Morena y el ‘dedazo’ 

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Es inaudito que un partido político en cuyos documentos básicos privilegia la democracia, prefiera la encuesta como el método perfecto para la selección de candidaturas a cargos de elección popular. Hablamos de Morena.

Así lo ha practicado a partir de su constitución como partido político en 2014. Y en 2018, tras arribar al poder de manera tan contundente, la auténtica militancia de izquierda quizá creyó que cambiaría el método de selección interna. Pero no.

El fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, acaba de pronunciarse por la encuesta como el método más conveniente para seleccionar la candidatura para sucederlo en la Presidencia de la República en 2024 en la hipótesis de que el partido repita el triunfo.

El resultado de una encuesta jamás podrá suplir la voluntad popular directa, en este caso de la militancia de Morena para elegir internamente a la persona (hombre o mujer) que habrá de representar al partido en las elecciones de que se trate.

Una encuesta siempre será un conjunto de datos que sirven para medir una intención, hacer proyecciones, planes, diseñar estrategias, etc., y, además, siempre con un margen de error; además de dudas sobre su veracidad.

Por ejemplo, una persona puede manifestar su preferencia por “X” candidato, pero votará por “Y”; o, en su caso, no cuenta con credencial de elector o no simpatiza con el partido que manda levantar la encuesta, o no es de la demarcación electoral pero contesta el teléfono por mera casualidad o sale a la puerta a contestar el cuestionario y falsea las respuestas.

UN MÉTODO TAPADERA 

Definitivamente, la encuesta se aleja de representar un método democrático. Más bien, los partidos políticos empezaron a recurrir al estudio demoscópico en la selección de candidaturas para legitimar los “dedazos”.

Han usado tal método para tomar la decisión ante competencias internas realmente reñidas dado el abanico de personas aspirantes altamente competitivas. También para evitar fracturas irremediables. Pero cualquier motivo casi siempre tiene el trasfondo de tapar un “dedazo”.

Porque al final de cuentas, sobre todo en partidos dominantes “donde manda capitán no gobierna marinero”, entonces sin más remedio la militancia sigue al candidato que haya elegido el “gran dedo elector”.

Pocas veces se rebelan. Bueno, cuando menos así pasaba en el PRI. En Morena quien sabe. Ya ven que el senador Ricardo Monreal Ávila al expresar su aspiración, implícitamente ha manifestado cierta rebeldía. Le ha dolido la omisión de Andrés Manuel en mencionarlo como una de las “corcholatas” para sucederlo en la Presidencia de la República.

En fin. Quizá en Morena el uso de la encuesta como método de selección de candidaturas es una combinación de todo lo anterior, pero además la falta de un padrón confiable de militantes y el temor de que la situación se salga de control con el desenlace fatal de la fractura irremediable.

Los morenistas se han medido en todos los cargos de elección popular. Sin embargo, la próxima elección presidencial implica todo un reto para Morena, de entrada internamente. Es la primera vez que tienen un “jefe político” prácticamente al estilo priista, pero quien sabe si les funcione para la selección de la candidatura para suceder a AMLO.

EL “TEMOR” DE AMLO 

En algunas de las causas anteriormente citadas se puede fundar el “temor” del jefe político de Morena, Andrés Manuel López Obrador, para calificar como el método “más conveniente” el de la encuesta. Cualquiera que sea, en él siempre será legitimar su decisión; en otras palabras, el “dedazo”.

¿O cómo creer lo contrario?

La lectura es clarísima desde el momento en que empezó a hablar de las “corcholatas” para sucederlo, aun cuando esto también haya sido al mismo tiempo una estrategia para desviar la atención sobre problemas en el país.

Y miren, ni siquiera guarda las formas para hablar sobre la sucesión de 2024. Es el Presidente de la República y habla como si fuese el presidente de Morena. Como militante puede manifestar su opinión, claro; sin embargo, su posición se ve más bien como jefe político del partido.

Ahora, considerar que usar un método distinto como la elección directa (mediante urnas) implica el riesgo de que la oposición meta la mano enviando a gente a votar, es un temor infundado. Parece una justificación ante la falta de un padrón confiable, pero sobre todo el pretexto ante lo que parece el único método conveniente para el presidente Andrés Manuel: El “dedazo”.

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