Pocas verdades son suficientes

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Jesús Romero-Trillo

El 28 de octubre de este año 2021 se cumple el 555 aniversario del nacimiento de Erasmo de Rotterdam (1466-1536). Hijo ilegítimo de un sacerdote, Erasmo se educó en un monasterio en el norte de Italia llegando a ordenarse también presbítero. Sin embargo, su legado no solo tiene que ver con el nombre de las becas que promueven el intercambio de estudiantes en Europa sino que, sobre todo, Erasmo representa el espíritu de moderación en una época atrapada por los extremismos.

Erasmo creía en la conversación como forma de pensamiento y rechazaba a los fanáticos que consideran que el diálogo es el recurso de los débiles. De hecho, su modo de afrontar la crisis de la Iglesia Católica de la época fue dialogando desde dentro y no desde la crítica exterior y, como buen creyente e intelectual, su gran contribución fue una nueva traducción de la Biblia para que los fieles tuvieran un acceso más fidedigno a la Palabra de Dios. Erasmo creía que había que regresar a la lectura y el estudio de la Biblia y dejar a un lado las interpretaciones o comentarios sobre la misma. En el fondo, su aproximación fue la misma de Francisco de Asís: volver a la simplicidad del Evangelio “sine glossa” (sin comentarios).

Erasmo solía repetir ante la complejidad de la teología de su tiempo: “pocas verdades son suficientes”, y abogaba por una “teología popular” accesible a todos y vivible por todos. Sus ideas le valieron la fama entre los reyes e intelectuales de la época y su deseo fue la llegada de un renacimiento cristiano liderado por humanistas alejados de cualquier extremismo, es decir, libres tanto del ascetismo monacal como el escolasticismo universitario. Su libro escrito en latín “Elogio a la locura” tuvo una gran difusión con más de 30 ediciones durante su vida y en él quedó plasmada su fina ironía contra los que detentaban el poder, desde los médicos hasta los monjes.

En octubre de 1517, cuando Lutero expuso sus 95 tesis en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg, Erasmo se encontró con la dificultad de mantener la equidistancia entre la tesis reformista y la tradición propia de Iglesia Católica para mantener el diálogo con ambas posturas. Las dos partes buscaban su favor, pero él se resistió pues pensaba que al extremismo de Lutero le sucedería el extremismo de la Iglesia Católica. Aunque intentó argumentar su posición apostando por la mediación para encontrar una solución consensuada, ninguna de las partes le escuchó y cayó en desgracia. Su predicción de que “la larga guerra de palabras y panfletos se librará con alabardas y cañones” terminaría cumpliéndose.

La moderación es un gran desafío en todas las épocas y los que la ejercen son alabados en momentos de calma, pero son los primeros que sufren la intolerancia cuando llegan los tiempos convulsos. Por ello, el método de Erasmo de utilizar la conversación como antídoto al dogmatismo es siempre actual. Ignorar las palabras de quienes piensan de manera diferente abre siempre la puerta a la intolerancia. Pocas verdades son suficientes.

Catedrático de Filología Inglesa en la UAM

Publicado originalmente en elimparcial.es