La clase media y López Obrador: sus legitimidades y complejos

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Esa es una relación de quiero y no puedo. Un sinvivir, un desencuentro permanente. Nunca ha estado cerca ni cercana la relación. Desde López no hay un ofrecimiento claro hacia la clase media. Desde ella, el desafecto abarca su pavor hacia el comunismo que no se ve por dónde llegará y le impedirá viajar a Disneylandia; y desde luego, por su animadversión al sujeto –calificado de todo, fiel al clasismo típico de la clase media– y a estas alturas del partido, que nadie se cuente cuentos porque nos conocemos bien. The New York Times expuso en 2020 que el 61 % de los mexicanos se cree de clase media, cuando solamente lo es el 12 % y para serlo requeriría ganar 64 mil pesos al mes para una familia de cuatro integrantes. Y eso no es el promedio nacional, que está muy por debajo de esa cifra, siendo México el país de la OCDE con más desigualdad salarial. Le pese a quien le pese, incluida la clase media.

López Obrador se equivoca al decir que menos votan por él quienes más estudios tienen. Y al repetirlo, se equivocan sus adversarios. La observación es errónea porque  omite explicar cómo duplicó sus votos entre 2012 y 2018 y eso sucedió por sumar a votantes de todas las clases sociales. De todas. Fue un voto transversal y ese es parte de su mérito. Sería prudente no desestimarlo por nadie. Y ese voto abarcaba a la clase media, sea por convencida y/o por estar hasta el moño del PRI. Como haya sido.

Por su parte, la clase media está muy equivocada al llamarse cien por ciento aludida en las descalificaciones de López y no toda en anti-López. El presidente ha sido claro al decir que una parte de ella es la clasista y la racista. Y la hipócrita. Y al que le quede el saco. Lo único que la clase media no puede hacer es jugarle al vivo y negar sus limitaciones. Y entre ellas está una acuciante: la discursiva, en que muchos de sus componentes han sido especialmente insultantes, no argumentativos con el presente gobierno. No hay manera de cuadrarles nada y no hay el mínimo ánimo de valorar nada. Y eso que López más la ha emprendido contra la clase alta, en dado caso. La clase media no requiere el reconocimiento, sino la inclusión en un proyecto de país que no la considera este gobierno que va equivocado al no hacerlo.

La clase media en efecto, ha negado el voto a Morena en 2021, pero no necesariamente en 2018 y en consecuencia, ha manifestado su desafecto, su rechazo acrecentado a López Obrador. Ha sido lógico el reclamo del mandatario y sin duda, algo inadecuado, por no analizar a profundidad ese abandono. Tal y como ha sido agresiva la actitud permanentemente insultante de amplios sectores de la clase media. El desafecto es bien correspondido por ambas partes –ni un grado más ni uno menos por ninguna de ambas– y ambas se equivocan porque si eso entraña desunión, justo eso se requiere para mandar al garete un proyecto de gobierno y acrecentar las desigualdades sociales. Ese el camino adecuado si se busca la ruina colectiva. Y si rompe en definitiva López Obrador con la clase media, o viceversa, sellará la ruina de su proyecto, pero afectando también negativamente a la clase media, no nos engañemos, pues ha sido una muy apegada al gobierno: empleos, contratos, oportunidades y se ha beneficiado del Estado benefactor, como quiera que sea. No solo es una clase media empresarial, independiente y apostadora al libre mercado. No. Eso es un mito en México. La clase media mexicana ha subsistido más de lo que se reconoce al amparo del Estado y debería de pensarse mejor su confrontación con tal.

Acierta la clase media al apuntar al deterioro económico actual que ha truncado su movilidad social, aunque no dilucide desde cuándo se le ha endilgado y no admite que no fue en este sexenio y casi nunca se manifestó contra los culpables de su atorón, salvo en 2000 y 2018 felizmente echando al PRI, el causante. Sabe de sí que es un sector importante. López acierta al señalar la desinformación de la clase media. Lo sabemos bien. Esa clase media que en efecto, se informa de Chumeles, memes y Ciros sin el mínimo esfuerzo de buscar mejores fuentes de información.  Esa que no coteja y sí comparte en redes sociales la sandez más grande posible, solo superada por la siguiente más grande, aún, y muchas veces siendo notas falsas y las más de las veces, tergiversadas. Nutrir por tres años a la gente con esas notas solo generan lo que hay: la crispación y la violencia manifiesta hacia el presidente López Obrador. Porque si al menos hubiera reflexión y sensatez, así fuera clasemediera, pero es pedirle sombra a los ríos….

