Voluntarios

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Debido básicamente a la anomia [1], a la que hemos sido condenados los últimos dos años y medio, pasó casi sin pena ni gloria el cinco de diciembre en el cual internacionalmente se celebra a los voluntarios del mundo. La ausencia de normas y peor aún la incapacidad del cumplimiento de estas como resultado de los embates destructivos a la estructura social, producen la omisión de anhelo por cumplir hechos históricos como el mencionado y lo que es peor, nos llevan al aislamiento individual, la desorganización social y hasta la incongruencia en normas sociales de “ocurrencia” que algunos proponen.

En la tormenta de temas que preocupan a los ciudadanos del mundo –pandemia, crisis macro y micro económica, inseguridad, represión, violación a derechos humanos fundamentales [2] como lo es el de expresión y a la información, la apatía– se marcó el día internacional del voluntario [3], reducido en México a algunas declaraciones, un buen número de recuerdos, para quienes, reconocidos o no, han dedicado parte de su vida a dar una mano desinteresada al otro bien sea de manera organizada –en ONG, o OSC, IAP– o simplemente reciclando envases con dulces y fruta para apoyar al ejército de pedigüeños que no alcanzarán cena en la próxima navidad.

En este maravilloso país, el sábado 5 fue interrumpido por la celebración anual del teletón, en cuyo contexto el primer mandatario ataviado con ropas finas, expresó un discurso en el cual al parecer le dio carácter de excepcional al número uno de este organismo de la televisora que había sido señalada de manera negativa, pues si bien los apoyos que se otorgan a los niños atendidos por esta OSC, se entregan a través de un intermediario este es una verdadera excepción por cuanto a los calificativos, de corruptos o encarecedores de los servicios. ¿Se estará en el camino de perdonar a Loret, Brozo y López Dóriga? ¿Cuántos enfermos de Covid-19 fueron recibidos en las instalaciones que mantiene Televisa –con donativos de empresas y gente voluntaria anónima– en toda la república?

En un entorno que inicialmente hacía de cada informe –se supone que este del uno de diciembre del 2020 era el octavo– una fiesta, que hoy se redujo a 45 minutos de rollo, aderezada con la explicación de la separación de otro miembro del gabinete; las facultades de quien procura entender que médicamente anomia se refiera a un trastorno del lenguaje –hay dificultad para reconocer o recordar conceptos y nombres de las cosas– aun cuando dicho tema se introdujo en 1893 por Émile Durkheim en La división del trabajo en la sociedad, en el siglo XXI, es relativamente sencillo reconocer que “Un estado sin normas que hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración”, es parte de la tragedia de muchos países cuyos gobernantes de perfil populista, parecen entender la moral en términos de lo que ya en sus últimos años de locura, postuló Federico Nietzsche

Cuando en todo el planeta parecen multiplicarse dirigentes que durante o al final de su encargo tienen como afán obsesivo el permanecer en el poder más que procurar el bienestar de sus ciudadanos, es menester sacar de la biblioteca los textos que algunos privilegiados con maestros como Otilia Bune –de ética preparatoria Uno– nos enseñaron para analizar la realidad, en términos por ejemplo de nihilismo. ¿Comprende las consecuencias de este proceso de desvalorización de lo considerado supremo en las reflexiones de Nietzsche para asegurar que dios ha muerto? ¿Cuántas personas ha descubierto en las últimas décadas, convencidas de que la vida carece de sentido y por eso postula la validez de rechazar principios religiosos y morales? Si el nihilismo –la nada– lleva a convencer a sus seguidores que la vida carece de propósito, valor o importancia ¿Aquella melodía conocida por todos los mexicanos “no vale nada la vida”, hace a los habitantes o ciudadanos de Guanajuato y los fanáticos de esta canción, auténticos nihilistas?

Nietzsche puede ser clasificado como un escéptico moral, en la medida en que afirma que todas las sentencias éticas son falsas, porque cualquier tipo de correspondencia entre sentencias morales y hechos es ilusoria y mendaz; pero el tema cobra importancia en un ambiente de confinamiento escolar, en el cual es muy difícil a los alumnos preguntar porque hay dos tipos de moral: la aristócrata y la de rebaño [4] cuyos valores se alejan de su naturaleza para definirse por la oposición de los mismos, introduciendo el resentimiento como base de la moral de esclavo. ¿Qué tanto hay de similitud entre los conceptos de morales antagónicos de Nietzsche y las afirmaciones de estudiosos de la anomia como Merton [5], que postula el desvío producido por la falta de normas en los grupos socioeconómicos más bajos para sumirse en la delincuencia juvenil, la drogadicción, la violencia -general y doméstica- el alcoholismo, los desórdenes mentales etc.? Interesante a casi dos siglos de distancia, el ver como dichos postulados siguen siendo vigentes y en buena medida, atorados en el subconsciente de muchos legisladores, titulares en varias instancias del poder judicial y hasta funcionarios de diversos niveles del ejecutivo, cuya moral parece estar sustentada justamente en la confrontación y el anhelo de una justicia vengativa.


[1] del griego ἀνομία / anomía: prefijo ἀ- a- «ausencia de» y νόμος / nómos «ley, orden, estructura»)
[2] Veremos en que para el próximo diez de diciembre.

[3] Desde el año 1986, cada 5 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Voluntarios, una efeméride que busca resaltar la importante labor que realizan todas aquellas personas que deciden de forma desinteresada tender una mano amiga para hacer de nuestro mundo un lugar mejor. ONU
[4] La genealogía de la moral. Por principio a interpretación de lo bueno y lo malo, se opone a lo bondadoso y lo malvado.
[5] Robert K. Merton se interesó en la anomia a finales de los años treinta del siglo XX y describió las reglas que, si no son seguidas, conducen a ella. Estudiarlo para entender el Estado de Bienestar.