Talibanes 2.0

0
472

En la memoria reciente de la CIA todavía resuena el atentado de la base Chapman –diciembre de 2009–  cerca de la ciudad afgana de Jost en el que murieron siete agentes que esperaban reunirse con dos informantes que, al llegar al punto de encuentro, explosionaron una serie de bombas muriendo todos al instante.  Al Qaeda reivindicó la masacre.

Casi doce años después y a unos días de cumplirse el vigésimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, crecen las voces de alerta en torno a un empoderamiento de los grupos radicales como los talibanes, Al Qaeda y algunos, como los yihadistas del Estado Islámico y otras ramificaciones que actúan en África.

La retirada a toda prisa y desorganizada de los militares estadounidenses  precipitó igualmente la salida caótica de los demás contingentes militares de la OTAN en Afganistán.

Desde Doha, Suhail Shaheen, uno de los talibanes miembros del equipo negociador, declaró a la periodista Sally Lockwood, de la cadena británica Sky News, que una  prórroga en  la fecha de salida de Estados Unidos de Afganistán solo crearía desconfianza.

En busca de más días, hasta Kabul voló William J. Burns, director de la CIA, para reunirse en secreto con Abdul Ghani Baradar, el hombre que de entre los talibanes se perfila para gobernar y el artífice de la negociación de paz impulsada por el entonces presidente norteamericano, Donald Trump, como lo recoge el Acuerdo para traer la Paz de Afganistán o también conocido como Acuerdo de Doha, del 29 de febrero de 2020.

Enviado directamente por Biden, el hombre fuerte de la CIA no logró convencer a Baradar para darle, tanto a Estados Unidos como al resto de los contingentes de la OTAN, más días a fin de lograr evacuar a toda su gente,  al personal de cientos de ONG´s y de organismos internacionales.

Encima hemos sido testigos mediáticos del drama que el terrorismo ha añadido a la desesperación de miles de afganos por tener un sitio para volar en cualquiera de los aviones militares.

El atentado en la puerta Abbey, del aeropuerto de Kabul, que ha dejado más de 170 fallecidos y varios  centenares de heridos finalmente ha sido reivindicado por el ISIS-K; una célula en Afganistán del Estado Islámico conocida por ser brutal y sanguinaria. Hasta la Unión Americana vuelan trece féretros con marines asesinados en la explosión y hay otras personas británicas también afectadas.

 

A COLACIÓN

Todo el contexto bajo el que se han desencadenado los hechos tienden a empoderar a los talibanes y es analizado con preocupación por las consecuencias en la seguridad regional e internacional en diversos países en los que, distintas facciones radicalizadas, llevan años causando atrocidades civiles.  Propiamente hay “franquicias” de Al Qaeda en Somalia, Kenia, Túnez,  Siria, Yemen, Nigeria, Argelia y Arabia Saudita mientras el Estado Islámico opera con mayor presencia en Siria y en Irak aunque  todas están conectadas bajo el hilo conductor del salafismo yihadista.

Estos grupos fundamentalistas tienen la enorme complejidad de estar desterritorializados formando células que fagocitan diversos países islámicos  y se alimentan de un mismo lenguaje común: derrotar a Occidente.

Bajo ese contexto, la vuelta de los talibanes a Afganistán viene acompañada de una serie de golpes de efecto: primero, la sensación de debilidad mostrada por todo lo que ha rodeado la retirada de las tropas estadounidenses y el nuevo vacío creado en detrimento de los puentes de entendimiento entre Washington y sus aliados trasatlánticos; segundo, el lavado de cara que pretenden los nuevos gobernantes talibanes que, en realidad, son los viejos gobernantes de antes.

No solo Ghani Baradar ya estaba en el gobierno Talibán (1996 a 2001) como viceministro de Defensa; también Zabihullah Mujahid, actualmente  portavoz de los talibanes, antes trabajó en el Ministerio de Cultura e Información; y luego está otro de los visibles  como es Suhail Shaheen, que en los platós de televisión va pidiendo calma a la población; él  también trabajó en el gobierno de 1996 como segundo secretario de la embajada de Afganistán en Pakistán y portavoz de Exteriores. Faltan otros rostros que saldrán de su escondite en Islamabad y Doha.

Si bien los talibanes de antaño vuelven con sus ropas, sus barbas, sus turbantes y sus mismas ideas arcaicas, han debido aprender a utilizar las redes sociales sabedores del impacto masivo que éstas tienen… ya no es finales de los noventa del siglo pasado, es 2021.

Por ejemplo, Mujahid tuitea en su idioma y lo hace frecuentemente subiendo los comunicados oficiales a  @Zabehulah_M33 mientras que Shaheen utiliza su cuenta @suhailshaheen1 para enviar mensajes en inglés; en los más recientes esgrime que, después del 31 de agosto ya sin las tropas de ocupación, el gobierno Talibán permitirá los vuelos comerciales; también ha subido un par de videos, uno con un grupo de niñas y mujeres entrando a una escuela al que tituló “vuelta a la escuela en el nuevo Afganistán” y otro, del pavimentado de una autovía al que distinguió con un “tiempo de remangarse para construir a Afganistán”. Ahora prometen que dejarán que las niñas vayan  a la universidad…

@claudialunapale