No sorprende. Se ven muy ardidos los acomplejados priistas. Y lo entendemos. Se quedaron otra vez 6 años más fuera del erario en dos poderes de la Unión. ¡Qué fuerte!
Sí, los opositores se oyen ardidos y así se conducen, derrochando mala educación y van en plan gamberro, ordinario, muy corriente y, sin duda, absolutamente reprobable y no atendible. Están ardidos. Y los priistas, ni se diga. Da igual si son dirigentes o militantes …o beneficiarios que fueron. Esta columna recuerda y presenció hace más de 30 años, alguna ocasión en que en la Cámara de Diputados, el priista que presidía una cámara mayoritariamente priista, daba campanazo terminando una sesión sin importarle que los opositores estaban pidiendo la palabra. Cosa distinta esta vez, cuando recién, Fernández Noroña presidiendo pregunta a la asamblea si el tema estaba suficientemente discutido y en votación económica prevista en el ordenamiento congregacional, la mayoría, como corresponde ser contada en el ámbito parlamentario, votó por terminar el asunto: discutir ya suficientemente la supremacía constitucional. Ya lo estaba. Punto.
Treparse a la tribuna en plan rompebroqueles, intentar quebrantar el orden institucional forzando las cosas, cuando ya no tocaba turno de hablar y la sesión ha concluido, amagar al presidente del Senado e insultarlo con ademanes y actitud pendenciera propia de pandilleros, así como se comportó el dirigente nacional priista Alejandro Moreno, conduciéndose como tal antes que como senador, mancillando ese escaño, y actuando en plan gamberro, resulta muy reprobable. Es el PRI que desprecia la democracia. El de siempre. Lo majadero lo vimos todos en televisión. Así que ni perder el tiempo en negar su deplorable actitud rijosa, lepera y absolutamente antidemocrática. Si su exigua bancada no pudo contraponer una moción por falta de votos, aguantarse. Haber ganado más votos en las calles. Imposible ya, siendo el PRI. Que ya antes perdieron en las urnas y de ahí que sean tan poquitos. Ya no mandan los priistas. Hay que señalarlo las veces que haga falta. El PRI no es opción hace ya décadas.
Alito, con su hálito, dando manotazos y poniéndole la mano encima al presidente del Senado sin derecho a ello, dejó en claro que el PRI de institucional tiene nada, el puro nombre y el mito. Que va siempre despreciando a la democracia, desprecio que atrae ser merecida minoría, a no presidir ya la cámara senatorial, a tener apenas a un estado de la República bajo su desgobierno priista que es lo que lo define y es sinónimo de atraso y corrupción desbordada; y a otro ya solo en coalición y mostrando su talante antidemocrático más priista, más vergonzante, más innegable, es que Moreno solo actuó como lo que es el PRI. Un partido que no le importan las formas. Recordarle al PRI que si son merecidamente minoría es por nauseabundamente corruptos y pésimos gobernantes de siempre. Ya estarán orgullosos de sus siglas. Ni pierdan el tiempo en negar sus evidentes carencias. Y no estamos ya en la edad dorada del priato nefasto y podrido fundado por Calles. Por eso están tan ardidos y sus beneficiarios y unos y otros se muestran tan irremediablemente acomplejados y violentos.
De Alejandro Moreno decir ¿qué derecho tiene para sus manoteos al presidente del Senado? Carece de tal derecho. El senador Moreno no sabe respetar la autoridad cameral –como el PRI jamás ha sabido ser oposición, igual que no sabe ser gobierno y está frito por ambos lados– y le espeta una inopinada, fuera de lugar e insultante expresión: ¡date a respetar! Eso, además de idiota, es muy machista, guarro y antidemocrático. La cuestionable postura de Moreno retando el carácter de autoridad de Fernández Noroña –quien estuvo ecuánime, supo saber estar, se comportó correctamente a diferencia del impresentable priista– es una postura tan deplorable que demuestra que pretende brincarse las trancas como los priistas siempre se han brincado las leyes.
El PRI ya no está en posición de decir qué quiere y qué no quiere respetar. Y al presidente del Senado se le respeta. Aunque no sea priista.
¿Darse a respetar, le grita a Fernández Noroña? Va totalmente equivocado Alito. Fernández Noroña tiene la suficiente autoridad legal y política muy por encima de Moreno, para ser respetado sin tenerle que demostrar nada al priista o hacer algo para que lo respete. Nada. No necesita hacer más, ni a Moreno ni al priista que sea, así les fastidie saberlo y que tengan claro que es verdad. Las cosas en este país ya no se hacen a capricho y necedad de los priistas. Afortunadamente, y a todos nos toca que así siga siendo para beneficio de los más. Decirle “date a respetar” es como decirle a la mujer violada que le sucedió por no darse a respetar. Así de perdido va el dirigente nacional priista. Aquí sí se aplica la frase: si la cabeza estuviera bien, los pies no divagarían, como le sucede al PRI.
Moreno demostró lo impresentable que ya resulta. Siempre fuera de lugar, allí donde se para. Es quien debe hacer un gigantesco esfuerzo de educación y de entendimiento para comprender que el PRI ya no manda. Tenía frente a sí al presidente del Senado, no le estaba hablando a priistas agachones que le han tolerado todo y hasta eternizado en el cargo; y ya no era su turno de tomar la palabra, la sesión había terminado y la institucionalidad la tiene que trabajar mucho, sobre todo cuando ni él ni su partido tienen ya el poder senatorial en las manos, por mandato directo de los ciudadanos, que los han defenestrado en las urnas. Qué duro ha de ser perderlo luego de ejercerlo con la prepotencia y la indignidad que caracterizó por décadas a su partido, el PRI. Pero eso, eso ya es su problema.
El senador Fernández Noroña se vio verdaderamente institucional. Qué aplomo y qué fortaleza contrastante con un desquiciado y obnubilado Moreno que solo perdió los papeles y demostró esa laya que tan bien lo define. Aplausos al senador Fernández Noroña. No es un tipo fácil de contener y supo estar a la altura de su rango.
Por cierto, que después, retobones, los priistas a palabras certeras de Fernández Noroña, le pusieron en redes digitales una foto donde la policía lo arrastraba diez años antes, tras de sus protestas contra la reforma energética vendepatrias peñista, hecho sucedido a las puertas del Senado, bajo la represión priista de toda la vida tratado de acallar opositores. Pues que lo sepan los priistas: ese personaje de la foto hoy preside al Senado, mantuvo la compostura y mandó al diablo, certera y olímpicamente, al dirigente del PRI y así correspondía hacerlo. Esta vez, aplauso de pie. Mientras Morena, nutrida de muchas vertientes, hoy gobierna en mayoría, el PRI sigue perdiendo en todos los frentes. Ahora toco perder en el de la sensatez y la buena educación. Lo dicho, sigue perdiendo en todos los frentes. Se les aconseja a los priistas irse al rincón de reflexionar mirando para la pared.