Pareciera que por amplia mayoría la clase media lanzó el “No” a Morena en estas elecciones intermedias, pero apostó al insulto y por consiguiente, no iba a la reflexión que se requería para no obnubilarse. No se le oyó cuestionamientos puntuales derivados de una reflexión inexistente. ¿El alza inflacionaria, la ayuda a Evo Morales o el decrecimiento económico? ni sus luces. ¿La colaboración con Trump? ¿el manejo de recursos o la tasa de desempleo? Ni por asomo. Ni siquiera los muertos por la pandemia. Y mejor abrazó partidos sin propuesta. Ese es el drama de una clase media sorda, despistada y enajenada por desinformación que compra sin ton ni son. Que niega ser clasista y racista y responde a los señalamientos de sí serlo haciendo gala de su racismo y su clasismo. Ni cómo ayudarla. Oye campanas y no sabe dónde. La animadversión clasemediera hacia López Obrador ha sido de siempre atronadoramente insultante, pero nulificadamente pensante. Y eso que se jacta de ser más estudiada, que si no….Y es desmemoriada. Ese desencuentro es añejo. Otra cosa será el desaprensivo que en sus cinco minutos de gloria cacarea tres tonteras en las redes. Eso no lo muestra informado, sino clasemediero ardido y frustrado. Solo eso.

La clase media sabe que nadie le regalará nada. Su mejor aliciente y su mejor elemento es su sentido del esfuerzo. Ser aspiracional es un motor adecuado. Su peor actitud es el clasismo ante su pavor de ser pobre. Unas por otras, ya lo ve. Lo que resulta revulsivo es que lo niegue y no tenga un ápice de ganas por modificar su muy reprobable actitud negativa. Y no es agresiva contra López, apenas ayer. No, siempre lo ha sido. El desafecto con López Obrador proviene en gran parte de no esperar nada de él como proyecto de gobierno, porque el otro tampoco ha podido construir una oferta ni como opositor ni como gobierno para la clase media y ya solo le restan escasos 3 años. Y a este paso como dicía  José José: lo que no fue, no será. Y punto.

Esa clase media legítimamente aspiracional, que se sabe abrir paso, que sabe contribuir a su fortalecimiento, se mal cree que dejando la vida en ello, explotada, es el camino. Confunde explotación con esfuerzo y desigualdad con oportunidades. La misma que ha callado y calla el alza de precios porque tiene la ilusa postura de que los puede pagar, pues para eso se esfuerza. La que acepta cadeneros en los antros para que no entre la prole (Paulina Peña dixit, remember?) o que se calla los precios indecibles que en México paga por transporte aéreo, hotelería, conciertos, restaurantes,…. Que para eso es orgullosamente clase media. Porque es como el burro tras la zanahoria que nunca alcanzará a atraparla, pero se queda tan oronda y callada, tragando las ansias. Como cuando le clavan el pago de estacionamientos o de segundos pisos abusando de su dejadez e ignorancia y ella ufana, responde con aire de suficiencia: “que vaya quien lo pueda pagar”, muestra de que ni ha entendido nada ni sabe defender sus derechos y sí hay abusos que se traga. Sí, esa es nuestra clase media, tan suya, tan entera, tan plantada y segura de sí, ya se ve, que para eso es la clase media. No le extrañe que termine votando por Va por México. Su extravío es total. Si al menos su actitud aspiracional aspirara a dejar de practicar su clasismo, sería más meritoria. Si al menos mostrara enmendarse…. De ese tamaño son sus complejos, superando sus legitimidades. Que no se adorne tanto.

Las elecciones de 2021 ya demostraron que López necesita de más votos. Tanto como su proyecto. Azuzar a la clase media no es adecuado, no es conveniente porque su voto vale y lo demostró, aún con sus muchas limitaciones. Eso sí, cometió el error de votar el regreso del PRI que la hundió. Es que robaba pero dejaba trabajar, alega la clase media luciendo su mediocridad. Y regresar al PRI sería culpa de López, como Peña Nieto fue en gran media el causante de que tengamos a López. Y no será con insultos a López como mejorará su situación. Requiere de un enorme acopio de objetividad. Ni la clase media ni López deberían de rasgarse las medias. Ya se conocen y son tal para cual. Y ahí están las urnas por si ocupan.