Ni siquiera la pandemia y su urgencia sanitaria con millones de contagios y de fallecidos ha rebajado las tensiones globales, tampoco amaina la falta de solidaridad imperante, para vencer todos juntos al virus del SARS-CoV-2.
Menos aún, las vacunas han logrado escapar de la geopolítica de roces, reproches mutuos y sanciones que, en el último lustro, llevan tensando las relaciones internacionales, comerciales y diplomáticas de varios países cuyo peso económico, político y militar es relevante para el equilibrio mundial.
Por un lado, el año avanza con la meta puesta en las inmunizaciones anticovid y la recuperación económica; y por otro, los apetitos estratégicos de las grandes potencias chocan entre sí.
La llegada a la defensiva de Joe Biden, al frente de Estados Unidos, ha supuesto un varapalo para relajar las tensiones con varios actores internacionales incluso manteniendo la política arancelaria de Donald Trump, su antecesor en el gobierno y al que tanto criticó a lo largo de su campaña electoral señalándolo por sus “groseras” decisiones unilaterales.
En el ámbito de las confrontaciones geopolíticas actuales, la Unión Americana amplia el frente de roces con Rusia y con China, se distancia de Israel (a diferencia de Trump que estrechó como nunca la relación judeoestadunidense) así como de Arabia Saudita (otro de los aliados imprescindibles).
A su vez, la Unión Europea (UE), otro de los actores preponderantes, ha tomado una serie de decisiones que ensanchan su alejamiento de Rusia y de China y mantiene una abierta y agria disputa postdivorcio con Reino Unido, tras consumado el Brexit.
Por lo pronto, en el eje de la seguridad de Estados Unidos, todos los informes proporcionados por el Pentágono a Biden sitúan a China y a Rusia como los dos más grandes desafíos en el renglón de las inminentes amenazas… de hecho, por encima de Irán o de Corea del Norte.
En el discurso de Biden -del pasado 4 de febrero en la Casa Blanca- en su posicionamiento del lugar que ocupa Estados Unidos en el mundo, el mandatario de 78 años esgrimió que es tiempo de “reparar” los lazos con sus aliados y reconectar con el mundo una vez más no para hablar de los desafíos del pasado, sino de los desafíos de hoy y del mañana.
“El liderazgo de los americanos es imprescindible en este momento en que avanza el autoritarismo y aquí incluyo a las ambiciones de China y su rivalidad con Estados Unidos y la determinación de Rusia de dañar y alterar nuestra democracia”, resaltó con vehemencia.
La alianza cada vez más cercana entre China y Rusia es otra de las causas de preocupación no solo para la Unión Americana también para los europeos en especial para aquella parte de Europa -la del este- que vivió bajo décadas en la llamada Cortina de Hierro.
A COLACIÓN
De acuerdo con la consultora BAV Group y la Wharton School, en 2020, el ranking de las potencias globales del siglo XXI está liderado por EU, Rusia, China, Alemania, Reino Unido, Francia, Japón, Israel, Corea del Sur y Arabia Saudita.
En dicho balance se ha tomado en cuenta una serie de variables: liderazgo, influencia económica, influencia política, fuertes alianzas internacionales y fortaleza militar.
La Unión Americana seguirá siendo la potencia económica global, por lo menos, hasta 2030; tanto BAV Group como la Wharton School resaltan la gran influencia militar estadounidense con un presupuesto anual hasta ahora imbatible.
En el balance del año pasado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) reportó un gasto en defensa de un trillón de dólares realizado por los treinta países miembros; la Unión Americana gastó el 53% de ese total con 784 mil 952 millones de dólares.
A ese liderazgo e influencia, le sigue Rusia que tiene un buen posicionamiento militar, goza de presencia geoestratégica, de influencia global pero el tamaño de su economía medida por el Producto Interior Bruto (PIB) o en inglés GDP, no la ubica dentro de las diez más relevantes: EU, China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Italia, Brasil y Canadá.
@claudialunapale