Estamos a tiempo

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Ha llegado el momento que la supremacía de la humanidad sobre la materia y la ideología debe mantenerse.  Para ello, el político y el gobernante deben de gozar siempre de salud mental, sin dejar de considerar la salud física.

Una combinación de paz interior, desarrollo económico y, sobre todo, paz mundial, implica un desarrollo de la mente. Para alcanzar esto, es necesario tener un sentido de responsabilidad universal, que implica un profundo interés por todos, sin prejuicio de sus creencias, color, sexo o nacionalidad.

Debemos tener la perspectiva correcta, esto es la del proceso universal de la vida, para no intentar conseguir la felicidad o la gloria de una persona o grupo a expensas de otros.  Ninguna nación por si sola puede ya solucionar sus problemas de forma satisfactoria; demasiadas cosas dependen del interés, la actitud y la cooperación de otras naciones.

El proceder más sensato es pensar también en los demás cuando busquemos nuestra propia felicidad. Esto conducirá a “interés propio sensato”, que es esperar que se convirtiera en “interés propio comprometido”, o, todavía mejor, “interés mutuo”.

Los grandes maestros quisieron dirigir a sus seguidores lejos de los caminos de los actos negativos causados por la ignorancia y llevarlos hacia caminos de bondad. Los grandes maestros también están de acuerdo en la necesidad de controlar la mente, falta de disciplina que alberga sentimientos egoístas y otras causas de problemas, y cada uno muestra un camino que conduce a un estado espiritual de paz, disciplina, ética y sabiduría.

Si nuestras mentes están dominadas por la ira, perderemos la mejor parte de la inteligencia humana: la sabiduría, la capacidad para decidir entre lo correcto y lo erróneo. La ira es uno de los problemas más graves que afronta hoy el mundo. La ira tiene un papel destacado en los conflictos actuales. Estos conflictos surgen de la incapacidad de comprender la humanidad de los demás.

La política sin ética no fomenta el bienestar humano y la vida sin moralidad reduce a los seres humanos al nivel de las bestias. Cualidades humanas como la moralidad, la compasión, la dignidad, la sabiduría, etc., han sido la base de todas las civilizaciones. Estas cualidades deben cultivarse y mantenerse mediante una educación moral sistemática en un entorno social propicio, para que pueda surgir un mundo más humano.

En este sentido, hay dos cosas importantes que debemos tener presentes: examinarnos a nosotros mismos y corregirnos. Debemos revisar nuestra actitud constantemente hacia los demás, examinándonos a nosotros mismos con detenimiento, así como corregirnos inmediatamente cuando vemos que estamos equivocados.