Alieto Guadagni
La evolución económica de los países de América Latina se caracteriza por su desigualdad en los últimos años. Es ilustrativo considerar cuantos años han sido recesivos en los países de América Latina en los últimos nueve años (2012-2020). Según CEPAL en este periodo registran solamente un (1) año recesivo Uruguay, Perú, Panamá, Bolivia y Costa Rica, dos (2) años recesivos afectaron a Colombia, Cuba y México, tres (3) a Chile y Paraguay, cuatro (4) a Brasil y Ecuador y seis (6) a Argentina. El caso extremo es Venezuela con nada menos que ocho (8) años con caída del PBI.
Venezuela y Argentina también lideran la inflación en la región. El nivel anual de la inflación acumulada hacia junio de este año era menor al 3 por ciento en Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Panamá y El Salvador. Por debajo del 6 por ciento anual se ubican Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay y Perú. Uruguay se ubica debajo del 9 por ciento anual. En Argentina esta inflación anual asciende al 48 por ciento, mientras que en Venezuela trepa al 2700 por ciento.
Debemos señalar que el comportamiento de las inversiones en los años de la pandemia fue muy distinto entre las naciones de la región, por ejemplo, estas inversiones en Paraguay en el año 2020 fueron 24 por ciento mayor a las del año 2018, mientras que en Chile fueron también mayores (10 por ciento), En el otro extremo se encuentran Perú y Argentina, con caídas de 86 y 66 por ciento.
El contexto internacional sugiere que los flujos mundiales de inversiones tendrán una recuperación lenta y que las operaciones de las transnacionales se orientarán más hacia los países desarrollados y particularmente hacia Asia. Esto no debe sorprender, porque hace ya años que el centro dinámico de la actividad económica mundial se ubica en el continente asiático.
Son grandes las diferencias en el grado de endeudamiento de los gobiernos de los países de América Latina, destacándose la magnitud de esta deuda en Argentina, que ha venido creciendo en la última década, en el año 2012 esta deuda representaba el 43,5 por ciento del PBI. Esta magnitud había crecido año a año, llegando a 102,8 por ciento en el 2019. Comparemos esta misma deuda con otros países latinoamericanos: Brasil 89 por ciento, Chile 32, Paraguay 30, Bolivia 54 y Uruguay 61
Tengamos presente que, cuando crece excesivamente la deuda pública también tiende a crecer el riesgo país, expresado en la sobretasa que debe pagar el fisco para endeudarse. Según CEPAL el índice de esta sobretasa para el endeudamiento en el mes de junio de este año era en Perú de apenas 129 puntos (es decir un incremento de 1,29 puntos porcentuales en la colocación de la deuda), en Chile 135, Paraguay 162, Colombia 247, Brasil 296, Ecuador 348, Bolivia 481. Cierran la lista Argentina con 1998 puntos de sobretasa y Venezuela con 31091 puntos.
A medida que aumenta el endeudamiento, impulsado por el déficit fiscal, sube exponencialmente el costo financiero de este mayor endeudamiento, esto afecta negativamente el crecimiento económico y tiende a aumentar la pobreza y el desempleo. Los países de la región que tienen mayores déficits fiscales y mayor endeudamiento son los que menos están creciendo.
Economista
Publicado originalmente en elimparcial.es