David Felipe Arranz
Ante el aumento de los accidentes de carretera, José Espinosa y Felipe Campuzano compusieron en 1968 “Precaución, amigo conductor”, para que la cantase Perlita de Huelva, que se costeó ella misma la grabación para Discos Iberia, si bien la segunda grabación, ya de Discos Belter, se convirtió al año siguiente en todo un fenómeno social y la cantaora fue aclamada como madrina de los camioneros. “La senda es peligrosa, / y te espera tu madre o tu esposa / para darte tu abrazo de amor”, continuaba. El tema había desembarcado en la opinión pública para ser el himno del asfalto, la canción del verano, la tonadilla de moda de la tonadillera de la que todos nos hemos ya, ay, olvidado.
Ahora el Gobierno le dedica algún rato a la cuestión del pago de las autopistas y autovías, porque los españolitos hemos desembolsado la mordida en las casetas, que antes tenían su momento porque alguien extendía la mano para coger el billete o los duros, lo saludaba a uno, le deseaba buen viaje y parecía que no iba a ocurrir nada malo. Es decir, que se pagaba de buen grado porque la sensación era de que aquellos hombres y mujeres eran héroes en aquellas cabinas de carretera, haciendo caja para el MOPU. Ahora se llama Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana el encargado de recolectar nuestros euros por recorrer el trazado de las carreteras españolas. Total, que la nueva ministra del ramo de la grava y el neumático, Raquel Sánchez, le ha dicho a Bruselas que hay que resolver el déficit de conservación y mantenimiento de la red de carreteras del Estado, y le ha remitido un plan para los futuros sablazos que se nos darán a partir de 2024. De manera que todos, unánimemente, han puesto el grito en el cielo y en la autopista, incluyendo los transportistas, que adoraban a Perlita de Huelva, que les insuflaba una alegría de conducir que hoy, pues ya no.
Dice la ministra que el porcentaje de pago de la red “de alta capacidad” en España, que es un 15%, es muy inferior al de la media de Europa, y que con tanto efecto invernadero, “quien contamina, paga”. Qué casualidad que esta propuesta de subida coincida con el fin del peaje en varios tramos de las autopistas AP-2 y AP-7, cuya concesión vence este miércoles; lo de que el Estado empiece a pagar a cargo de los Presupuestos Generales esos tramos “liberados” que hasta ahora asumían las empresas concesionarias, no puede ser, nos dicen: el déficit acumulado es de 8.000 millones de euros y, por lo tanto, el que quiera coger el coche y comer sardinas en Combarro o tomar el Sol en Cádiz, que se siga rascando el bolsillo. Ahora el pago es electrónico y uno ya no puede comentarle nada a la máquina sobre la cara de chorizos que tienen todos los que han diseñado el invento de la concesión a Seopán y otras, que se ganan el ídem con el sudor del chófer al volante. Empezamos a encontrar la voz neutra y femenil que nos da las gracias por dejar los euros al pie de la barrera un tanto seca y robótica, como de mal gusto, porque a los cajeros y a las cajeras hay que mirarlos a los ojos y sacarles una sonrisa o un comentario involuntario en los que asome la humanidad, siempre relacionado con el viaje y con el calor que hace hoy, oiga, vaya día para viajar, y los niños me han vomitado esta mañana en la tapicería, que era nueva.
No sabemos si recurrirán en Moncloa a otra folclórica –ya casi no hay, porque en las subsiguientes generaciones solo se ha transmitido el arte de gastar–, pero ya andan diseñando una campaña para que los españolitos apoquinemos con gusto –lo llaman “de concienciación y sensibilización”– por seguir recorriendo al volante la gravilla y el pavimento del país, a cuatro ruedas, sobre las vías de gran capacidad del Estado y de las comunidades autónomas. Estos precios los deciden unos señores en Ineco, encargados por los anteriores gobiernos del PP. En esto, en lo del sablear al conductor, Gobierno y oposición sí están de acuerdo. Quizá Luis Candelas podría protagonizar ahora el viejo lema, “Precaución, amigo conductor. / La sisa es peligrosa, / y te espera tu ministra con la bolsa / para darte un sablazo de amor”. La España de Perlita tenía esa cosa viajera y peligrosísima, sin airbag y de fácil mecánica, de sacar unas pesetas urgentes y que la era digital ha borrado a golpe de transpondedor, pago electrónico, pórticos de detección y tarifa plana. Que San Cristóbal nos proteja, Amore.
Filólogo y periodista
Publicado originalmente en elimparcial.es