Derrota de la democracia

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Organicé dos eventos de recaudación de votos para un político texano, reunió unos 15,000 dólares que para él fue un éxito. Meses después tuve necesidad de un favor del senador y me lo hizo sin chistar. Money talks.

A partir del caso de Watergate, se ha hecho famosa la frase “follow the money” para entender los procesos políticos, y debe aplicarse para entender la cultura y comportamiento de muchos de los legisladores. Money talks.

El elevado nivel de reelección en el poder legislativo consiste en que los legisladores han asegurado poderosas fuentes de financiamiento, los casos de donativos pequeños y populares como los de Bernie Sanders, son simplemente una excepción y no la regla. Los senadores y congresistas están en el mercado constantemente buscando dinero para pagar sus carreras políticas y muchas veces se ponen a la disposición del mejor postor, lo que cuenta es elegirse.

Por si la política no estuviera suficientemente corrompida, el juicio político contra Trump representa la derrota de la democracia en Estados Unidos, porque nos muestra que los senadores republicanos en lugar de aplicar la ley, están más interesados en su egoísmo personal, en las fuentes de financiamiento y en su reelección; ni siquiera en considerar los riesgos para la armonía y la convivencia social si no se lanza un mensaje poderoso en contra de los intentos por descarrilar una elección. Pero esto es insuficiente para revisar la naturaleza de la democracia.

En la retórica estadounidense, ese país se considera la representación más acabada de la democracia en el planeta, pero los hechos tiran por tierra la aseveración.

El primer y más básico elemento a considerar es las elecciones. El estadounidense promedio no vota. En las elecciones a nivel ciudad, la abstención electoral llega a alcanzar el 85% y los votantes difícilmente representan al tejido social, porque son normalmente gente mayor, blanca, que aseguran administraciones conservadoras. La abstención en elecciones presidenciales es alrededor del 45%, la del 2020, debido a su relevancia bajó a 33.3%, pero casi la mitad de la población usualmente se abstiene de escoger presidente. Aún si el voto reciente se mantiene, hay que preguntarse si es democrático que no vote 1/3 o el 85% de la población.

La desigualdad es anti democrática. Cuando hace unos años se desató el movimiento de los 99 contra el 1%, el premio Nobel de economía Paul Krugman, aclaró que no era el 1% sino el 0.1%.  La escandalosa concentración de la riqueza le otorga un elevado poder a la oligarquía, ya sea por su capacidad para comprar votos legislativos o para presionar a los gobiernos para que gobiernen a su favor (reforma fiscal de Trump que les bajó los impuestos). La consecuencia de esta distorsión fundamental es que los legisladores se venden ante estos mercaderes, aunque hay oligarcas que se inclinan ideológicamente por un lado u otro.

Tercer elemento que descarrila la narrativa de la democracia, es la preponderancia de los intereses de la industria militar, destaca la fuerza de la Asociación Nacional del Rifle que cabildea a favor de la industria de las armas, aun frente a la epidemia de asesinatos masivos y ataques a escuelas o clínicas.

Cuarto elemento es el poder de los cabilderos que con dinero promueven leyes y resoluciones a favor de intereses facciosos.

Como en todos los sistemas el simbolismo funciona. Considerar que las elecciones cada dos años (congreso) son suficientes para pensar que el pueblo decide, es simplemente una ilusión. Pensar que tener representantes de las minorías, aunque no demuestre realmente el tejido social, tampoco es democrático, porque las políticas discriminatorias prevalecen.

Estados Unidos es una fuerza imperial que atropella las voces políticas discordantes en el mundo e internamente. La persecución de los que se ven distinto o piensan distinto, sean socialistas, comunistas, anarquistas, o de otra religión, es política de Estado y anula la libertad de pensamiento y acción, aunque para ello se enarbole la libertad de expresión. Usan la democracia para destrozar la democracia.

Accountability es otro de los valores que se enarbolan como democracia, sin embargo, encontramos mecanismos para engañar a la sociedad y esconder la verdad, tal vez la guerra contra Iraq sea el mejor ejemplo del capitalismo de amiguetes.

Dejamos hasta el final el asesinato político que se presenta en diversos espacios y en distintos momentos. Un sistema democrático no asesina o masacra a sus líderes sociales ni a sus gobernantes electos o por elegir.

El juicio político contra Trump cayó en esta retórica, los republicanos lo protegieron para cuidar su elección y su cuota de poder.

La narrativa política estadounidense dice que es un sistema del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El pueblo no vota, los facciosos que compran influencia se benefician de las decisiones, mientras el pueblo está excluido de los grandes diseños políticos.

@shmil50