Rumbo al 2024: La necesidad de reformas democráticas a nivel político-electoral

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Gerardo Lozada Morales

México ha sido uno de los países que se insertaron en la promoción de las transiciones democráticas durante la última parte del siglo XX. El punto de partida fueron las reformas político-electorales que se experimentaron desde 1977, 1986, 1990, 1994, 1996, 2007 y 2014, para continuar construyéndose hasta el presente, aún con la incertidumbre de mirar a las posibles reformas que se experimentarán en los próximos años con el gobierno de la cuarta transformación que mantiene una guerra directa frente al grupo de oligarcas empoderados del actual INE.

No se puede negar que dichas transformaciones ayudaron a romper con el dominio del viejo régimen autoritario que encabezó el PRI bajo su denominación de: Partido Hegemónico Pragmático, pues de manera paulatina, el PAN fue ganando terreno como principal partido de oposición después de ganar la elección para gobernador de Baja California con Ernesto Ruffo Appel en el año de 1989. Esto sin olvidar que, tras la elección federal del año anterior(1988), una serie de conflictos y rupturas internas en el PRI, llevaron a Cuauhtémoc Cárdenas y a Porfirio Muñoz Ledo a formar a las fuerzas militantes de izquierda para dar origen más tarde al PRD. Partido que logró tener una gran presencia en el país a partir de la década de los 90s. Se debe recordar que el triunfo más conmemorado del partido del sol azteca, se vivió con Cárdenas en 1997 para la jefatura de gobierno del D.F., hoy Ciudad de México. Sin olvidar que en el año 2000 el mito transitológico se viviría con el triunfo del PAN y Vicente Fox a nivel federal, y el triunfo de Felipe Calderón en 2006.

Más allá de vivir una consolidación democrática, tal y como se enuncia en las teorías transitológicas, la historia y la realidad darían evidencia de vivir únicamente presidencias de alternancia, las cuales, evidenciaron en el 2012 un sinnúmero de negociaciones y acuerdos entre el PAN, el PRI y el INE que culminaron con el retorno del PRI a la presidencia y una sumatoria inevitable de procesos electorales acusados de fraude tanto en el 2006 como en el 2012. Fenómeno que alimentó al descontento social, la crisis partidista, institucional y de representación que pudo amenizarse con la famosa toma de Reforma en 2006 y con la materialización en años consecuentes del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Un movimiento popular en contra de la política dominante que se había reformulado y empoderado después del año 2000 de manera antidemocrática, para terminar de evidenciar que la consolidación democrática fue inconclusa en México.

Curiosamente en dichos procesos de elección federal el PRD vivió su auge en términos de competencia electoral con la presencia de Andrés Manuel López Obrador, quien no sólo había experimentado en carne propia los intentos de imposición política del PAN y el PRI con el desafuero de 2004-2005, sino que denunció las anomalías del Instituto Electoral en las elecciones del 2006 y 2012, y que tras fundar a MORENA en 2011, abandonó al PRD después del descontento vivido con la firma del “Pacto por México” el 2 de diciembre del 2012. Sin olvidar que MORENA logró obtener su registro como partido político en 2014, para pasar a modificar por completo a la política tradicional conocida en el país.

Después del triunfo presidencial de Obrador y MORENA en 2018, la lucha por las reformas político-electorales siguen en pie, principalmente por la necesidad de modificar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y al mismo INE —quienes comparten aquel pasado oscuro—. En el presente 2021, el debate ha girado en torno a que la reforma consista en una renovación total, aunque no se ha confirmado la propuesta final. Los puntos que se han hecho públicos son los siguientes:

  1. a) Despedir a todas las autoridades electorales actuales, así como la reducción de los integrantes del INE que pasen a ser de 11 a 7, y de 7 a 5 magistrados en el TEPJF.
  2. b) Desaparición de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES), para que el INE absorba las facultades de los 32 Estados del país.
  3. c) Fiscalizar totalmente a los partidos políticos a nivel estatal y nacional.
  4. d) La presidencia nacional del INE debería renovarse cada tres años.
  5. e) Reducción de diputados de 500 a 400, y de senadores de 128 a 96 (con la desaparición de plurinominales).

Hoy no es extraño mirar los intentos desesperados de partidos que fueron históricamente antagónicos como el PAN y el PRD para sobrevivir políticamente junto al PRI. Pues las tres fuerzas partidistas han concentrado números muy bajos en los últimos procesos de elección, no sólo al perder puestos estratégicos de poder, militantes, registros, ser los focos de atención de graves casos de corrupción, sino al exponer rupturas dentro de sus propias estructuras. Lo que ha llevado a sospechar que el PRI es el principal partido que encabeza negociaciones para las próximas reformas —donde también aparece la Reforma Energética— , a lo que se ha sumado el PAN con el encuentro el 6 de diciembre del presente año, de Santiago Creel y el Secretario de Gobernación Adán Augusto, días después de mirar a los gobernadores presidenciales del PRI y el PAN: Mauricio Villa, Alejandro Murat y María Eugenia Campos, en la celebración masiva del presidente Obrador en el zócalo capitalino, junto a Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum.

¿Será posible pensar que realmente se llegue a un acuerdo democrático para transformar a México? De lo que no cabe duda es que se vive una época crucial para mirar si realmente se logra consolidar una democracia y tener oposiciones políticas que se preocupen por el país ante las exigencias de la crisis paradigmática global actual.