Al cierre de la semana pasada me referí a los permanentes y crecientes errores del perdonavidas de Marcelo Ebrard que parece no percibir el presidente y que le están costando mucho al país. El reciente que mencioné fue la renuncia del poeta y escritor Enrique Márquez que para muchos es sólo un disfraz para evitar un mayor escándalo en la embajada de México en España bajo la titularidad de María del Carmen Oñate.
Antes el desacierto de remover a Martha Bárcena de la casa diplomática en Washington y el muy criticado nombramiento de Isabel Arvide como cónsul en Turquía sin ningún antecedente diplomático o de experiencia que justificara la decisión.
En la guerra interna, abierta y franca entre Ebrard y Sheinbaum a raíz del colapso en la Línea 12 del Metro (por cierto, sin detener aún a ningún responsable directo), los datos “confidenciales” se ha convertido en filtraciones alevosas para evitar que uno o la otra sean considerados “presidenciables”.
Mario Delgado, incondicional de Ebrard opera para dinamitar la fuerza de Sheinbaum siempre protegida por la complicidad del amigo Andrés. No fue suficiente el envío de datos a periódicos extranjeros para dar a conocer a la opinión pública las irregularidades de ambos personajes.
El combate contra Ebrard continúa y hoy sabemos que a pesar de que el presidente aseguró se acabaron los cuates y compadrazgos, Relaciones Exteriores es una oficina de colocación de improvisados, inexpertos e ineficientes personajes que ganan en nómina más de 120 mil pesos mensuales.
Casos hay varios: primero Roberto Velasco el cacahuatero que hoy es la primera carta del gobierno de México para las negociaciones con América del Norte. Saltó velozmente del área de la vocería y comunicación social para ocupar uno de los espacios más difíciles y delicados en la relación con los dos socios importantes de nosotros: Estados Unidos y Canadá.
Lo mismo ocurre en las áreas de “análisis estratégico de comunicación”, “Dirección de Asuntos Económicos” en la “Dirección General de coordinación política”, y en la “Dirección de Información Internacional” cuyos titulares son jóvenes egresados, de 27 años, sin hoja curricular y sin experiencia en el área pero con sueldos verdaderamente considerables. Ebrard premia no la eficiencia sino rasgos de carácter muy personal y en algunos casos de conveniencia política.
Ricardo Monreal sabe de esto porque incluso él ha tratado los temas (nombramientos diplomáticos) y ha sido mediador con el presidente y Ebrard para pagar facturas políticas incluso con aquellos que llaman opositores (vamos cuotas de poder).
Sheinbaum por su parte, ya no sabe cómo corregir los descalabros electorales en la CDMX y las auditorías que se podrían aplicar a exalcaldes como Layda Sansores que puede perder la gubernatura de Campeche, pero más aún, destapar serios ilícitos en Álvaro Obregón.
Sería oportuno y prudente que AMLO en las mañaneras diera cuenta de los tropezones de Ebrard, de la baja monta de Sheinbaum, de las inclinaciones de Delgado y de la intestina guerra que el propio presidente desató como “destapador” de corcholatas (precandidatos). Y esto ira creciendo a medida que se acorten los tiempos y se den cuenta que en verdad dentro de los opositores pueden presentarse cartas fuertes que les desmorone sus ambiciones incluso de prolongar los mandatos.
Por cierto, AMLO sin querer queriendo está empujando a Ricardo Anaya para ser un contendiente de cuidado.
Conductor del programa VaEnSerio mexiquense tv canal 34.2