El presidente López Obrador anunció que no será posible reunirse con los gobernadores de Tamaulipas y Michoacán, en el marco de los encuentros que ha sostenido con 17 gobernadores.
Sobre el caso del gobernador de Tamaulipas, argumentó el proceso por el que está transitando en la Fiscalía General de la República se lo impide y sobre el gobernador de Michoacán dijo que hay mucha politización debido al proceso electoral pasado. El Ejecutivo Federal manda una mala señal al no reunirse con esos gobernadores, debido a que todos ellos son partícipes en el Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Lo cierto es que en estas dos entidades federativas se palpa la frustración por la ineficacia de la estrategia de seguridad, local y federal, cuando en realidad no se ha volteado a ver al interior del país para tomar la experiencia necesaria. En las demás entidades se respira también esa decepción, excepto en contados casos.
Por ejemplo, ciudades como Tijuana, Ciudad Juárez, Torreón o Monterrey padecieron en carne propia los estragos por la inseguridad. Entre 2007 y 2011 los principales encabezados de los periódicos en la sección policiaca eran para dar parte sobre enfrentamientos o masacres en esas ciudades o en sus proximidades.
Estas ciudades junto con sus respectivos gobiernos locales implementaron estrategias que en su momento funcionaron, indistintamente del partido político que haya gobernado esas ciudades o los estados en esos periodos de gobierno.
Un fenómeno social causó la población de Cherán en Michoacán, cuando un grupo de mujeres expulsó a los políticos y a su policía en abril de 2011, para defender su bosque de los abusos de la delincuencia quienes explotaban arbitrariamente las riquezas de sus ejidos a través de la madera, quienes cansadas de homicidios y secuestros decidieron organizarse.
Hoy mediante asamblea de barrios, los pobladores de Cherán eligieron a su Concejo Mayor de Gobierno, en el que a mano alzada, 637 comuneros eligieron a cinco mujeres y siete hombres, quienes serán las autoridades de ese lugar, que está libre de la delincuencia. Aquí está una evidencia de dónde se encuentra una de las raíces del problema de la inseguridad.
Sin embargo, en otras entidades federativas sus autoridades transitan pidiendo al cielo que los aleje de una masacre que atraiga los reflectores de la opinión pública, carentes de una estrategia y cuyos operadores de la seguridad desconocen sus aspectos básicos, con un sistema de procuración e impartición de justicia cuestionado por ineficiencia y corrupción.
La configuración de la estrategia de seguridad en el país compromete un complejo entramado de sistemas y subsistemas políticos, económicos y sociales locales, cuyas formas se entretejen con los sistemas regionales o federales.
Cuando carecen de sincronía estos sistemas, es cuando viene el debilitamiento de las autoridades y las instituciones y comienzan a surgir alteraciones en las dinámicas en las relaciones políticas, económicas, sociales y de seguridad que incluye vacíos de poder, que son aprovechados por la delincuencia, que vienen a substituir la autoridad formalmente.
Hoy por hoy la experiencia local es desaprovechada para producir un nuevo conocimiento en materia de seguridad, que permita superar las deficiencias de las actuales estrategias.
El autor es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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