La administración del presidente López Obrador se ha esforzado en demostrar que la cuarta transformación las cosas pueden ser distintas en la forma de gobernar y que es posible inculcar nuevas prácticas de gobierno y ciudadanas. Sin embargo lejos, y no en esta administración, está el momento en ver la transformación deseada. Se detectan en lo económico, en lo social y en lo político.
Uno de los principales cambios que debe poner atención la #4T es en el aspecto económico, en modificar el modelo económico para que la riqueza sea distribuida en los nichos sociales a donde pretende llegar. Pero enfrentarse con la clase empresarial, además de abrir una crisis innecesaria, provoca incertidumbre y en algunos casos fuga de capitales.
Igualmente el sistema de recaudación fiscal de esta administración pareciera que está sustentado en el terrorismo y la persecución, antes que en la invitación al contribuyente.
También el modelo de consolidación fiscal que resultó ventajoso en administraciones pasadas, debería ser sujeto de una actualización para no pasar de un límite en su aplicación, ya que se basa en las deducciones y pérdidas de las empresas para que sean sujetas de algunos beneficios fiscales, como devolución o exención fiscal, figuras que también deben ser sujetas a revisión.
Las suspensiones definitivas que la autoridad jurisdiccional ha concedido sobre la Ley de la Industria Eléctrica así como la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco pueden ser el momento para revisar la viabilidad o la modificación de la política energética del país, junto con la posibilidad de regresar a la utilización de energías no renovables, como el carbón, que ha merecido críticas su utilización.
En el modelo social, la administración del presidente Felipe Calderón suprimió de los libros de texto gratuitos la enseñanza del periodo de La Colonia. Justo es el momento para revisar los contenidos de los planes de estudio, ajustarlos y actualizarlos para volver a incluir asignaturas, temas, capítulos o unidades temáticas, con retomando contenidos que funcionaron en otros periodos, por ejemplo civismo, cuya asignatura es necesaria incluir o actualizar.
Por otra parte, el exceso de funciones y atribuciones que se le están dando a las Fuerzas Armadas, no contribuye a la armonización del país.
Se manda el mensaje que la estructura burocrática y operativa de las Secretarías de Estado no hace las cosas bien; se infiere que el presidente no confía en sus colaboradores y prefiere poner sus proyectos en manos de militares; se sobrecarga de funciones a las Fuerzas Armadas, provocándoles un desgaste innecesario.
Por último pero no menos importante, en el tema de seguridad la Secretaría de Estado debería elaborar procedimientos o protocolos operativos para fijar las acciones básicas de las policías municipales, por ejemplo, señalar qué es la paz y el orden público, cómo debería actuar las policías municipales, las policías estatales y la Guardia Nacional, ya sea de manera conjunta o supletoriamente. Esto debido a que encontramos a elementos de la Guardia Nacional haciendo labores hasta de agentes de tránsito y vialidad, cuando no es su función.
La profundidad de la transformación depende de las modificaciones a los sistemas y subsistemas en que descansa las funciones de Estado y de gobierno que ejecuta la administración pública y el sistema político mexicano.
El autor es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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