Metamorfosis

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Estamos en una era de metamorfosis. Muchas de las cosas con las que estábamos acostumbrados a vivir, me refiero a los que somos muy mayores, simplemente han desaparecido y las que han conocido los jóvenes avanzan a una velocidad tal que la obsolescencia se vuelve condición cotidiana. Entre éstas están valores, tecnologías, relaciones sociales, formas de hacer política y otras. Esto no debe asustar, sino alertarnos para saber que es lo que viene y como enfrentarlo.
Piense usted en cosas simples que ya son materia de museo y que tal vez ni siquiera extraña porque se han reemplazado con cosas más “eficientes”. Escribir con pluma fuente, ver un reloj de manecillas, ver un teléfono con rueda o botones, llevar monedas en el bolsillo para pagar el camión, recalentar la comida en la estufa, escribir en máquina de escribir, caminar al parque.
Ahora piense en las cosas que están llegando de forma acelerada. Escribimos con instrumentos desechables, tenemos hornos microondas, teléfonos que llevamos en la muñeca de la mano, y hasta oficinas que podemos operar en un teléfono.
Pero también ha llegado Un mega urbanismo que sacrifica zonas verdes y obliga a transitar grandes distancias. Los automóviles viajarán solos, algunas máquinas pensarán por nosotros, algunas personas vivirán hasta 120 años, ya se pueden trasplantar muchos órganos del cuerpo, ya nos pueden implantar un chip para rastrearnos, etc. Y todavía no sabemos como enfrentar esos retos. Por ejemplo, que haremos socialmente con los que vivirán 20 o 30 años después de jubilarse. Hay países que ya atienden el tema, México va rezagado.
Así como la nueva era trae muchos beneficios para la humanidad, también acarrea peligros, por ejemplo que un grupo terrorista sea capaz de desarrollar un virus muy mortal y lo distribuya simultáneamente en diez grandes aeropuertos, lo que puede liquidar a una buena parte de la humanidad; que algún grupo o país se haga de armamento nuclear y empiece a una guerra muy mortífera y muy destructiva, que haga realidad la frase de Einstein: “No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras”.
Ante los cambios acelerados que enfrentamos, queda siempre la duda sobre que se requiere para enfrentarlos, tanto en términos del liderazgo político, como de la evolución de la sociedad y sus comportamientos culturales, y por supuesto de las instituciones.
Actualmente y no peco de imprudente al generalizar, el liderazgo en prácticamente todas partes es de una condición deplorable, carecen de conocimientos científicos, literarios y cultura en general, no saben usar la tecnología para gobernar, no miden las consecuencias de sus decisiones; su inclinación ética es pobre y hasta se generaliza una mentalidad que quiere resolver las desavenencias de forma violenta. Acaso el futuro registre muchas guerras o esa muy desafortunada tercera guerra mundial tan temida por muchos.
Las supersticiones y los dogmas religiosos alimentan extremismos que ocupan los espacios públicos y abogan por confrontaciones para imponer su verdad, y aún cuando adoran al mismo dios, se pelean porque su adoración es mejor que la de los otros. Ojalá siguieran la máxima del genial Kinky Friedman, al que perdimos este año: “May the God of your choice bless and keep you”. Ojalá que el Dios que escogiste te bendiga y te cuide.
Las sociedades por su parte están ocupadas ante los estragos que causa el capitalismo salvaje. La gente ve tan lejos como el próximo pago de salario, aunque hay una gran mayoría que no tiene salario, con lo que su mirada ve más cerca. La gente no se preocupa por muchos temas cruciales para la humanidad, y se satisface con que le den “pan y circo”. En esta era se ha creado una suerte de abulia social, que es aprovechada por gente sin escrúpulos como políticos, empresarios y criminales.
La gente voltea la mirada para ver si encuentra a una celebridad, o se entretiene leyendo las entretelas de los secretos de alcoba de “los famosos”.
Esta era registra una caída en los valores fundamentales y universales, y no me refiero a valores religiosos, y debemos estar alertas para crear nuevos valores antes de que alguien inmoral los cree y los adoptemos.
Debemos asegurar tener un liderazgo político de calidad y una sociedad que sepa pedir y demandar cuentas y sea intolerante ante los abusos de poder.
El reto para el futuro es muy complicado.