A lo largo de la última mitad del siglo XX y al comienzo de este siglo, el tema del bienestar animal ha pasado de estar al margen de los debates públicos a ocupar un lugar central en ellos. En unas cuantas décadas hemos sido testigos de la aparición de un importante movimiento político a favor de los animales y de sus derechos.
Peter Singer en su libro Liberación Animal, tras analizar las terribles condiciones en las que se encuentran normalmente las granjas industriales y los laboratorios de investigación, cuestiona la baja condición moral otorgada a los animales y sostiene que sus intereses deben tenerse en cuenta junto a los de los seres humanos.
Habría que tener en cuenta no solo el dolor y el placer experimentados por los animales, sino también atributos tales como su inteligencia y autonomía.
La verdadera prueba moral de la humanidad, su prueba fundamental, consiste en su actitud hacia aquellos que están a su merced: los animales (Kundera. La insoportable levedad del ser. 1984).
Al experimentador científico no se le debe permitir adoptar dos posturas. No puede, al mismo tiempo, defender la validez científica de la vivisección basada en las similitudes físicas entre el hombre y otros animales, y luego defender la moralidad de la vivisección argumentando que hombres y animales son diferentes físicamente. Las únicas alternativas lógicas que tiene es admitir que es predarwiniano o inmoral.
El especismo describe una forma de discriminación basada en la pertenencia en una especie. Casos en los que los principales intereses de los animales no humanos quedan invalidados por los intereses humanos únicamente porque los últimos son precisamente humanos. Debe de haber una razón moralmente relevante que merezca la distinción.
El hecho de que los animales sean diferentes a nosotros no permite que haya una razón moral para experimentar en ellos.
El asunto fundamental a la hora de determinar la consideración moral hacia un animal yace en el nivel de conciencia, en particular en su capacidad de experimentar dolor o placer.
Algunos se refugiarán en el viejo cliché de que los humanos son distintos a otros animales. ¿Pero desde cuándo las diferencias justifican un prejuicio moral? (Richard Ryder).
¿Es justo que miles de millones de animales no humanos tengan una vida corta y desdichada para satisfacer las ansias humanas de carne?
El razonamiento detrás del consumo humano de carne es que los demás animales son inferiores, o menos valiosos, que los humanos; están en la Tierra únicamente para satisfacer las necesidades del hombre.
Darwin sugiere que no existe diferencia fundamental alguna entre el hombre y el animal, que todos forman parte de un único continuum de vida.
No es cierto que los hombres necesiten carne en su dieta para poder desarrollarse; como prueba están millones de vegetarianos que hay en todo el mundo. Ser vegetariano es asumir un grado mayor de cultura, civilización y de moralidad.