López Obrador y la prueba del pato; y ahora quién sigue de los hermanos

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Desde el primer día de su mandato, Obrador decidió convertir el antiguo palacio virreinal en la “casa de la virtud”. Palacio Nacional es un monasterio. El tabasqueño confunde su investidura con la de un abad. La de un falso líder espiritual. En las mañaneras en lugar de ofrecer discursos, da sermones. Ahí, al pie de su altar están sus “periodistas” como monaguillos que todos los días se muerden la lengua para no cuestionar.

En la casa de la virtud el falso Mesías predica: “Vivamos como virtuosos, aunque no lo seamos”.

Y sí: dos de sus hermanos han sido pillados en actos de corrupción. Primero fue Pío, luego Martín. ¿Y ahora quién sigue?

Años atrás su secretario particular fue sorprendido retacándose las bolsas y un maletín con millones de pesos. Lo mismo ocurrió con la diputada Eva Cadena que fue sorprendida en un video recibiendo fajos de billetes donde dice que es dinero para Obrador.

El más elemental razonamiento inductivo, como es la prueba del pato, no deja lugar a dudas: “Si grazna como pato, camina como pato, se comporta como pato y vuela como un pato, entonces tenemos derecho a decir que se trata de un pato”.

Como en las misas, hemos atestiguado el “pase de la charola” en palacio nacional para la rifa del avión y en todas las licitaciones del gobierno el “diezmo” es sagrado. El que ofrece más recibe a cambio los contratos, eso lo saben hasta los proveedores más rascuaches.

Obrador actúa como en el país de las maravillas, ahora se hace acompañar por una nueva vocera encargada de “Quién es quién en las mentiras de la semana”. Es la Reina de Corazones que solo sabe ordenar –“¡Que le corten la cabeza!”.

Y Obrador en el papel de “los otros datos” convertido en el Sombrero Loco pregunta: “¿se llevó a efecto una encuesta acerca del cuál era el país más corrupto y quién creen ustedes que obtuvo el primer lugar? Y Lord Molécula responde ¡México! Y el sombrero (Obrador) rápidamente agrega: ¡en efecto, teníamos el primer lugar pero dimos una lana y ahora tenemos el octavo!

Tenemos un presidente con una moral altamente hipócrita. Un político que todos los días ofrece misa acompañado de trompetas para que todo mundo lo vea y por el otro realiza en sigilo las componendas más infames.

Con Obrador nuestra democracia ha experimentado una degradación “natural”. Su gobierno oscila entre la oclocracia y la cleptocracia. Con la “cuarta transformación” se ha institucionalizado la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el peculado y el clientelismo político.

La decadencia de la “cuarta transformación” la tenemos a la vista. El desprecio por la ley y la impunidad derivada de la violencia.

Obrador y su gobierno de la muchedumbre está inmerso en una decadencia.

Las mayorías incultas lo idolatran y él sabe cómo movilizar a las multitudes  mediante dádivas corrompiéndolas con sus falsas políticas de “bienestar”.

Todas las mañanas incurre en sus mensajes demagogos para convencer a sus seguidores de que su gobierno es una “auténtica” democracia donde “mandas” con sus encuestas.

Obrador sabe apelar a los sentimientos y necesidades de la muchedumbre. Se comunica de forma no racional, apela a los sentimientos, utiliza el miedo y el nacionalismo, recurre al circo, al linchamiento y la dádiva y a “distintas” formas de “ejercer justicia” y repartir bienes.

En su “nacionalismo” llama “patriota” a la vacuna anti-covid que dice su gobierno está preparando, el “circo” en todas las mañaneras atacando e insultando a sus críticos. Las dádivas corren a cuenta del multimillonario presupuesto de las políticas de “bienestar”, la forma de “ejercer su justicia”, son encuestas para linchar o “enjuiciar” a los expresidentes o cualquier enemigo y en el falso “reparto de bienes” utiliza las subastas del instituto para devolver al pueblo lo robado.

Todos sabemos que la administración de su gobierno es desorganizada, irracional y corrupta. Ahí están los ejemplos del aeropuerto de Santa Lucía, el tren maya y sus refinerías.

Al populacho le vende la idea que los suyo es “democracia pura” pero lo triste es que esas gentes que lo siguen son víctimas de la demagogia y del borreguismo multitudinario.

El gobierno de Obrador es todo lo contrario de lo que él pregona: con la cuarta transformación la corrupción se ha institucionalizado, la otrora mafia del poder que ahora son sus “consejeros” se han apropiado del capital, es evidente el nepotismo en todas las instituciones, abunda el clientelismo político y florece el peculado desde la propia familia presidencial cuyas acciones delictivas quedan impunes.

Todo está corrupto: la justicia, los funcionarios del gobierno, el sistema político y el económico.

Mientras tanto, el encono social crece.

La “casa de la virtud” no es tal, es el símbolo de la mentira y la corrupción.