuesto nos daremos cuenta de los motivos que hay para que tengamos las postulaciones que han sorprendido sólo a los que no conocen la dinámica interna de los partidos.